¿Por qué a veces le piden una radiografía y otras una resonancia?

Desde entonces ha llovido mucho, pero los rayos X siguen siendo un pilar fundamental del diagnóstico por imagen. De hecho, «a día de hoy es el único medio para la detección precoz del cáncer de mama, gracias a la mamografía», destaca Mª Carmen de Juan, profesora de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Alcalá de Henares. No así para otras patologías, de ahí que cuando vamos al médico a veces este nos pida otro tipo de «fotografías» del interior de nuestro cuerpo, como las que realiza la ecografía, la resonancia magnética o la tomografía axial computadorizada, más conocida como TAC o escáner.

El TAC, por ejemplo, también emplea los rayos X como fuente de energía para obtener imágenes, aunque la radiación que emite es superior que la de la radiografía común. Es ideal, sobre todo, en casos de emergencia, pues puede identificar lesiones y hemorragias internas lo suficientemente rápido como para ayudar a salvar vidas.

Muchas de las cosas que se ven con el escáner también se pueden observar con la resonancia, que tiene menos efectos adversos que las dos anteriores porque no emplea radiación, sino campos magnéticos. Estos no han presentado consecuencias negativas por ahora, pero no se llevan utilizando el tiempo suficiente como para saber a ciencia cierta sus implicaciones a largo plazo.

La resonancia es excelente para analizar el cerebro en profundidad, así como para investigar patologías óseas y articulares, pues ayuda a diferenciar muy bien las estructuras sólidas de las líquidas. Permite saber, por ejemplo, si hay una hemorragia cerebral, algo imposible con la radiografía común. Sus mayores inconvenientes es que es costosa y lleva mucho tiempo realizarla. Además, «el paciente tiene que estar muy quieto en una estructura que a veces provoca claustrofobia por lo que, si no colabora, como puede ocurrir con los niños o las personas sin autocontrol, hay que anestesiarlos y eso también tiene sus riesgos», expresa la especialista.

Al igual que esta, la ecografía también distingue las estructuras sólidas de las líquidas y su principal ventaja es que se basa en ultrasonidos, que son inocuos. Por eso es la técnica más aplicada en las gestantes, aunque también se utiliza para diagnosticar las causas de dolor, hinchazón e infección en los órganos internos del cuerpo. Frente a la anterior, es muy económica y no necesita que el paciente esté inmóvil.

«Dado que todas tienen pros y contras, utilizar una u otra depende de lo que se quiera averiguar», dice de Juan. A futuro se trabaja en descubrir técnicas con menos efectos secundarios y hacer que las ya existentes den mucha más información para que, en caso de dejar secuelas en nuestra salud, merezca la pena correr el riesgo porque el beneficio sea mayor que el perjuicio.

El principal problema de la radiación ionizante es que puede provocar mutaciones en el ADN, dando lugar a diversos tipos de cáncer o malformaciones en el feto si se aplica en mujeres embarazadas, de ahí que su uso esté prohibido en este grupo poblacional.

Estas alteraciones pueden producirse tras una única exposición o por acumulación, pues la radiación permanece en el cuerpo una vez atraviesa nuestra piel. Por eso, los especialistas en radiología tienen una máxima: «Utilizar tanta radiación como sea necesaria, pero no más de la imprescindible». Es decir, tiene que estar justificado. Por ejemplo, no se puede hacer una radiografía a un niño solo para cerciorarse de que tiene amigdalitis, pues las amígdalas hinchadas se ven el niño abre la boca. Además, la radiación tiene un impacto más nocivo en aquellas células y tejidos que se dividen más rápido, como ocurre en la etapa de crecimiento, por lo que los menores tienen mayor riesgo que los adultos a desarrollar mutaciones cromosómicas si se exponen mucho a los rayos X.