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J. Castillo
Miércoles, 28 de febrero 2024, 00:09
Entre nuestros recuerdos escolares siempre aparecen las míticas calculadoras provistas de pequeños paneles solares (muchas ni siquiera contaban con botón de encendido); una tecnología que ya entonces nos pareció revolucionaria, pero que por algún motivo no ha evolucionado al compás de los tiempos.
La primera ... de estas calculadoras ('Sharp EL-8026') apareció en 1976, provista de dos paneles solares ubicados en su cubierta trasera. No fue hasta dos años más tarde que recibimos el primer modelo con una banda superior reactiva a la luz solar ('Teal Photon'), al cual imitarían sucesivamente el resto de fabricantes. Algunos incluso recurrieron a la picaresca: la mayoría de calculadoras vendidas en bazares (a un precio irrisorio) se limitaron a incluir una lámina de plástico sin funcionalidad alguna. Y es que, en la práctica, incluir una pila en el aparato garantizaba una autonomía inabarcable y resultaba mucho más barato.
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Ahora, en pleno 2024, la compañía estadounidense Ambient Photonics promete elevar la propuesta hasta el punto de acabar con las baterías en numerosos dispositivos electrónicos. No hablamos de ordenadores portátiles o móviles (debido a sus tremendas demandas energéticas), pero sí de teclados, ratones, auriculares inalámbricos, mandos y un sinfín de accesorios domóticos.
La tecnología desarrollada por Ambient parte de las llamadas células solares sensibilizadas por colorantes ('DSCC' por sus siglas en inglés) aparecidas en la década de los 90, capaces de producir energía a partir de fuentes de luz interiores de baja intensidad. Estas células resultan más baratas de producir que las convencionales de silicio, pero también menos eficientes al convertir la luz solar directa.
Con todo, el co-fundador de Ambiente Photonics (Bates Marshall) confía en su idoneidad para adaptarlas a los grandes productos de consumo «más allá de los juguetes y las calculadoras», lo que en la práctica supondrá «una fuente de energía ilimitada para los dispositivos inteligentes presentes en hogares y oficinas, muchas veces dependientes de baterías desechables o recargables».
El resultado de las investigaciones comandadas por Marshall son las células solares 'bifaciales', que captan luz por cualquiera de sus dos caras y generan el triple de energía que las mentadas células de silicio. Además pueden imprimirse en cualquier tamaño y forma para adaptarse al dispositivo que corresponda sin comprometer su diseño. Volviendo al ejemplo de los mandos para televisores, éstos se volverán más livianos al no depender de baterías y se recargarán automáticamente mediante luz ambiental o artificial (como la proveniente de una bombilla LED). Todo ello sin importar que hayamos dejado el mando bocabajo en la mesita del salón, ya que sus placas solares en miniatura no necesitan encarar directamente la fuente lumínica.
En declaraciones a Euronews hace unas semanas, Marshall sugirió además que su tecnología podrá utilizarse para «suministrar energía a las etiquetas electrónicas de los comercios y a los múltiples sensores instalados en las construcciones modernas», como los de presencia, humo... Una buena forma esto último de evitar sustos al garantizarse su funcionamiento perpetuo.
Pero la mejor muestra de que Ambient tiene algo revolucionario entre manos reside en el interés de la propia Google. Ambas empresas firmaron un acuerdo en el marco de la última edición del Consumers Electronics Show ('CES') de Las Vegas, feria de referencia para el segmento tecnológico. Como resultado, el gigante de Internet desarrollará «un producto inteligente sin batería», lo que algunos expertos han interpretado como una pista hacia el próximo altavoz soportado por el Asistente de Google. De ser así, bastará colocarlo bajo el flexo de la oficina o junto a una ventana para que funcione, sin enchufe de por medio.
Las tradicionales pilas alcalinas (compuestas de zinc y magnesio) y las baterías que usamos en ordenadores portátiles, smartphones, máquinas de afeitar... (usualmente de iones de litio) traen consigue un grave perjuicio medioambiental tan pronto como terminan sus vidas útiles. Si no se reciclan correctamente pueden contaminar el suelo y el agua, lo que en último término podría impactar tanto en la salud humana como en la vida silvestre. Todo fruto de un proceso de descomposición acelerado por efecto de la lluvia, el calor o la acidez del terreno en que terminen depositadas. Es entonces cuando sus metales pesados se liberan y entran en contacto con el medio natural.
Las pilas utilizadas en los relojes de pulsera preocupan especialmente por su contenido en mercurio, capaz de contaminar 600.000 litros de agua frente a los 170.000 de una pila alcalina o los 12.000 de una pila de zinc.
Hasta que iniciativas como la de Ambient se estandaricen, lo mejor es desechar las pilas y baterías que tengamos por casa en los puntos habilitados, como bien recuerda Ecoembes: «La recogida de las pilas se suele realizar en contenedores situados, normalmente, a pie de calle o en aquellos centros de recogida selectiva de residuos domésticos (puntos limpios). Estos suelen estar situados en un punto concreto de tu ciudad o en diferentes establecimientos comerciales y tiendas de electrodomésticos, donde se recogen los residuos para su posterior tratamiento».
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