Secciones
Servicios
Destacamos
El trabajo del anestesiólogo consiste en horas de aburrimiento, minutos de estrés y segundos de pánico». Si todo sale bien, que es lo habitual, nadie recordará su nombre. Pero malo si se acuerda... Está David Callejo (Madrid, 1989) empeñado en que nos acordemos, pero para ... bien. Él ya se ha hecho un nombre y una cara conocida. En el hospital –trabaja en el servicio de anestesiología pedriática del HGU Gregorio Marañón–, en la Universidad –es profesor de Medicina en la Complutense– y en Instagram, donde tiene 284.000 seguidores y se dedica a la divulgación resolviendo dudas y desmontando bulos: ¿piernas arriba para buscar embarazo?, ¿engordan más los hidratos de carbono por la noche?, ¿te pones rojo cuando bebes?
Acaba de publicar 'Lo primero, la vida. El día a día de un médico que aprendió a darlo todo' (Ed. Planeta), un libro en el que cuenta cómo un chaval que temía a las agujas se hizo anestesista y pone en valor la labor de estos profesionales a veces infravalorados. Más por desconocimiento que por otra cosa. «Cuando acabé la carrera, la panadera de mi barrio me dijo: '¡Qué alegría verte, ya eres médico!'. 'Sí, Merche, ahora estoy especializándome en anestesia'. 'No te preocupes, con lo que tú vales, seguro que encuentras trabajo de médico pronto'».
Estaba la mujer inocentemente equivocada. «Somos médicos. De hecho, durante esta pandemia el peso de las camas de pacientes críticos la llevamos nosotros. No solo intubamos, que también, sino que hacemos el mismo trabajo de un médico intensivista». David Callejo nos saca de este y otros errores comunes.
«Recuerdo la broma que gasta un cirujano que conozco: 'Ay doctor, lo que más miedo me da es la anestesia general'. 'Eso es porque no ha entendido lo que le voy a hacer: le voy a abrir la tripa y luego se la voy a coser'. En el imaginario colectivo hay miedo a la anestesia porque tenemos miedo a sentirnos vulnerables. Pero yo lo comparo con viajar en coche. Sales a la carretera en Madrid un día soleado, con la revisión hecha, no pasas de 100 kilómetros por hora... ¿Puedes tener un accidente? Sí, pero no es lo probable, ni siquiera lo pensamos. Pues con la anestesia es igual, intentamos que se haga en un día 'soleado', así que lo normal es que no pase nada. La mortalidad en quirófano, por esta y por cualquier otra causa, es bajísima», tranquiliza David Callejo, que se encarga, entre otras cosas, de realizar trasplantes cardíacos en niños.
«No. Lo que sucede es que a algunos anestésicos locales, como los que se usan en las consultas de los dentistas, se les asocia adrenalina porque alarga el efecto de la anestesia y hace que el paciente sangre menos. Pero la adrenalina, además de la vasoconstricción, si se absorbe provoca que el corazón vaya más rápido y, como la mucosa de la boca absorbe mucho, el paciente tiene esa sensación de taquicardia. Pero no es la anestesia, sino que es la adrenalina».
«No hay gran evidencia científica de que no se pueda poner, pero, en la práctica, intentamos no pinchar encima. ¿Por qué? Porque si al meter la aguja sobre el tatuaje arrastras parte de esa tinta, la persona podría llegar a sufrir una meningitis por el químico, que en todo caso es un tipo de meningitis cuya evolución suele ser más favorable que otras. Cuando alguien tiene un tatuaje en la zona donde se pone la epidural intentamos buscar piel sin tintar, que suele haber trozos así en los dibujos. Otra opción sería hacer un corte con anestesia local en esa piel tintada para pinchar ya dentro, salvando el tatuaje»
«Es una técnica que hacemos a ciegas, vas avanzando con la aguja muy despacio, milímetro a milímetro. No ves nada, lo haces con la sensibilidad de las manos, pero si avanzas cinco milímetros más puede atravesar la duramadre, provocando una pérdida de líquido raquídeo, lo que se traduce en un dolor de cabeza intenso».
«Es algo que los anestesistas repetimos mucho pero, por mucho que he buscado explicación, no he hallado evidencia de que así sea. Lo que sí es cierto es que, a veces, durante ese rato se tienen sueños agradables e incluso eróticos. El propofol se utiliza en sedaciones para obtener ovocitos en tratamientos de fertilidad, para colonoscopias, para provocar el sueño en la anestesia general... Es un fármaco para inducir al sueño. Si pones mucha dosis habría que intubar al paciente; en poca dosis, sin embargo, permite que la persona se duerma pero respire por sí misma».
«No existe la alergia a la anestesia, sino la alergia a los fármacos. En todo caso, la incidencia es muy baja y si se produce una reacción de ese tipo que produzca un shock anafiláctico, la persona está en el lugar adecuado para que se la controle. No hacemos pruebas de alergia previas porque no sería práctico».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.