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Cada vez se me olvidan más las cosas!, ¡Qué cabeza tengo!, ¡He venido a comprar algo al supermercado y no recuerdo qué!...» Quién no ha dicho alguna de estas frases. Y quién no ha escuchado esos consejos que pasan de generación en generación: «Toma pescado, ... que tiene mucho fósforo y viene bien para la memoria». La publicidad de productos que prometen mejorar esa función, no solo dirigidos a personas mayores sino también a estudiantes en época de exámenes, son habituales. Pero, ¿son productos realmente efectivos? Los expertos desmontan mitos.
«No hay una evidencia científica de que las pastillas que se venden como suplementos alimenticios y de vitaminas para mejorar la memoria aporten resultados», señala Gurutz Linazasoro, portavoz de la Sociedad Española de Neurología. Solo hay un estudio publicado que «sugiere» una mejoría en el deterioro cognitivo con el uso del Soubenaid, un «nutracéutico» –acrónimo de las palabras «nutrición» y «farmacéutico»–. Se trata de una combinación registrada de sustancias que han demostrado algún tipo de efectividad en la fase leve de la enfermedad de alzhéimer y precisa receta médica.
La mayoría de los suplementos para la memoria están compuestos por fosfatidilserina, taurina, teanina, jalea real, minerales y vitaminas –algunos también de Gingko Biloba–. El bioquímico de la Universidad Murcia José Manuel López Nicolás, investigador y miembro del Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, analiza en su blog en qué consiste cada una de estas sustancias y si cumplen las propiedades que se les atribuyen. Recuerda que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) rechaza que la fosfatidilserina sirva para mejorar la memoria o el rendimiento cognitivo.
Otro de los ingredientes estrella, la taurina, –cuyo nombre deriva de la voz latina 'taurus' (toro)–, no solo no mejora la función cognitiva, ni siquiera ayuda a retrasar la aparición de la fatiga tras el ejercicio físico como prometen las bebidas que llevan ese ingrediente, apunta el experto. Igual ocurre con la teanina, abundante en el té verde. Informes oficiales de la agencia europea dejan claro que no tiene efecto alguno en la memoria. Y lo mismo la jalea real, habitual entre los complementos 'intelectuales' por sus supuestas propiedades para ayudar a estudiar o a mejorar la memoria. Está formada por casi un 60% de agua, azúcares, proteínas, lípidos, ceniza, vitaminas y minerales. El Grupo de Expertos en Nutrición, Alergias y Dietéticos de la agencia dejan claro que «no existe la más mínima evidencia científica de que su ingesta ayude al sistema inmune, ni al metabolismo, ni a la función vascular ni a mejorar la 'vitalidad intelectual'… ni a nada», añade López Nicolás.
No quiere decir que todos los ingredientes de los complementos alimenticios destinados a mejorar memoria, atención, rendimiento intelectual sean inútiles. Estos productos llevan una mezcla de vitaminas y minerales que sí poseen propiedades saludables. «Pero se encuentran en cantidades más altas en alimentos saludables que consumimos a diario», advierte Linazasoro.
Por ejemplo, hay un mineral que aparece en estas pastillas, el fósforo, un micronutriente que tradicionalmente se ha asociado a mejorar ciertos procesos relacionados con la memoria. Pues bien, una sardina de tamaño estándar pesa unos 70 gramos y su contenido en fósforo es de cerca de 190 miligramos. Quiere decir que una sardina tiene noventa veces más fósforo que una cápsula de algunos de estos preparados alimenticios. Yes más barata.
El representante de la Sociedad Española de Neurología subraya que lo que sí está demostrado es que una alimentación saludable –de estilo mediterráneo y especialmente rica en frutos secos y verduras– tiene beneficios para el cerebro. Y, por contra, el aislamiento, el estrés, la sordera e incluso la polución perjudican la capacidad cognitiva.
También hay consenso entre los científicos en que la memoria se trabaja. «El cerebro es un músculo y se ejercita, se puede entrenar», añade Linazasoro. ¿Cómo? Hay que mejorar la atención y la concentración, que es donde empieza el proceso de la memoria, explica. Son especialmente buenos los juegos cartas, los de emparejar figuras, crucigramas. sudokus o puzzles. «Lo importante es no ser repetitivos, que no siempre sea el mismo juego de cartas. No sirve hacer treinta sudokus al día. Hay que estimular el cerebro y eso no se consigue con la rutina. Es imprescindible variar el tipo de actividad», resalta.
El ejercicio físico contribuye a la salud mental. De entre once actividades corporales analizadas por científicos de Estados Unidos, bailar resultó la más beneficiosa para la memoria, por delante de deportes clásicos como la natación, el tenis o el golf. El proceso de aprender los pasos de la danza y ajustar la coordinación rítmica propician el desarrollo de nuevas conexiones neuronales. El mismo estudio examinó también el papel de ciertas actividades intelectuales en la salud de la memoria, y concluyó que tres eran muy positivas: leer, tocar instrumentos musicales y los juegos de mesa. Romper la rutina también es bueno para establecer nuevas conexiones neuronales y hacer que el cerebro deje de funcionar de manera automática. Por ejemplo, usar el reloj en el brazo contrario a donde siempre lo ha llevado; realizar tareas con la mano opuesta a aquella con la que siempre se han realizado –sostener un vaso, usar el mando a distancia, cepillarse los dientes...– ; o vestirse con los ojos cerrados.
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