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Sucede con el dolor de muelas que es terrible, sí, pero parece que se nos olvida enseguida. Y no toda la culpa es de un mal cepillado, pero mucha sí. Llevamos años oyendo la misma recomendación: hay que lavarse los dientes tres veces al día. ... Y no lo hace ni la mitad de la gente. Solo cumplen a rajatabla el 41% de los españoles, mientras que un 38% se los lava dos veces, un 17% una única vez y un 1%, nunca, según los datos de la encuesta 'La salud bucodental en España 2020', elaborada por el Consejo General de Dentistas y la Fundación Dental Española. No preguntan a la gente si se los lava cinco veces, pero deberíamos si hacemos las cinco comidas que recomiendan los nutricionistas. «Hay que lavárselos aunque se coma solo una pieza de fruta. Y, en caso de hacer solo dos cepillados, uno de ellos tiene que ser nocturno y siempre con pasta dentífrica con flúor. Deberemos emplear dos minutos en cada cepillado», advierte el doctor Óscar Castro Reino, presidente del Consejo General de Dentistas.
«Si dividimos la boca en cuatro partes (dos para la parte de arriba y otras dos para abajo) necesitaríamos unos 30 segundos de cepillado para cada una de esas zonas», calcula el especialista. Sobre la dirección del cepillado, lo importante, explica, es asegurarnos de cepillar «todos los dientes y por todas sus partes al menos ese medio minuto».
La medida del guisante que hemos escuchado tantas veces no es mala referencia. «En el caso de niños menores de 3 años, la cantidad de pasta a depositar en el cepillo debe ser la equivalente a un grano de arroz, del tamaño de un guisante de 3 a 6 años y como un garbanzo a partir de esa edad». Por cierto que hasta los bebés sin dientes deben 'lavárselos' con «una gasa humedecida por las encías».
«Es imprescindible incorporar el flúor en las técnicas de cepillado si queremos obtener una acción protectora eficaz frente a la caries. El flúor actúa a través de tres mecanismos: permite, al incorporarse al esmalte, hacerlo más resistente al ataque de los ácidos; tiene un efecto antibacteriano sobre aquellos microorganismos que provocan la caries y evita la desmineralización del diente, favoreciendo que vuelva a remineralizarse», explica Castro. Sobre la cantidad de flúor necesaria, «lo recomendado es que la pasta dentífrica, para niños o adultos, contenga entre 1100-1200 ppm de flúor».
«La higiene interdental debe realizarse una vez al día, preferiblemente después del cepillado nocturno, bien con hilo de seda o con cepillos interproximales para llegar a las zonas donde el cepillo no llega. En aquellos espacios en los que cabe, es preferible usar el cepillo».
Tanto el cepillo manual como el eléctrico eliminan la placa bacteriana, aunque los segundos «son capaces de eliminar hasta un 15% o un 20% más de placa», advierte el doctor Castro. Si se usa uno manual, el dentista recomienda «uno de cerdas de dureza media, con un cabezal no demasiado grande para permitirle llegar a las zonas más internas de la boca» que deberemos cambiar «cada tres o cuatro meses o antes si hemos tenido una infección respiratoria o una amigdalitis».
La recomendación general de los odontólogos es cepillarse los dientes «inmediatamente después de cada comida, para evitar que las bacterias orales empiecen a actuar». Salvo cuando tomemos azúcares (chocolate, bollos...), bebidas carbonatadas (refrescos) o cosas ácidas (uvas, limón...). «Cuando ingerimos este tipo de alimentos, a los dos minutos se inicia una importante desmineralización del esmalte. Si nos cepillamos en ese momento, estaremos empeorando la cosa y agravando la pérdida de minerales del diente. Por eso, en estos casos es mejor esperar 20 o 30 minutos para que la propia saliva consiga neutralizar los ácidos y, pasado ese tiempo, cepillarse», orienta el experto.
¿Cuántas veces ha salido a comer y, a falta de cepillo de dientes, ha comido un chicle de menta para 'limpiar'? Pues, la próxima vez, pida mejor una manzana de postre en el restaurante. «La manzana, la pera, el kiwi y la sandía son frutas fibrosas que ayudan a la autolimpieza de los dientes y estimulan la producción de saliva, por lo que pueden considerarse beneficiosas para nuestros dientes. Las fresas son también buenas porque contienen xilitol, sustancia que es antibacteriana y ayuda a reducir los microorganismos del biofilm dental».
En el otro extremo, los alimentos que más afectan a la salud de nuestros dientes son «los azucarados y las bebidas carbonatadas». Estos son «los más perjudiciales», pero ojo también con los zumos de cítricos. «Hay que dosificar su ingesta debido a su elevada capacidad de desmineralización del esmalte», alerta el presidente del Consejo General de Dentistas.
«La lengua actúa a modo de esponja de bacterias, de ahí la importancia de 'barrerla'», advierte el doctor Óscar Castro. Existe, de hecho, un cepillo o raspador específico para esta zona. «Hay que sacar la lengua completamente hacia afuera y arrastrar la capa sucia de dentro hacia fuera, repitiendo este gesto entre cinco y siete veces», explica Mareva Gillioz, 'coach' especializada en dietoterapia digestiva y microbiota y autora del libro 'Happy food therapy' (Lunwerg Editores). Recomienda hacerlo nada más levantarnos. «Nuesta saliva es una sustancia antimicrobiana y rica en anticuerpos que la boca secreta en poca cantidad mientras dormimos. Durante la noche se favorece el incremento de toxinas, residuos y bacterias residentes en la lengua y en la boca. Por eso al despertarnos solemos emanar ese aliento».
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