Borrar
Arriba, un plano de la casa actual. Abajo, un plano de la misma vivienda según la distribución típica de hace unos años. JOSÉ LUIS REVUELTA
Los años que vivimos en el pasillo

Los años que vivimos en el pasillo

Las casas actuales buscan limar el elemento vertebrador de las de antes, aquellas del salón para visitas, comedor... y mucho azulejo y gotelé

Sábado, 23 de enero 2021

Inolvidable Gila y uno de sus más famosos monólogos: «Éramos siete hermanos, mi papá, mi mamá y un señor de marrón, que no le conocía nadie y que estaba siempre en el pasillo». Un elemento que vertebró gran parte de las casas donde vivimos, las de nuestros padres y abuelos, y que de niños podía convertirse, especialmente de noche, en una excursión solo emprendida si las ganas de ir al baño apretaban en exceso, pues el largo y oscuro túnel sembrado de puertas no invitaba a la caminata. Y si al final se adivinaba uno de aquellos armarios para guardar los abrigos, mejor aguantarse. De día, eso sí, servía para hacer carreras, la de kilómetros que se han hecho en ellos...

La mayoría de las viviendas urbanas del siglo pasado, más grandes que las actuales porque las familias también lo eran, hicieron uso de ese elemento para poder acceder a las diferentes estancias. Y las casas se construían así, con esos pasillos más o menos largos que hoy cada reforma y las nuevas promociones tratan de limar para ganar metros y dar un aire más 'moderno' a la casa. Los salones que se abrían solo para las visitas pues la familia usaba la salita, las alcobas, el comedor junto a la cocina cerrada... son hoy recuerdos en sepia. José Luis Revuelta, diseñador bilbaíno con más de 30 años de experiencia en el ámbito de la arquitectura, el interiorismo y la iluminación, utiliza el pasillo para conducirnos en un viaje de ida y vuelta al pasado de nuestras viviendas.

REFORMA DE VIVIENDA 'TIPO' DEL ENSANCHE CON PASILLO (colocarse sobre la imagen y arrastrar hacia derecha e izquierda para ver el 'antes' y en 'después'). En fachada, salón comedor con unión al dormitorio principal con correderas. El recibidor, abierto a cocina y salón, da acceso al aseo de invitados y al dormitorio principal. Cocina unida con correderas a un espacio de desayunos, comidas y cenas de diario, sala de trabajo, salita de tele con sofá cama (podemos sustituir el sillón por una bici estática). Escamoteada en la pared está la puerta al distribuidor de noche, con armarios y acceso a dormitorios y baños. (joseluisrevuelta.es)

Y... ¿por qué si hoy se eliminan parcial o totalmente esos pasillos para ganar en espacio y estética, eran un denominador tan común en las casas que habitamos antaño? «El pasillo tiene una historia apasionante ligada a nuestro anhelo de intimidad que antes solo estaba reservado a las clases más pudientes, las únicas que podían gozar de estancias privadas y que relegaban al pasillo la circulación de los sirvientes. Con anterioridad al siglo XIX, muchas habitaciones tenían hasta tres puertas que comunicaban unas con otras, pero el desarrollo de la individualidad como concepto, que aparece con Lutero y se asienta con la Revolución Francesa, nos hace reclamar un espacio íntimo que tardará en llegar para todos y especialmente para ellas, y si no que se lo digan a Virginia Wolf, que aún en 1929 reclamaba para sí 'Una habitación propia'. La respuesta a esa necesidad la dará el pasillo».

Revuelta recuerda que, a principios del siglo XIX, la incorporación de normativas edificatorias para garantizar la salubridad e higiene de las viviendas hace que la arquitectura preste menos atención al ornamento exterior de los edificios y se centre más en dar respuesta a las nuevas formas de habitar las casas, articuladas en su mayoría perpendiculares a las fachadas principales; «hacia ellas se orientan las zonas más nobles, como el salón, el comedor o el dormitorio principal, y al fondo, vinculados a los patios de manzana, quedan el retrete y la cocina». La obligatoriedad de que todas las habitaciones gozaran de ventilación, añadió una reserva de espacio para patios interiores, «hacia los que dan el resto de habitaciones y un largo pasillo que recorre la medianera ciega y que permite acceder a todas estas estancias. Cuanto más grande es la vivienda y más huecos tiene, más largo es el pasillo. Esta es una de las tipologías más representativas de principios del XIX que se mantiene en los cascos viejos y ensanches de nuestras ciudades».

«En el pasillo también había clases: 110 o 120 cm. de ancho para los ricos, y tan solo 80 para el resto»

josé luis revuelta

Hoy día, con la población envejecida, muchas de esas antiguas casas permanecen sin reformar porque sus dueños son pensionistas que viven solos y no pueden hacer frente a la obra que necesitarían, «algo que en los cascos antiguos –dice el diseñador– se está haciendo con ayudas de la administración, pero que en los centros de las ciudades está costando más, al suponerse, de manera quizás no del todo cierta, que quienes viven en el centro tienen rentas mayores. Por ello existe un gran parque inmobiliario ya centenario, de viviendas de mucha categoría pero muy envejecidas que necesitan ser saneadas, interviniendo no solo en sus instalaciones y accesibilidad sino también en su estructura, muchas veces de madera».

Con pasillo vale menos

Aunque advierte el experto de que en la base de todo está el dinero, por eso en esto de los pasillos también había clases. Solo hay que ver el tamaño, en las casas más 'señoriales' alcanzaban 1,10 o 1,20 metros de ancho, mientras que en las menos pudientes esta distancia se rebajaba hasta los 80 centímetros. En la actualidad, los dueños de solares intentan darles el mayor rendimiento posible y saben que el metro cuadrado de pasillo rinde menos, no es tan atractivo, «con lo que sacan menos dinero o directamente no venden la vivienda». Por eso se intenta limar esa parte ya desde el proyecto de obra, «y nuestro trabajo busca la optimización del metro cuadrado y su adecuación a nuestras formas de vida contemporáneas», explica Revuelta.

Evidentemente, aparte del pasillo, también han cambiado antiguas exigencias como la de tener comedor separado de la cocina o un salón donde exhibir la vajilla de plata y porcelana y que solo se usaba cuando había visitas, es decir, una vez al año, porque ya existía la salita con la tele donde pasar el día. «Ese modelo ha desaparecido; hacemos menos vida en nuestras casas, salimos muy temprano, tanto nosotros como nuestros hijos, y comemos en los alrededores del trabajo y la escuela, por lo que regresamos de noche a casa. El fin de semana toca huir del sedentarismo, salir, hacer excursiones y viajar...».

En las ciudades ha primado mucho la ubicación sobre otras cuestiones para Revuelta muy importantes, como la orientación o que la vivienda sea interior: «De repente, la gente tiene más conciencia del espacio porque tiene más tiempo de ocio, y la pandemia que sufrimos ha servido para mirar alrededor y darnos cuenta de que no tenemos, tampoco nosotros, ese espacio privado que reclamaba Wolf, porque el que hemos creado para nosotros lo compartimos con nuestra pareja y también con nuestros hijos, quienes, por cierto, sí que tienen ahora su propia habitación, en la que nos han prohibido entrar».

Antes solía haber en las casas un gabinete o despacho para realizar o completar actividades liberales, algo que ahora se está echando de menos, por lo que muchos vuelven a considerar incorporar un espacio para el teletrabajo. «Por eso la reforma es tan interesante, porque te permite salir del 'pret a porter' y pasar a la alta costura, del traje estandarizado al hecho a medida. Somos, de alguna manera, el resultado de los espacios que habitamos, más que a la inversa. Cuando rehabilitas una vivienda construyes un paisaje para ti que va a determinar en adelante tu vida».

Habitaciones trastero

Y cuando empezamos a ver en las series estadounidenses esas cocinas abiertas al salón, «un invento de los años 50», comenzamos a cuestionarnos el orden establecido en nuestras casas. ««Antes, con Franco, la cocina era un hueco de la casa donde la mujer pasaba las horas encerrada. Se comía en la cocina, pero también se hacían los deberes y se recibía a la familia, vecinos e íntimos. Ahora ha cambiado ese modelo; aunque seguimos fascinados por las cocinas grandes como antes, pero abiertas, donde poder estar charlando con la persona (hombre, mujer o ambos) que está cocinando mientras te tomas el aperitivo. Son muchas las reuniones con familiares y amigos que empiezan y terminan sin salir prácticamente de las cocinas, que incorporan isletas, barras de desayuno o aperitivo y holgadas zonas de comedor con televisión».

Asegura Revuelta que en el imaginario de las personas está como referencia la casa del pueblo de veraneo, pero sobre todo la de nuestros abuelos y padres. Después, las revistas especializadas que abogaban por continuos cambios en las decoraciones y estilos, «y hoy en día es Instagram lo que marca tendencia. Mucha gente gasta energía en hacerse no la casa que necesita sino la que cree que 'algún día' va a vender mejor, y se condena a vivir en espacios más pequeños de manera más incómoda sin renunciar a una habitación más, que va a ser un trastero, pues considera que sacará mejor precio con tres habitaciones que con dos, un error. Nuestras casas deberían ser reflejo de nuestro paisaje interior. Para ello conformamos el proyecto de reforma como una partitura donde queda escrita la música que sonará dentro de ella. Cuanta más precisión y concreción haya, menos improvisación y sorpresas a la hora de ejecutarla y pagarla».

'Intoxicados' por Instagram

Auténticos clásicos 'almodovarianos'

Considera Revuelta que en las modas hay una reacción a la contra con la anterior, de cambio, de renuncia al pasado, pero al mismo tiempo existe la certeza «de que todo retorna», aunque esa sea la parte que menos le interesa, «la de las modas, que surge del capricho y no de la necesidad, que es lo que ha modulado las viviendas hasta hoy».

Gotelé y molduras

Nos hemos gastado un dineral en eliminar el gotelé, una pasta de pintura proyectada en forma de gota sobre una superficie lisa para ocultar imperfecciones de la pared. Y ahora resulta que, como con las cintas de casette, hay adoradores del gotelé que están volviendo a recurrir a él, combinando colores entre el fondo y la gota proyectada, 'peinando' las gotas o usando pinturas metalizadas...». Con las molduras de escayola del techo ocurría algo similar, disimulaba que la línea de conjunción de pared y techo no era todo lo perfecta que debería, y separada de la pared, facilitaba la tarea del empapelado al ocultar el corte superior de las piezas, algo complejo de ejecutar con maestría. Hoy las molduras siguen siendo irresistibles como decoración y da igual lo 'moderno' que seas, todo el mundo las quiere.

Papel pintado

El papel que antaño cubría por completo nuestras casas con aquellos motivos geométricos vuelve a estar vigente tras unos años en barbecho; las búsquedas de este elemento en Pinterest aumentan de año en año un 40%. Pegan con fuerza los barrocos dibujos de naturalezas exóticas y da igual el tamaño del hueco: cuanto más grande el dibujo, mejor.

'Sintasol' y moquetas

El famoso 'sintasol' que acabamos arrancando del suelo de nuestras casas ahora se llama pavimento vinílico o de PVC y está de plena actualidad, «lo mismo que el denostado parqué flotante que vemos ahora por todas partes y del que hay versiones cuyos precios y cualidades superan con mucho el de una buena tarima de madera natural», apunta el experto, . Las moquetas, que causaron tanto furor y que Revuelta se ha encontrado incluso en baños y paredes, son hoy motivo de admiración y rechazo a partes iguales. «Las hay tan higiénicas y saludables como cualquier otro pavimento al que superarán en confortabilidad», asegura.

Alicatado completo

Hubo una época en la que cocinas y baños se llenaron de azulejos de colores y cenefas de suelo a techo, fruto de las modas impuestas por algunas famosas marcas de cerámicas a través de las revistas de decoración. Hoy en día esto ha cambiado. «Pero las cerámicas y piedras artificiales de resinas sintéticas de gran formato salvan hoy las ventas de las marmolerías. Hay ahora una fiebre por los revestimientos enormes que imitan acabados de materiales naturales o nobles».

La 'araña' en el techo

Los clientes siguen pensando que hace falta el tradicional punto de luz central que han visto toda la vida en sus casas, ese para la lámpara 'de araña' sobre la cama del dormitorio o en el centro del salón, sin darse cuenta de que quizá no lo necesiten tanto. «Se trata de auténticos clásicos 'almodovarianos' junto con el cuadro ¡o el tapiz! de la caza del ciervo que buscan los fanáticos de lo que ahora llaman 'vintage' y que tanto sigue triunfando».

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

leonoticias Los años que vivimos en el pasillo