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Así es una terapia grupal con adictos

Así es una terapia grupal con adictos

La OMS define la adicción como una enfermedad mental. «Pero la sociedad no lo entiende, creen que somos malas personas, no nos ven como a enfermos»

Domingo, 7 de marzo 2021, 00:49

«Si yo pude recuperarme, cualquiera puede», dice Jon Mardaras, responsable terapéutico de Crea (adiccionescrea.com), un centro para la «rehabilitación de la enfermedad de adicción a drogas como el alcohol, la cocaína, el speed, la marihuana, las benzodiacepinas... y también al juego, el sexo, las compras o las nuevas tecnologías. Aquí todas las dependencias se tratan como la misma». Mardaras invita a este periódico a asistir a una terapia de grupo en el sitio que él fundó en Bilbao cuando logró recuperarse de su adicción a la coca. Lo hace para intentar que cale un mensaje en la sociedad: «A pesar de que la OMS afirma sin ambages que la adicción es una enfermedad mental, en la calle se sigue pensando que somos malas personas, 'mira cómo se porta con su mujer, con sus padres...', cuando lo que ocurre es que estamos enfermos».

Al entrar en la sala donde esperan el inicio de la terapia un grupo de personas –con la separación y las mascarillas a las que obliga la pandemia–, el invitado se siente como si profanara un lugar sagrado, el refugio de intimidad donde la gente se abre en canal para compartir momentos terribles. Historias de mucho sufrimiento que, ahora se dan cuenta, fueron producto de su enfermedad. Ellos también creyeron ser personas horribles que causaban daño a sus seres queridos. Y que mejor si morían. Lo cuentan chicos con cara de crío y 20 años de relación con los estupefacientes y otras dependencias. Hombres más mayores y una mujer. Explica Mardaras que hoy hay «mayoría masculina, otras veces hay más chicas, pero hasta aquí se nota el machismo. Como está peor visto en ellas, beben y se drogan en casa con las benzodiacepinas que les receta el doctor y el alcohol. Ellos encuentran al camello en la calle y ellas, en el supermercado».

Comienza la sesión y Mardaras lanza preguntas indiscriminadamente. Les pide una 'foto':

– Mario, danos una foto tuya.

– Recuerdo a mi hermana ingresada en el hospital, grave. Estuvo tres semanas y fui a verle un día; solo quería marcharme para consumir. Saqué dinero con su tarjeta y me fui a pillar.

– Pablo, ¿qué te pasa?

– Mi padre, que no hace más que meterse en mis cosas y me pone muy nervioso, me dan ganas de mandarle a la mierda e irme de casa.

– Joselu, ¿qué le dirías a Pablo?

– Pues que así se va a ir directo a consumir, que no puede hacer eso. Tu padre está preocupado y se lo has hecho pasar mal...

El que Mardaras atravesara años de dura dependencia hace que los pacientes se sientan comprendidos. Él también comparte 'fotos' suyas del pasado, como cuando llegaba tarde a compromisos importantes por culpa su adicción. «¿Qué creeis que diría la gente de esto? Que soy una mala persona. Siguen sin entender que estaba enfermo. Piensan que somos viciosos, que lo estamos pasando bien. Y lo piensan porque las drogas están asociadas a la diversión, porque consideran que es un acto libre y porque la mayoría de la gente controla. Pero no tomas para pasarlo bien, sino para dejar de pasarlo mal. Ven a personas sin hogar en la plaza bebiendo y creen que están allí porque quieren. Dicen: 'No les doy dinero, que se lo gastan en alcohol'. ¡Pero es que lo necesitan!»

20 años en un trastero

Pregunta Mardaras: «¿En vuestra cuadrilla cuántos consumían drogas?» La respuesta es la misma. «Todos. Y mucho». El terapeuta prosigue: «¿Y por qué ellos pudieron dejarlo y tú no? Pues porque no tenemos freno, venimos así de serie y no podemos dejarlo». Aquí podrán hacerlo, todos ellos sienten que están en el buen camino gracias al tratamiento de Crea, centrado en reuniones grupales como esta y en la atención telefónica siempre que lo necesiten. Cuentan con la ayuda de psicólogos y psiquiatras y con un centro de día. Las familias también realizan terapia.

Ahora habla Manuel. Relata que pasó 20 años en un trastero, sin televisión, prácticamente a oscuras, esclavizado por sus adicciones, entre basura. Era incapaz de ver que necesitaba ayuda hasta que llegó a Crea. Mardaras: «Mira a Manuel. ¿Alguien cree que se lo pasaba bien? ¿Quién elige eso? Es como cuando tienes depresión y se extrañan, 'pero si lo tienes todo, esposa, hijos, casa, coche…'. Pero es una enfermedad y no lo puedes evitar». Y pregunta:

– Manuel, ¿tú disfrutabas?

– No.

– ¿Y por qué no parabas?

– Porque no podía.

– Felipe, ¿qué tal vas?

– Ayer tuve ganas de meterme, estaba eufórico. Podía sentir la droga en la boca y me gustó.

– Siempre está la posibilidad de recaída en dos aspectos: uno, la dejadez, la pereza, dejas de ir al gimnasio, de venir aquí, de llamar, y la otra es cuando estás muy arriba. Tenemos que estar atentos a las señales. Y cuando eso pasa debéis llamarnos, estamos siempre disponibles para hablar de eso. Javier, tu 'foto'.

– Me veo de madrugada por las calles recogiendo colillas y llamando a camellos hasta que vino la Policía. Mis padres, cuando me trajeron, pensaban que era un sinvergüenza. Preferían verme muerto. Pero ya era un muerto en vida, me encerraba en la habitación y quería morirme drogándome. Tomar es como respirar para ti, y entonces te dices, '¿cómo voy a estar sin respirar un minuto?

– Daniel, ingresaste a punto de morir, estabas de color verde, si tus padres hubieran tardado una semana más, ya no estás.

– Antes fui a un especialista que me decía 'eso es porque tu padre nunca te dijo que te quería'. Pero a mis hermanos tampoco y no se drogan. Eso solo justifica tu consumo, hay gente con auténticos dramas y no se mete nada.

David admite que estuvo en una famosa clínica madrileña donde le cobraron 8.000 euros por ingresarle unos días y meterle «un líquido blanco» en vena. Luego le mandaron a casa y le dijeron que regresara en 21 días… «Volví a consumir. Esto no se cura en tres días ni en un mes, si te dicen eso mienten. Necesitamos entre 2 y 5 años. Superar una adicción es posible con el tratamiento adecuado. Y la terapia grupal nos ayuda. Tendemos a aislarnos, y aquí luchamos juntos, nos contamos si tenemos ganas de consumir... Y nos mantenemos lejos de la droga. El grupo es la fuerza».

«Trátenlo con cariño y firmeza. Nada de confrontarle o recaerá»

Jon Mardaras lanza unas recomendaciones a las familias de las personas adictas. En primer lugar, «hay que tratarles con cariño y firmeza, y huir de la confrontación, porque les daría una excusa para ir a drogarse». En segundo lugar, aconseja plantearse objetivos cortos, el primero de ellos, conseguir que el enfermo acceda a ir a un centro donde le valoren y animen a seguir un tratamiento.

¿Y cómo se consigue eso? «Si le dices 'tienes que meterte en este sitio' lo más seguro es que se alejen. Pero si les dices que te acompañen a una reunión de una hora para que le den información, lo más seguro es que acceda. Una vez aquí, me presentaré como ex adicto, le diré que lo que tiene es una enfermedad, que le comprendo perfectamente, que sé cómo se siente porque la he sufrido, y que no le juzgo, le explico que no es una mala persona. Y se siente identificado conmigo».

Asegura Mardaras que esto es una carrera de fondo, les insiste en que esto es cosa del día a día: «Pueden llegar a pasar varios meses en un centro, pero yo les hablo del primero, dejando claro que pueden irse cuando quieran». El 50% de los que llegan a esa primera cita acepta el tratamiento en ese momento, y del otro 50%, una parte volverá más adelante. La mayoría ingresa cuando su familia ya no puede más; le han echado de casa, del trabajo...

Explica que los familiares acompañan al adicto en su terapia grupal un sábado cada 15 días; «escuchan a otros y suelen pensar que qué mal lo han pasado, les ven como enfermos. Y poco a poco van viendo así también a su hijo, su marido, que deja de ser una mala persona. Eso alivia mucho». También ayudan a los familiares en su codependencia: «Porque acaban siendo coadictos, su estado de ánimo varía según el del adicto, hay una dependencia emocional enorme».

Síntomas del adicto

  • Pese a la gravedad, no lo deja: Aunque la situación sea grave, el adicto no abandona el objeto de su dependencia...

  • Hay ganas de consumir, jugar...: Es como al fumador que le acaban de quitar un pulmón y al salir del hospital quiere un cigarro.

  • La mentira por necesidad: Está comprando la droga y si le llaman no puede decir lo que está haciendo, necesita mentir. No es que sea mentiroso.

  • Vive una realidad distorsionada: A todos se nos distorsiona la realidad cuando bebemos un sábado de noche. El adicto que está siempre drogado vive en una realidad permanentemente distorsionada: si se mete 3 gramos de coca al día y su familia dice que es mucho, a él le parecerá que exageran.

  • Manipula a su entorno: Para poder drogarse, manipula a las personas de su entorno, que acaban creyendo lo que dice.

  • Negación de la evidencia: Aunque le enseñen que el test con su orina ha dado positivo, jurará que está mal, que no se ha metido nada.

  • Es un enfermo que no quiere cura: La adicción es la única enfermedad en la que el enfermo no se quiere curar; rechaza la solución.

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