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Solange Vázquez
Sábado, 23 de septiembre 2023, 00:38
A veces somos muy ingratos con algunas partes de nuestro cuerpo: solo nos acordamos de ellas cuando nos duelen o nos hacen 'cosas raras', esos ruidos que nos sorprenden o nos asustan. Nos pasa con las rodillas. Y hasta nos permitimos asentir cuando leemos cosas ... como que fallan mucho porque, en palabras gruesas, son un fiasco del 'diseño' de nuestra anatomía.
Una injusticia. Porque esta articulación –la más grande y compleja del cuerpo– nos permite movernos con velocidad, aguanta el impacto de la vida diaria, soporta mucha tensión y una enorme carga, asegura nuestra estabilidad..., pero tiene el 'inconveniente' de no poder girar hacia atrás y de que se 'avería' con cierta facilidad (y muchísima frecuencia), lo que le da bastante mala fama.Encima, a veces sus fallos son audibles. ¿Quién no ha oído un chasquido, crujido o borboteo en las rodillas al hacer algún movimiento? El más preocupante –otros muchos no lo son– es el que precede a lo que Andrés Gay-Pobes, médico especialista enTraumatología yCirugía Ortopédica del Hospital Vithas de Vitoria, define como «un problema de salud que se podría considerar epidémico»: la rotura del ligamento cruzado anterior (LCA). «Es conversación frecuente y, desgraciadamente, recurrente entre amigos o compañeros de trabajo, 'se ha roto el cruzado', 'qué faena, tiene para unos meses'».
Lo más llamativo es que esta rotura del ligamento cruzado anterior, que suele venir acompañada de «un chasquido audible en más de un tercio de los casos» –y en esta ocasión el 'ruidito' sí es sinónimo de malas noticias–, se suele producir sin que haya ningún tipo de contacto con terceras personas. «Ocurre durante movimientos o cambios bruscos de dirección o de giro sobre la pierna apoyada.Vamos, que la mayoría de las veces no se precisa 'ayuda' para originar la lesión», indica Gay-Pobes.
A este movimiento crítico que rompe el ligamento –un tejido de conexión dispuesto entre el fémur y la tibia de cada pierna y que sirve para estabilizar la rodilla– le sigue un dolor agudo y la sensación de fallo, de que 'se nos va la pierna'. «Luego, más tarde, viene el derrame producido por el sangrado que se produce dentro de la articulación –explica el doctor–.En fin, que la gente se da cuenta de que algo no va del todo bien...».
Esta lesión está 'de moda' ahora mismo por dos motivos. El primero, porque desde que las futbolistas españolas ganaron el Mundial se ha repetido hasta la saciedad que las mujeres –y mucho más las que practican este deporte– son mucho más propensas que los hombres a sufrir esta lesión («tienen de dos a cuatro veces más riesgo» ) debido, al parecer, a que las concentraciones hormonales en las distintas fases del ciclo menstrual modifican las propiedades elásticas del colágeno, por lo que en algunos días el riesgo de sufrir esta rotura se incrementaría. Y, en segundo lugar, porque este mes, con el regreso masivo a los gimnasios y a la actividad deportiva –por lo general, con algún kilito de más cogido en verano y con la forma física algo mermada–, se están produciendo un montón de casos.
«Afecta preferentemente a personas jóvenes, con riesgo más elevado entre mujeres que practican deportes. Por eso es fundamental actuar en la prevención», insiste el traumatólogo. Para evitar la lesión –que no deja de ser el resultado de que los huesos de la pierna se tuercen en direcciones opuestas bajo el peso del cuerpo entero– y evitar quedarnos en dique seco una buena temporada –entre 9 y 12 meses–, lo principal es tener las rodillas lo más cuidadas posible. Es clave evitar el sobrepeso: se estima que cada kilo de más supone unos cinco kilos de presión extra en la rótula al subir y bajar escaleras, por ejemplo. Asimismo, debemos mantener fuerte la musculatura de la zona, sobre todo la de la cara interna de la pierna, que es una de las que menos trabajamos (sentados en una silla, con una pelota entre los pies, podemos subir y bajar las piernas para trabajar esta área).
¿Más 'tips' para tener las rodillas en buen estado y rebajar las posibilidades de dolores y roturas del cruzado? Usar un reposapiés si al sentarnos no llegamos con los pies al suelo y evitar flexionar la rodilla más de 90 grados durante mucho tiempo (45 si ya tenemos problemas). Más: olvidarse de las sentadillas tradicionales si ya tenemos algo tocadas estas articulaciones o hemos sufrido alguna rotura del cruzado, que muchas veces deja secuelas en forma de dolores. Así que es importante elegir bien la actividad que hacemos: nadar, caminar o andar en bici –sin forzar– ayudan a mantener tonificados los músculos que estabilizan la rodilla, pero correr o saltar, sobre todo en superficies duras, pueden generar un impacto que sobrecargue la rodilla y la deje en una situación vulnerable.
Crujidos, esas 'músicas' nuestras
En cuclillas Nos ponemos en cuclillas y, de repente..., un crujido. Ocurre porque hemos forzado la rodilla más de lo habitual y las burbujas que tiene el líquido sinovial (que la rodea y la lubrica) estallan.Es algo que no tiene importancia alguna. El desgaste del cartílago es otra de las causas de este ruido (bien por la edad o bien por la actividad repetitiva de agacharse) y es normal. También es habitual que las personas con artrosis oigan ruidos al flexionar las rodillas.
Al levantarnos Al incorporarnos después de mucho rato tumbados o al realizar cualquier movimiento brusco de la articulación podemos oír crujidos que no suelen tener relevancia si no van acompañados de otros síntomas
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