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Hay algunas claves que nos hacen saber que una película, foto, programa de televisión o serie es ya de hace unos años. La vestimenta, el hecho de que los personajes fumen en sitios públicos, los modelos de coche que se ven... ¡y las bocas de ... la gente! ¿Por qué? Porque hoy en día la práctica totalidad de los famosos y personajes públicos llevan la boca impecable, con los dientes bien alineados (¡qué cantidad de ortodoncias se ven en adultos!), blanqueados –a veces hasta el deslumbramiento fluorescente– y a menudo con carillas e implantes para que su sonrisa sea de revista. Desde luego, ahora mismo quedaría raro que una estrella como el David Bowie de los 70 llevase los dientes algo revirados y amarillos, destacando con su maquillaje blanco (luego se los arregló). Y los vips son sólo un reflejo exagerado de la sociedad en general, que cada vez se preocupa más por lucir una sonrisa bonita y se cuida más la boca.Así, no sólo vamos más al dentista a hacernos limpiezas, a revisar si hay problemas y a pedir soluciones estéticas, también invertimos más tiempo en cuidarnos la dentadura en casa. Aunque lo aconsejable es una higiene completa tras cada comida, siendo realistas, Javier Palacios –odontólogo y responsable asistencial de las clínicas dentales IMQ– se 'conforma' con que cada cual haga lo que pueda de día y que, por la noche, en la tranquilidad del hogar, nos pongamos con mimo y sin prisas al lío.
¿Qué nos hace falta? El dúo cepillo-pasta de toda la vida se ha quedado algo corto. «Con el simple cepillado sólo limpiamos el 60% del diente», afirma Palacios. ¿Y el otro 40%? Hay una serie de herramientas y productos que nos pueden ayudar a cubrirlo. Pero hay que saber cómo usarlos y cuántas veces. Son estos.
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¿Tenemos uno en casa? La mayoría de la gente no, pero empieza a popularizarse su uso. «Ya se venden en todos los sitios, en internet, en tiendas, en el super... –indica el experto–. Es un aparato que echa agua a presión (aunque también puede añadírsele colutorio) para llegar a zonas de la boca donde no alcanza el cepillo». Según indica, «no sustituye en ningún caso al cepillado, pero es una ayuda extra», sobre todo, si se tienen implantes, algo cada vez más frecuente, ya que, como destaca, «España es el país europeo donde más se colocan». Además, en casos en los que la persona tiene prótesis fijas u ortodoncias y, por tanto, la limpieza resulta más complicada, los irrigadores son especialmente útiles, ya que quitan más placa y comida de espacios complicados. ¿Merece la pena comprarse uno? Si somos hábiles con el hilo o la cinta dental quizá no, pero, si no es el caso, igual la inversión sí estaría justificada. Los hay desde 20 a 80 o 100 euros.
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Palacios recalca que un buen trabajo con el cepillo es insustituible. ¿De los de siempre o de los eléctricos? «No hay mucha diferencia, aunque sí hay estudios que han determinado que los eléctricos son algo más efectivos», apunta Palacios, que, por cierto usa uno de los de toda la vida. «Lo importante es utilizarlo correctamente».
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El odontólogo indica que lo importante a la hora de elegir cepillo es que llegue bien a todos los rincones, que tenga la punta redondeada y las cerdas de dureza media o suave... Asimismo, aconseja que en casos especiales, como personas con algunas ortodoncias o que se han sometido a intervenciones bucales, se busquen algunos cepillos adaptados a sus circunstancias, que los hay.
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Palacios es consciente de que a veces tenemos cepillos que ya casi son de la familia, como todos los gérmenes que se van acumulando, así que hace un llamamiento desesperado: «¡Hay que cambiarlo cada tres meses!».
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Para completar el cepillado con estos elementos hace falta «algo de destreza y también de tiempo». Y a veces no estamos sobrados de ninguna de las dos cosas y estos elementos que sirven para quitar restos de las zonas complicadas de la boca terminan haciéndonos sangrar las encías. ¿Desistimos? «Hay que hacerlo con cuidado, pero si sangra la encía porque está inflamada, precisamente lo que tenemos que hacer es esmerarnos en la limpieza», recalca Palacios, quien aconseja la cinta en lugar de la seda (siempre encerada para que pase mejor por las partes más estrechas) porque cubre más espacio. Y si las zonas a limpiar tienen unas dimensiones mayores, los cepillitos interproximales, «que los hay de distintas formas y tamaños para adaptarse mejor». Con una vez al día que hagamos este tipo de repaso sería suficiente.
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¿Hace falta el colutorio? «Con el cepillo sólo limpiamos las caras libres de los dientes, es decir, lo que se ve cuando nos reímos y masticamos», pero los puntos interproximales (las partes de las piezas que están entre diente y diente) son la bestia negra. Ahí el cepillo se mete poco. «De hecho, hace años yo veía caries por todo el diente, ahora la mayoría están en estas zonas, porque la gente el resto se lo limpia más o menos bien», apunta Palacios. «Y el colutorio, para finalizar la limpieza, llega a más zonas de la boca y como tiene poder antiséptico reduce la placa. Hay estudios que dicen que usarlo dos veces al día es tan efectivo como la seda o la cinta una vez diaria». Pero, muy importante: no te enjuagues la boca inmediatamente (algunos 'pican'), espera al menos un cuarto de hora para que haga bien su función. Tampoco comas o bebas.
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¿Qué colutorio elijo? Vale cualquiera, aunque los más frecuentes son los de clorhexidina (para personas que suelan sufrir complicaciones o para periodos cortos, ya que pueden teñir un poco los dientes, aunque una limpieza profesional los deja como nuevos) y los de aceites esenciales, de marcas muy conocidas y que son eficaces.
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