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Todos tenemos, o deberíamos tener, uno en casa. Hablamos del botiquín, ese maletín de primeros auxilios del que echamos mano cuando se produce un accidente doméstico. Heridas, contusiones, hemorragias o quemaduras leves pueden desinfectarse y aliviarse con el jabón, las gasas, el antiséptico, las ... tiritas... Si es que tenemos así de bien equipado el botiquín, claro. Aquí, una orientación.
Puede servir cualquier caja de metal o de plástico resistente que se cierre herméticamente, preferiblemente con cierre de palanca que con llave, para que se abra fácilmente en caso de urgencia.
«Idealmente, en un lugar ni demasiado húmedo ni demasiado seco, y lejos de una fuente directa de calor. Por eso, la cocina o el baño no son los sitios más recomendables», advierte Juan Jesús Hernández, portavoz del área de Salud de Cruz Roja. «También debe estar fuera del alcance de los niños muy pequeños, para evitar que se dañen con objetos de su interior, como las tijeras. A partir de los 7 u 8 años, tanto ellos como el resto de los ocupantes de la casa deben saber dónde encontrarlo y cómo utilizarlo».
El botiquín, además, debe ser transportable, para llevarlo allá donde se necesite, y hay que procurar reponer periódicamente los productos gastados y/o caducados.
Desde Cruz Roja sugieren: jabón para lavarse las manos y para lavar la lesión antes de proceder a su cura; cepillo de uñas, guantes de un solo uso; gasas, en sobres unidosis de 4 o 5 unidades para limpiar heridas y contener hemorragias (nunca con algodón, porque pueden quedar fibras en el interior de la zona afectada e infectarla); esparadrapo; antiséptico incoloro (tipo clorhexidina) o coloreado (tipo povidona yodada); tiritas; triángulos de tela, para inmovilizaciones y vendajes improvisados; agua oxigenada, para detener hemorragias de la piel y de la boca, no como desinfectante; vendas; termómetro; crema hidratante para quemaduras; gasas con vaselina; bolsa de hielo sintético, para reducir la inflamación; tijeras con punta redondeada; pinzas de punta fina, para eliminar cuerpos extraños atrapados en la herida; manta termoaislante de color oro o plata; linterna; y libreta de papel y lápiz o bolígrafo, para anotar las indicaciones que nos dé el personal médico por teléfono o detalles importantes. Asimismo, es conveniente tener a mano un listado de teléfonos útiles, como el de emergencias (112), el de familiares cercanos, el del centro de salud o el del Servicio de Información Toxicológica, entre otros.
«Medicamentos. Si algún miembro de la familia tiene prescrita medicación, esta deberá guardarse en un botiquín aparte», advierte Hernández. «El motivo es que, aunque un analgésico (paracetamol, ibuprofeno…) puede aliviar un dolor leve, si el botiquín se utiliza para atender a una persona ajena al hogar que tenga alguna alergia que desconozcamos a algún fármaco, podemos provocar un problema mayor. Por ejemplo, tradicionalmente se incluía en el botiquín una pomada antihistamínica para las picaduras, pero a algunas personas les provocaba reacciones alérgicas».
Dependerá de la gravedad y de la evolución de la lesión. Hernández destaca: «lo esencial es utilizar el sentido común. Si la hemorragia no frena, la herida es muy profunda, la quemadura tiene una superficie de afectación grande o tras una primera cura se aprecian signos de infección (inflamación, supuración...) habrá que ir. Y, siempre que se produzca una pérdida de consciencia, aunque sea leve, será esencial que haya una valoración médica, para descartar posibles problemas cardíacos, un hematoma subdural o una hemorragia intracraneal, entre otros».
Dentro del domicilio, lo fundamental para evitar accidentes domésticos es la prevención. ¿Cómo? Por ejemplo, no dejar utensilios cortantes (cuchillos, tijeras…) al alcance de los niños, mantener el suelo libre de obstáculos o evitar las superficies resbaladizas, entre otras cuestiones básicas.
También es importante que los menores sepan cómo actuar en caso de emergencia. «Nosotros utilizamos la conducta PAS para instruir en los primeros auxilios. La sigla responde a los términos Proteger, Alertar y Socorrer. Proteger consiste en eliminar los elementos que puedan ser peligrosos. Por ejemplo, si se rompe un vaso, lo primero será limpiar los cristales para no cortarse. Alertar es llamar para pedir ayuda. Un menor de entre 6 o 7 años debe estar capacitado e instruido para llamar al 112, de manera que la ayuda llegue cuanto antes y que el personal de emergencias le pueda asesorar sobre cómo proceder con el accidentado. Socorrer es practicar los primeros auxilios, lo cual dependerá de la edad del menor para poder realizarlo o no», detalla Juan Jesús Hernández.
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