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'Yo controlo', la falsa sensación de seguridad del fumador 'social'

'Yo controlo', la falsa sensación de seguridad del fumador 'social'

«No existe un umbral de seguridad. Es tan adicto el que fuma veinte cigarros al día como el que fuma uno»

Martes, 6 de abril 2021, 00:05

Yo controlo. Tiene la frase vocación tranquilizadora, pero no es verdad. Hablamos de fumadores. No de esos de cajetilla diaria, sino de los de pitillo diario, dos como mucho, fumadores ocasionales, sociales, «fumadores 'BBC', de bodas, bautizos y comuniones». Carlos A. Jiménez Ruiz, neumólogo y presidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica empieza la conversación con una advertencia: «Tan adicto es el que fuma muchos cigarrillos al día como el que fuma pocos». Otra: «Aproximadamente el 85% de la gente que empieza a fumar desarrolla adicción a la nicotina y acabará necesitando fumar todos los días».

Sara, madrileña de 35 años, dedicada al mundo artístico, forma parte (formaba, mejor dicho) de ese 15% de fumadores ocasionales: había días que encendía uno, o dos, o tres... y luego pasaba una semana sin acordarse. «Yo era una fumadora emocional. Fumaba cuando estaba disgustada; luego estaba el cigarro 'placentero', que es ese que te fumas después de cenar o tomando un vino con una amiga; y el 'social', cuando vas al teatro con conocidos y a la salida te encuentras con un montón de gente y casi no sabes de qué hablar, pues te lías un cigarrillo y rellenas ese momento en el que no estás del todo a gusto».

Sara fue poniendo 'apellidos' a esos pocos cigarros que se fumaba en la terapia de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), un programa que empezó a funcionar en 1988 y al que el año pasado, pese a la pandemia que impidió sesiones presenciales, se apuntaron 1.280 personas en España. «El 60% deja de fumar», aporta el dato Pedro Aguilar, uno de los psicólogos al frente de estos grupos, en los que se da cita gente diversa –normalmente en torno a los cuarenta y muchos–: desde fumadores compulsivos que terminan tres paquetes en un día a otroscomo Sara, a los que les dura la cajetilla una semana. «Cuando conté que llevaba fumando desde los 17 pero siempre poco, me decían: '¡Guau, qué suerte!'». No tanta, se apresura a corregir el psicólogo: «No estamos de acuerdo con la etiqueta de 'fumador de bajo consumo' porque no hay umbral seguro». Coincide, literal en las palabras, el neumólogo: «Es cierto que a más cigarrillos diarios y a mayor tiempo fumando, más riesgo. Pero estudios con personas que fuman menos de cinco cigarros al día han demostrado que tienen el doble de probabilidades de desarrollar infecciones respiratorias o cardiopatía isquémica que alguien que no fuma». Y da más datos: «Un 85% de las personas con enfisema pulmonar son fumadoras y un 90% de los pacientes con cáncer de pulmón lo padecen por culpa del tabaco. De hecho, si en el mundo no se fumara, este tipo de cáncer sería una auténtica rareza».

«Por un poco de mal...»

Pese a las estadísticas y a que con cada cigarro «se compran papeletas para enfermar», existe entre los fumadores ocasionales «una falsa sensación de seguridad». Así lo creía Sara: «Yo me decía: 'Como sano, hago deporte, por un poco de mal... Además, más contaminación hay en el aire de Madrid que respiro todos los días. Buscas siempre cómo 'compensar' porque aunque fumes poco eres consciente de que te estás haciendo daño».

Y entonces, ¿por qué siguen fumando? «Porque existe una dependencia y esa dependencia la tiene tanto el que fuma un cigarro como el que fuma veinte», insiste Aguilar. Una dependencia, señala el doctor Jiménez, disfrazada de recompensa. «En el caso de los fumadores existen dos tipos de 'recompensas'. El que fuma mucho, si no lo hace, desarrolla un síndrome de abstinencia que se traduce en ansiedad, irritabilidad... Así que consume tabaco para evitar ese síndrome, es decir, por una 'recompensa' negativa. Sin embargo, el que fuma un cigarrillo al día lo hace por el 'placer' de fumar después de comer, porque está charlando de sobremesa... En este caso la 'recompensa' es positiva. Y, por tanto, el abordaje de su tratamiento no podrá ser el mismo. Al primero le podrán ayudar los parches de nicotina, pero el segundo necesitará un apoyo más de tipo psicológico».

Como le pasó a Sara: «Yo podía estar varios días sin fumar, pero, a la vez, tenía la sensación de depender del tabaco. Por un lado, me apetecía fumar ese cigarro, sí; pero, por otro, saber que dependía de eso para encontrarme a gusto o en calma no me gustaba. Aunque me costaba mucho renunciar a él».

Tanto como a quienes fuman veinte veces más de lo que fumaba ella. «A la mente lo que le cuesta es la idea del 'nunca jamás'. 'Nunca más voy a coger un cigarro'. La dificultad de esa idea es la misma para el que fuma mucho que para el que fuma poco. ¿Por qué a muchas mujeres que son fumadoras no les cuesta dejar el tabaco durante el embarazo, por ejemplo? Pues porque muchas se lo plantean como un 'hasta luego', no como un 'adiós'», señala Pedro Aguilar.

Ni tos ni dientes amarillos

Además, «quienes consumen poco tabaco no tienen tos, ni los dientes ni los dedos amarillos, ni enfermedades respiratorias... De modo que creen que todavía no tienen que afrontar esa decisión de dejar de fumar, que pueden esperar. Es como el adolescente que empieza con el hábito y, como mucho, tendrá halitosis o algo más de acné. El ser humano es cortoplacista y cuando les hablas a esos chavales de las consecuencias que les acarreará el tabaco cuando tengan cuarenta años te miran raro». No así ese cuarentañero que lleva ya veinte años fumando y quiere dejarlo. «Ese probablemente vea enseguida la mejoría y las consecuencias positivas de dejar de fumar». Mejora del gusto, del olfato, aumento de la capacidad respiratoria... Lo notan más los 'super fumadores', sí, pero lo nota también el que fuma uno al día. «Te dicen: 'El tabaco no me afecta a nivel físico'. Pero para afirmar algo así deberían comparar su capacidad física con la que tendrían si no fumaran. A terapia vino en una ocasión un directivo de cuarenta y tantos años, deportista. Decía que no salía a correr porque ya no tenía edad, pero dejó de fumar y volvió a hacer running. También hay gente que fuma cannabis y dice que se concentra bien. Ya, pero ¿has testado tu capacidad de concentración alguna vez sin haber fumado cannabis?».

Por eso, aunque la cantidad y la frecuencia importan, hay que mirar más alla. «'Yo solo consumo cocaína cada tres meses'. Sí, pero te pones violento cada vez que lo haces, ¿no? Debemos fijarnos en las consecuencias de la adicción, no solo en las veces que lo hacemos. Además, esos que fuman 'solo uno', llega el sábado y se dan un atracón de quince o los fuman a la vez que toman alcohol, una combinación que hace más dañino aún el efecto del cigarro», señala Aguilar.

Así que consecuencias hay desde que enciendes el primer pitillo. «¿Te comprarías un modelo de coche que el vendedor te asegurara que es peligroso? No, ¿verdad? Pues con el tabaco se acepta ese incremento de riesgo, pese a que todo el mundo sabe lo malo que es. ¡Pero si lo pone directamente en el paquete!».

«Cinco minutos a la calle»

Al margen de las obvias consecuencias sobre la salud, el consumo de tabaco afecta «a nivel económico, físico y psicológico». Nos domina más de lo que creemos, de lo que creen especialmente esos fumadores 'sociales'. «Imagínate que estás en una conversación super interesante y alguien te echa cinco minutos a la calle. ¿A que no se lo permitirías? Pues eso es lo que le permites al tabaco», señala gráficamente Aguilar. Y con esa idea plantea en las charlas motivacionales que imparte para dejar de fumar la siguiente cuestión: «Me voy a quedar con tu número de teléfono y te voy a llamar cada vez que enciendas un cigarro, ya sea un lunes por la mañana, un sábado por la noche o el día de Navidad. Y no bastará con que me cojas el teléfono, sino que me tendrás que dar conversación durante cinco minutos, el tiempo que tardas en fumar el cigarro. ¿A que a la tercera semana pedirías mi ajusticiamiento?».

Hacen los especialistas un llamamiento personal a los fumadores, pero desde la Asociación Española Contra el Cáncer reclaman también modificaciones legislativas que ayuden a desterrar el pitillo: «Hay que ampliar la ley para que incluya más espacios libres de humos, que esta normativa se aplique también a los cigarrillos electrónicos e incrementar la fiscalidad al tabaco», entre otras medidas.

HOY DEJO DE FUMAR...

Cómo afrontar el 'día D'

Antes de tres semanas

«No conviene retrasar el 'día D' más de tres semanas. Hay quien prefiere dejarlo un día laboral porque le absorbe tanto el trabajo que casi ni se da cuenta y otros que, precisamente, como el trabajo les estresa y tienen asociados esos cigarrillos a los pequeños parones laborales, prefieren empezar con la abstinencia cuando están de ocio», explica Pedro Aguilar, psicólogo de la Asociación Española Contra el Cáncer.

Tira todo el tabaco

«El día antes mete en una bolsa de basura todas las cajetillas y cigarros que tengas: en casa, en la guantera del coche, en el altillo... No guardes ninguno. Es la manera de evitar un acto impulsivo».

'Partido a partido'

«Ponte metas a corto plazo: 'Mi objetivo es acostarme hoy sin haber fumado un solo cigarro'. No pienses a mucho tiempo vista: '¿Cómo será mi siguiente cumpleaños si no puedo fumar?', '¿Cómo me sentiré en la boda de mi amigo sin encender un solo cigarro?'. Cuanto más difícil es dejar una adicción, más corto debe ser el paso».

«Un clavo saca otro clavo»

«Aquí funciona ese dicho. Como vas a quitar esa 'fuente de placer' que es el cigarro y que tienes magnificada, concédete algún capricho ese día: un masaje, una sauna, salir a cenar... 'Reforzadores', cosas satisfactorias».

Y después dedejarlo, ¿qué?

'Currarse el ocio'

«Cuando sales de una adicción hay que 'currarse' el ocio. Si te gusta leer, por ejemplo, busca bibliotecas cerca de tu casa. O gimnasios o conciertos a los que ir... Mejor un ocio variado», recomienda el psicólogo de la AECC.

Resistir la tentación

«El deseo de fumar es una cosa pasajera. Minutos, segundos incluso. Cuando tomas conciencia de la fugacidad de ese deseo es más fácil. Las ganas de fumar 'se pasan' enseguida, no es como cuando tienes un dolor de muelas y no sabes si remitirá en media hora o tardará cuatro. Por eso es tan difícil gestionar esta pandemia, porque no sabemos cuándo va a acabar».

Para el 'malestar'

«Los ejercicios de respiración ayudan a disminuir el malestar emocional. La meditación también».

¿Consumo controlado?

«No existe el consumo controlado. La única manera de salir de una adicción es dejándolo totalmente, si no, aunque reduzcas la cantidad de cigarros al principio, no tardarás en llegar al mismo nivel de antes».

¿Y si recaigo?

«Que nadie te ofrezca un cigarrillo. Y si se recae, no vale decir: 'Ya de perdidos, al río'. Ese mismo día se empieza de nuevo la abstinencia». Sin perdonarse uno, pero sin fustigarse tampoco».

¿Qué 'pasa' al dejar de fumar?

  • 15 días después: «Se captan mejor los olores y los sabores y la mejora en la capacidad de hacer ejercicio físico se traduce en una menor fatiga al subir las escaleras o echar una carrera», explica el neumólogo Carlos A. Jiménez Ruiz.

  • 3 o 4 meses después: «Comienza a disminuir la tos o la expectoración consecuencia de fumar».

  • 1 año después: «Mejora notablemente la capacidad respiratoria y la persona puede respirar más profundamente. Aunque quizá él no lo note, el médico sí lo percibe al hacer una exploración al paciente».

  • 2 años después: «Desde el día que se deja de fumar se produce una disminución de las probabilidades de desarrollar enfermedades asociadas al consumo del tabaco como la bronquitis crónica, pero al cabo de los dos años esta disminución es ya muy notoria».

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