Es la segunda vez que Mónica S. aplaza la visita a su país, Ecuador, para la que ha ahorrado durante años. En 2019 no pudo viajar «porque no toda la familia tenía vacaciones en esas fechas»; en 2020 llegó la pandemia por el Covid-19 ... y todo quedó paralizado. Pero no las ganas de ver a sus seres queridos. En este año tan diferente, pensó en enviar una postal navideña, con una foto familiar impresa para la ocasión. Así les haría llegar un detalle tangible de su parte, uno que además fuese sorpresa. «Pero tampoco es posible. Ya nos informaron de que el correo postal está interrumpido temporalmente», cuenta esta dependienta. Los servicios de mensajería que utilizaban para otros menesteres no compensan tampoco en este caso. «Enviaremos un mensaje de móvil», se resigna.
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Ecuador es uno de los 57 países que tienen el correo postal interrumpido a causa de la actual pandemia de Covid-19. Correos ha publicado en su web la lista de los que mantienen el servicio para que pueda ser consultada de forma previa a los envíos de particulares. «A consecuencia de la falta de transporte viable hacia muchos países, se encuentra suspendida la admisión de correspondencia y paquetería para algunos destinos internacionales», se explica en la información oficial de la institución postal.
La lista de lugares que sí reciben cartas y paquetes es larga y, lejos de lo que se podría pensar, contempla los más alejados y diversos: desde Japón a Australia, pasando por Sudáfrica, Canadá, Chile o Burundi. Pero otros muchos no se encuentran. En el continente americano, brillan por su ausencia lugares como Cuba, Bolivia, Venezuela, Honduras, Nicaragua y Guatemala. Muchas islas del Pacífico tampoco tienen activo este servicio, al igual que Haití, Bahamas o Barbados. En Asia, Filipinas, Camboya o Nepal, países con muchísima población emigrada, tampoco esperan cartas con deseos de felicidad esta Navidad. Igual sucederá en la colonia de españoles que reside en Qatar. La lejanía impuesta por la pandemia es mayor cuando ni el correo postal llega. Y este año no va a llegar a muchos lugares.
¿Pero acaso hay quienes conserven la costumbre de firmar una postal navideña por estas fechas? Sí: mucho más de lo que el afán digital de nuestra sociedad haría pensar a cualquiera. Es obvio que el correo postal está en decadencia.
Las cartas manuscritas son una rareza, más propia de nostálgicos que de necesidades prácticas. En primer lugar, para enviarlas hay que buscar a conciencia un buzón, antaño omnipresentes. Y, además, la comodidad y rapidez del correo electrónico ha ganado la partida de forma definitiva.
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Los datos publicados por el último panel de hogares de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC) así lo confirman: el 74% de los españoles ya no recibe cartas de particulares. De ningún tipo: ni mecanografiadas ni con postal. Y solo un 36% las recibe ya de empresas, que también abogan por eliminar el papel en sus comunicaciones. Si Correos gestionaba 5.400 envíos postales en el momento más álgido de su historia, ahora difícilmente alcanza la mitad de esta cifra.
¿Se corresponderá ese 26% de gente que sí recibe cartas con la excepción que se hace en Navidad con las postales de felicitación? Puede que sí, y que este año, al menos dentro del territorio nacional, la cifra aumente. El mayor gestor de postales en España es Unicef. A casi nadie de mediana edad le será ajeno su tradicional paquetito de diez felicitaciones, cuyos fondos son destinados a actividades en favor de la infancia. Un repunte de ventas
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Es cierto que la organización no gubernamental nunca ha querido dejar de comercializar este producto a pesar de haber visto cómo en la última década la caída de ventas ya alcanzaba el 15% anual. Pero este año, tal y como trasladan a este periódico fuentes de la ONG, «en la campaña de Navidad se ha notado un importante cambio en la evolución. Este año las ventas 'online' de tarjetas Navideñas de Unicef se han incrementado en un 31%, respecto al año anterior». El 2020 parece dispuesto a ser excepcional hasta el final.
Este repunte se han dado en cuanto se ha acercado la fecha de realizar los envíos para felicitar las fiestas, es decir en los meses de octubre y noviembre. En este periodo, el número de compradores 'online' ha aumentado un 23% comparado con el resto del año. «Se ha notado que se venden más tarjetas navideñas que en año anteriores, debido probablemente a que esta vez no vamos a poder estar cerca de gran parte de nuestros seres queridos», valoran desde la organización.
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Al menos, dentro del territorio nacional sí queda este recurso. Ana Llera es aficionada a las postales y hace dos años decidió retomar la costumbre de enviar tarjetas por Navidad. Y es que el lenguaje de las facturas y notificaciones se amolda bien a los envíos digitales que tanta inmediatez aportan; pero el gesto que encierra enviar una postal manuscrita para felicitar la Navidad a alguien que está lejos pide papel, tacto, calor. «Casi nunca recibo respuesta, al menos en papel -cuenta Llera- pero no tardan en enviarme un mensaje y una foto por WhatsApp en cuanto abren el sobre y se encuentran ante un objeto tan arcaico como bonito. Siempre les hace mucha ilusión». Una postal de Navidad no cuenta una historia, sino que expresa sentimientos y deseos. En el año de la distancia, cuando el correo lo permita, solo queda abrazarse con palabras.
1949 La niña checa Jitka Samkova pintó un sol que iluminaba a un grupo de niños jugando para agradecer la ayuda de Unicef durante la IISegunda Guerra Mundial a su pueblo. El dibujo se convirtió en la primera tarjeta navideña de esta entidad humanitaria en 1949.
1862 En ese año se comenzaron a imprimir tarjetas navideñas en serie y fueron en un rotundo éxito. La costumbre de enviarlas se consolidó con el tiempo; la propia reina Victoria fue una de sus mayores valedoras: encargó hasta 1.000 ejemplares a una imprenta británica en 1893.
1778 En este año se dio el precedente español, mucho antes de que naciese la primera considera por la historia como tal. En 1778, el gremio de serenos de Madrid elaboró unas postales para entregar en mano y pedir un aguinaldo durante las fiestas. La Biblioteca Nacional guarda la colección de estas tarjetitas que luego fueron utilizadas por otros profesionales como barrenderos, carteros o barberos.
1843 El creador del primer 'christmas' fue Sir Henry Cole, que en 1843 encargó una ilustración a un amigo para imprimir en serie y así poder enviarlos a su amplísimo grupo de conocidos para felicitarles la Navidad. Encargó mil ejemplares del dibujo, que muestra a una familia brindado, acompañado de la frase 'A Merry Christmas and a Happy New Year To You». La Biblioteca Bridwell conserva un ejemplar.
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