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Cerebro
«El alcohol es un destructor de neuronas», alerta José Luis Palma, vicepresidente de la Fundación Española del Corazón. Y advierte del «impacto» de este hecho en la salud mental. «Se pueden sufrir delirium tremens, alucinaciones, escenas terroríficas de animales que atacan... Perciben que el ... mundo les agrede y todo es consecuencia de una lesión neuronal». También es sintomatología habitual en el bebedor «mareos, sensación de irrealidad, pérdida de la noción espacio-temporal, problemas de control del movimiento... Lo que puede derivar con el tiempo en serios daños cerebrales como pérdida de memoria, lenta regeneración celular... además de alterar gravemente el sistema nervioso con periodos de euforia y depresión», añade el dietista Álvaro Vargas, autor del libro 'Refuerza tus defensas. Consigue un sistema inmunitario fuerte de forma natural' (ed. Grijalbo).
Corazón
«Una de las enfermedades más habituales asociadas a la alta ingesta de alcohol es la miocardiopatía dilatada alcohólica, que implica una dilatación del corazón y la destrucción del tejido contractil, lo que puede hacer al sujeto entrar en insuficiencia cardiaca. Muchos de estos pacientes acaban engrosando las listas de espera para trasplante. Pero, cuando dejan de beber, la enfermedad mejora hasta el punto de que pueden salir de esa lista», advierte el doctor Palma.
Hígado
«Al tratarse de un tóxico hepático, el bebedor puede presentar hígado graso, después hígado fibroso y, finalmente, hígado cirrótico».
Musculatura
La pérdida de masa muscular es otra de las consecuencias de la ingesta abusiva de alcohol.
Cáncer
Advierte el doctor Palma de la relación «directa» entre el consumo de alcohol y el desarrollo de cánceres: «de pulmón, lengua, mama, esófago, colon...». A propósito de esta conexión, el dietista Álvaro Vargas recuerda un estudio de la Asociación Américana del Cáncer «que dictaminaba que el consumo de una bebida alcohólica diaria aumentaba un 10% el riesgo de padecer cáncer de mama».
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Tuberculosis y sida
Informa la OMS en su web que «se han determinado relaciones causales entre el consumo nocivo y la incidencia de enfermedades infecciosas como la tuberculosis y el sida».
Pérdida de nutrientes
No es raro sentir agarrotamiento muscular después de haber bebido. La explicación es que «con la ingesta de alcohol se produce una pérdida de vitamina B6 a través de la orina, fundamental para nuestros músculos», explica el dietista. Pero el alcohol no solo interacciona mal con las vitaminas. «El zinc y el selenio son los minerales que se ven más afectados y, por tanto, también nuestras defensas. Además, el alcohol impide que el calcio que circula por nuestra sangre se adhiera a los huesos, de manera que, tras un consumo prolongado, puede aparecer osteoporosis».
Salud de la piel
«Afecta a la fabricación de colágeno, sobre todo las bebidas de mayor graduación, haciendo que la piel pierda firmeza y elasticidad».
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