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La prevalencia es pequeña: menos de 500 casos al año en España. Y rara vez se habla de este cáncer, rodeado también de un fuerte estigma por el gran impacto psicológico que la enfermedad añade a los hombres que la sufren. Hablamos del cáncer de ... pene, un tumor que «se origina por un crecimiento incontrolado, en los tejidos de este miembro, de células con potencial maligno (cancerosas) que se dividen de manera anómala y, posteriormente, se desplazan a otro lugar del cuerpo (metástasis) provocando problemas graves e, incluso, la muerte», exlican los doctores Javier Romero-Otero –director del Departamento de Urología de HM Hospitales de Madrid y director médico de ROC Clinic– y Félix Guerrero Ramos –responsable de la Unidad de Uro-Oncología de ROC Clinic–. «En función de las células que lo originan y de su crecimiento existen distintos tipos de cáncer de pene, pero el más habitual es el carcinoma escamoso y la mayor incidencia de esta patología en el mundo se encuentra en Brasil», añaden.
Uno de sus principales factores de riesgo es la infección crónica por el virus del papiloma humano (VPH). Además, algunos estudios sostienen que personas con múltiples parejas sexuales y que mantienen relaciones sin protección tienen más riesgo de desarrollarlo; así como hombres solteros (probablemente en relación con lo anterior) y aquellos que inician las relaciones sexuales a edades tempranas, que residen en áreas rurales y tienen un bajo nivel socioeconómico. Otros motivos relacionados son: la edad, las infecciones habituales o crónicas en la zona del glande o del prepucio y la fimosis –problema que se produce cuando el orificio del prepucio, la piel que recubre el pene, es demasiado estrecho para dejar salir al glande– que no se opera.
Los síntomas de la enfermedad aparecen de forma muy temprana. Lo más habitual es encontrar lesiones en torno al glande o el prepucio, pero pueden manifestarse en cualquier parte del pene. «A veces se trata de una lesión con un enrojecimiento en la zona del glande que no existía previamente, o de una pequeña verruga, o de una zona escamosa. Por eso, ante cualquier tipo de alteración es clave consultar con el urólogo», aconsejan los doctores.
Primero, para descartar otras posibles lesiones leves de fácil diagnóstico y tratamiento, como una foliculitis por el enquistamiento del vello púbico. En segundo lugar, porque el cáncer de pene puede comenzar con una lesión premaligna que, sin serlo de primeras, puede convertirse en un cáncer si se deja evolucionar. En casos avanzados pueden aparecer bultos o úlceras (heridas) en la zona de las ingles porque el tumor ya se ha extendido a los ganglios de la zona inguinal.
Rosa PORTERO
Psicóloga clínica
Para poder hacer un diagnóstico el paciente se tiene que someter a una exploración física en la que el urólogo examina el pene y las ingles. El problema es que, dada la zona en la que se produce, a veces los hombres tienen cierta reticencia a consultar con el médico estas molestias, lo que puede provocar que, cuando se deciden a hacerlo, ya sea tarde.
El tratamiento más común es la cirugía y existen diferentes opciones dependiendo de dónde esté el tumor. «Si se encuentra en el prepucio, por ejemplo, con una circuncisión se quedan los márgenes limpios. Otras veces se quita solo el glande, mientras que en los casos más graves se plantea la amputación parcial o total del pene (penectomía)», informan los urólogos. La penectomía total es la intervención que más secuelas estéticas, funcionales y psicológicas tiene, pues el varón se queda sin pene y tiene que orinar sentado.
Más allá de los efectos físicos, la afección emocional que acompaña a esta enfermedad es importante. «La aparición de problemas psicológicos asociados a estos casos tiene varias explicaciones. Se sabe que una de las principales preocupaciones de los varones en la adolescencia gira en torno al tamaño y desviación del pene, la asimetría de los testículos, la forma del glande y la ausencia o presencia de vello corporal. Lo viven como una etapa en la que empieza una 'cuenta atrás' para su primera relación sexual, que es percibida como un rito inicial para adquirir prestigio social y pertenencia al grupo de pares. Por ende, la autoestima queda íntimamente relacionada con que se produzca este ajuste, lo que lleva al sexo masculino a definirse como 'más válido o apto' en función de su 'habilidad sexual'. Ese es uno de los motivos por los que cualquier problema o dificultad en la vida adulta en esta área se vive con rechazo, miedo, vergüenza y estigma», explica Rosa Portero, psicóloga sanitaria del Center Psicología Clínica, en Madrid.
A esta circunstancia se suma el 'tabú'. «Históricamente, el contexto sociocultural no ha favorecido el tratamiento natural de los temas relacionados con la sexualidad y los órganos sexuales, y además existe un gran desconocimiento de estas patologías, lo que explica la dificultad de los hombres a 'abrirse' sobre los problemas relacionados con sus genitales, así como su reticencia a consultar al médico», desarrolla la especialista.
En su opinión, la solución pasa por promover «un cambio cultural imprescindible para la evolución del modelo actual de masculinidad mal entendida. Es necesario dejar de identificar la masculinidad con el poder, la fuerza física, la dureza y la represión emocional y pasar a realzar valores como la expresividad auténtica, la honestidad, la empatía o la amabilidad. Solo mediante una educación basada en valores podremos abordar este problema».
El cáncer testicular no tiene ninguna relación con el cáncer de pene. Lo único en lo que se asemejan es en que son enfermedades poco frecuentes. «Un paciente con cáncer de testículo no tiene más riesgo de tener un cáncer de pene, y viceversa. De hecho, los factores de riesgo del cáncer de pene no afectan y no provocan cáncer testicular. Este último es más típico de hombres jóvenes, mientras que el cáncer de pene suele afectar, en general, a hombres más mayores», explican los especialistas de ROC Clinic.
Los síntomas que caracterizan el cáncer de testículos son: aumento del tamaño testicular, sensación de pesadez en el escroto, dolor abdominal o en la ingle o molestias en un testículo o en el escroto.
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