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En Florencia (Italia), hay una farmacia de libros. Se llama Piccola Farmacia Letteraria y es una librería donde las lecturas vienen acompañadas de originales prospectos con indicaciones terapéuticas. La «farmacéutica», una librera llamada Elena Molini, es quien escribe las recetas tras una ... lectura minuciosa, muchas veces ayudada por su hermana, que es psicóloga. La idea es dar respuesta a aquellos clientes que buscan consejo literario según sus inquietudes, ya sea el desamor, el duelo, la felicidad, el humor o la crisis de los 50. Una especie de «medicación literaria» para la mente y el alma que no necesita prescripción médica.
Esta original ocurrencia guarda mucha relación con una práctica llamada biblioterapia, que consiste en el uso de la lectura con un fin terapéutico o de desarrollo personal. No es nueva, pero sí cada vez más popular. De hecho, durante el confinamiento muchos hicieron de los libros su refugio para sobrellevar mejor la situación, según confiesa un 82% de los encuestados del estudio 'El papel del libro y de la lectura durante el periodo de confinamiento por Covid-19 en España', realizado por la empresa Conecta Research & Consulting. Pero, ¿realmente los libros tienen un poder sanador?
En su tratado de biblioterapia 'Manual de remedios literarios: Cómo curarnos con libros' (Siruela), las biblioterapeutas británicas Ella Berthoud y Susan Elderkin, que estudiaron literatura en la Universidad de Cambridge, plantean una serie de «píldoras y pomadas literarias con las que ganar salud, felicidad y sabiduría». ¿Qué tal unos gramos de la prosa de las hermanas Brönte para sanar el mal de amores? ¿Y una dosis de Hemingway contra la resaca? Las recomendaciones se organizan por orden alfabético y por dolencias, y las hay para niños y adultos.
Algo similar plantea su compatriota Lucy Horner, una joven que encontró, a través de la recomendación de una terapeuta, un bálsamo contra el trastorno de estrés postraumático y la ansiedad en el libro 'Guerra y Paz', de Leon Tolstoy. Fue entonces cuando creó la web 'Terapia Tolstoy', donde comparte su experiencia con los libros de ficción para apoyar la buena salud mental. Entre ellos encontramos 'La Odisea', de Homero, para cultivar la fortaleza; 'El hombre en busca de sentido', de Viktor Frankl para quienes se sienten perdidos; o 'El Principito', escrito por Antoine de Saint-Exupéry, que reflexiona sobre temas tan universales como el amor, la amistad, la soledad o el duelo.
En España, algunas comunidades han puesto en marcha campañas relacionadas con esta práctica. En Galicia, por ejemplo, la Agencia de Conocimiento en Salud y la Consellería de Sanidad de la Xunta lanzaron en 2019 el proyecto 'Biblioterapia: lecturas saludables', que incluye una lista de 142 libros seleccionados, evaluados y validados por expertos del ámbito sanitario y literario-lector. Su objetivo es «que cualquier persona pueda utilizarlos como complemento en un tratamiento, en grupos de lectura o por su propio interés personal». Para ello, están agrupados en dos bloques: libros de autoayuda y psicoeducación, orientados a ofrecer técnicas e información para comprender y afrontar distintos problemas; y novelas y libros de no ficción, que plantean experiencias personales, emociones y conocimientos sobre la vida en los que el paciente se puede ver reflejado. Los del primer grupo son recomendaciones de profesionales sanitarios, mientras que los del segundo son sugerencias de pacientes y expertos en literatura y biblioterapia.
Encontramos así títulos para combatir la depresión y la tristeza como 'El arte de no amargarse la vida', de Rafael Santandreu; para enfrentarse a la pérdida, como 'Déjame que te cuente', de Jorge Bucay; para que los más pequeños entiendan el autismo, como 'La razón por la que salto', de Naoki Higashida; o para reflexionar sobre las relaciones tóxicas, como 'Extraños en un tren', de Patricia Highsmith.
Otro caso es el del municipio de Soto del Real, en la Comunidad de Madrid, que puso en marcha en 2012 el proyecto 'Biblioterapia para mayores', un servicio de préstamo institucional de libros para acercar los beneficios de la lectura a las residencias de la tercera edad.
En las consultas médicas este uso de los libros «ha existido siempre», expresa la psicóloga clínica Ana Calero, «pero no solo para tratar problemas de la mente». Sin embargo, advierte: «la biblioterapia no es un tratamiento en sí mismo, sino un recurso complementario». De hecho, ella ni siquiera utiliza ese término y prefiere llamarlo «lecturas complementarias». «Creo que puede dar lugar a engaño pensar que algo es curativo cuando no lo es», señala.
ANA CALERO
Calero encuentra en los libros un medio ideal para profundizar sobre un tema o anticipar unos contenidos que vas a tratar en consulta, pero «por sí solos y sin la orientación de un profesional no son capaces de solucionar un problema psicológico grave», expresa. «No digo con ello –aclara– que un buen libro de autoayuda no sea útil en determinadas situaciones, como al atravesar un pequeño bache, pero hay que tener cuidado con pensar que la lectura puede curar una patología, porque cuando el usuario vea que no le está ayudando se va a frustrar y su problema puede incluso empeorar». Lo ejemplifica con un símil: «Es como si tengo un dolor muscular y me leo un libro de fisioterapia. A lo mejor alguna técnica aprendo, pero seguramente no sea suficiente para eliminar mis contracturas».
Ella cuenta que en consulta se tiende a recomendar determinaos libros de autoayuda o libros técnicos fáciles de entender, y que sugerir novelas de ficción es poco común. Entre los que ella utiliza a menudo están: 'Bienestar, autoestima y felicidad', de Raimon Gaja, que explica conceptos importantes sobre la depresión; 'Adiós corazón', de Carmen Serrat-Valera y Mirem Larrazábal, para sobrellevar rupturas de pareja; y 'Agorafobia y ataques de pánico', de Arturo Bados López, que incluye materiales específicos para tratar estos males.
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