Secciones
Servicios
Destacamos
Iratxe Bernal
Lunes, 10 de junio 2024, 19:02
Seguro que conoce a alguna mujer que le ha pasado. O incluso puede que lo haya experimentado en sus propias carnes. Tras una mamografía, generalmente la primera, le han metido un buen susto porque han visto 'algo' y hay que hacer más pruebas. Aunque algunas mujeres lo llevan más o menos bien –sobre todo las más veteranas–, las 'novatas' entran, a menudo, en pánico.Traducen ese 'algo' y esa necesidad de mirar con más detenimiento como el estadio previo a una mala noticia.Es decir, al diagnóstico de un cáncer.
Cuando nos hacen mamografías, sobre todo si es la primera, ya nos advierten de que en algunos casos hay que hacer pruebas radiológicas complementarias. Por eso, si no somos primerizas en estas lides y tenemos mamografías antiguas, hay que llevarlas cuando nos hacemos una nueva. Ante cualquier hallazgo, indican si se trata de una lesión nueva –que va a requerir de imágenes adicionales– o si ya aparecía en pruebas previas, en cuyo caso tendremos una referencia para evaluar su evolución.
Noticias relacionadas
Sin embargo, las primeras mamografías son muchas veces fruto de los cribados de la sanidad pública –cada comunidad tiene sus edades para iniciarlos–.Y como no hay posibilidad de comparar con ninguna anterior, no es raro que se llame a algunas mujeres en el plazo aproximado de una semana «para obtener imágenes complementarias que sirvan para despejar dudas, así que no hay que alarmarse», matiza Arantza Otegi, responsable del Programa de Detección Precoz del Cáncer de Mama del Servicio Vasco de Salud.
¿Es tan frecuente que nos llamen unos días después de habernos hecho la mamografía para decirnos que no arroja información clara, que se ve ese 'algo' del que hablábamos y que hay que hacer más pruebas?Sí, mucho. Aproximadamente, entre cinco y diez de cada cien participantes en los programas de detección precoz son llamadas para una segunda cita, en la que ya las recibe un radiólogo, pero sólo una acaba siendo derivada a la unidad de patología mamaria para hacer pruebas más invasivas, como una biopsia.
Si no recibimos esa llamada, la siguiente comunicación será por carta en unos quince días. En ella nos invitarán a repetir la prueba en dos años si no se aprecia ninguna afección... o en doce o seis meses si es que hay alguna lesión de carácter benigno. «Pero entre una revisión y la siguiente hay que seguir alerta y si se observara algún cambio significativo aunque la mamografía sea reciente, debemos acudir a nuestro médico de cabecera», subraya Otegi.
Estos cambios puede ser alteraciones evidentes en la forma y tamaño de las mamas, bultos tanto en el seno como en la axila que persistan tras el ciclo, anomalías del pezón –como inversión, retracción o secreciones– o en la piel, como hoyuelos, eritemas, edemas, la aparición de piel de naranja o descamación y también si sentimos un dolor persistente.
Según la Sociedad Española de Oncología Médica, cada año hay cerca de 35.000 diagnósticos de cáncer de mama en nuestro país. Es el más frecuente entre la población femenina y también el que causa más fallecimientos, por encima de los 6.000 anuales. De ahí la importancia de los programas de detección precoz. Para las mujeres es un pequeño mal trago que algunas afrontan con ansiedad, pero es necesario cambiar el chip.
«Habría que planteárselo al revés. El hecho de ir debe generarnos tranquilidad: si acabáramos recibiendo un diagnóstico de cáncer, esta prueba nos va a permitir adelantarnos –explica–. Estos cribados posibilitan diagnosticarlo antes de que la paciente tenga síntomas, en estadios en los que son posibles tratamientos menos agresivos y los pronósticos son mejores, con tasas medias de supervivencia óptimas. En este tramo de edades es de más del 95% a los cinco del diagnóstico. La mortalidad puede disminuir cerca de un 30% por la detección temprana y los avances en los tratamientos».
Si no hay otra causa que obligue a adelantarlas, las recomendaciones aconsejan realizar mamografías de control cada dos años a partir de los 50 y hasta cumplir los 69, rango de edad en el que está demostrado un mejor balance beneficio-riesgo del cribado. «Las bases de los programas se revisan permanentemente, siguiendo las sugerencias de la Comisión de Europa contra el Cáncer y, a día de hoy, por una mayor incidencia de la enfermedad en población con edades fuera de estos umbrales y los avances tecnológicos con pruebas más precisas, estamos ante un replanteamiento conjunto, ante una reflexión que de mostrar suficiente evidencia y consenso podría generar nuevas recomendaciones sobre la edad y otros aspectos de los cribados», explica Otegi.
¿Podemos hacer algo para que la mamografía sea menos molesta (porque sí, hay estrujones)? Lo mejor es estar tranquilas. La prueba es cuestión de segundos y los nuevos equipos ofrecen superficies más ergonómicas que ayudan a que sea más liviana.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.