Veteranos o jóvenes: ¿quiénes trabajan mejor?
DIVERSIDAD LABORAL ·
Parece obvio que la fórmula ideal es combinarlos, pero, ¿en qué proporción?Secciones
Servicios
Destacamos
DIVERSIDAD LABORAL ·
Parece obvio que la fórmula ideal es combinarlos, pero, ¿en qué proporción?Pensemos un momento en nuestro trabajo o en algún escenario laboral que hayamos conocido en el pasado o de oídas (la gente suele echar pestes del curro, pero luego le encanta contar batallitas). Bien. Y ahora hagamos un repaso a la 'fauna' clásica de estos hábitats: pelotas, gruñones, escaqueados, lloricas, pasotas, creativos, malencarados, desmotivados, ilusionados, despistados, cotillas, bromistas, incombustibles, abnegados, brillantes, mediocres... Cualquiera puede poner nombres y apellidos en todas estas categorías y en muchas más. Porque el microcosmos laboral es muy rico y en él conviven perfiles muy distintos, marcados por la forma de ser de cada cual. Y, para rizar el rizo, hay otro elemento que suele diferenciar a unos empleados de otros y que cada vez es más tenido en cuenta por las empresas: la edad.
Toda generalización resulta odiosa e injusta, pero también es verdad que, a grandes rasgos, si hablamos de la edad de los empleados, este 'detalle' nos suele aclarar mucho de sus puntos fuertes y débiles, más o menos compartidos con sus coetáneos. Dicho esto, ahora que con la vacunación se trata de atar en corto la pandemia y reflotar la economía... ¿A quién prefiere contratar un directivo? Un reciente estudio de la compañía de recursos humanos Adecco, en colaboración con la firma Dacsa, recoge que el 85,7% de los mayores de 45 años, es decir, los séniors, creen que la edad sigue siendo un factor discriminatorio a la hora de superar una entrevista de trabajo y casi la mitad (49,8%) opina que las empresas «prefieren jóvenes que puedan moldear».
¿Están en lo cierto? ¿Cuál es considerado mejor trabajador por la empresa? Dos expertos en recursos humanos explican los pros y contras de séniors y júniors, condenados a entenderse. Aunque no siempre sea fácil...
«Sí, hay una guerra dentro de las empresas entre séniors y 'millennials' (y otros más jóvenes aún, como la generación Z, la generación X...). Y, además, es una batalla campal». Así de tajante se muestra María José Alaminos, profesora del Máster Universitario en Dirección y Gestión de Recursos Humanos de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). ¿Por qué estos choques y recelos entre compañeros, si todos comen del mismo pesebre? «Se fijan más en lo que les separa que en lo que les une. Y muchas veces no se escuchan... ¡Una pena! Hay que respetar la diversidad en todo, también en esto», argumenta Alaminos, que, además de la docencia, asesora y trabaja en una 'start-up'.
«A veces hay mucha mala leche: los veteranos miran a los jóvenes por encima del hombro como si no sirviesen para nada. Y los más jóvenes creen que los mayores están desfasados. Antaño se respetaba mucho la 'tarjeta': 'Ese es Don Ramón', y ahí se acababa todo. Ahora, si un veterano quiere ganarse el respeto de un empleado joven, tiene que demostrar lo que vale, no surge por imposición», indica el experto Ibon Olazabal, director general de WALT y consultor de selección de personas del grupo Evolus. Es decir, las nuevas generaciones tienen una relación distinta con los 'galones'. Decirles que Menganito era la leche (¿cuándo?, ¿antes de nacer ellos?) no les suele servir.
Y esto tiene su explicación: según Olazabal, los júniors suelen ver el trabajo como una herramienta para su desarrollo personal, quieren objetivos tangibles y a corto plazo, demandan formación y desean ser escuchados. «Son más exigentes en estos aspectos, más inquietos y, como suelen estar muy formados, si ven que lo que buscan no coincide con lo que quieren, tienden a cambiar de empleo», apunta el especialista. De hecho, las nuevas generaciones son las grandes abanderadas del llamado 'job hopping' o, lo que es lo mismo, ir 'saltando' de trabajo en trabajo de manera voluntaria. La Harvard Business Review estableció en dos años la estancia media de un 'job hopper' en una empresa.
«Este tipo de empleados es muy útil por su pasión e iniciativa, pero también porque obliga al resto a ponerse las pilas y aceptar los cambios –apunta María José Alaminos–. Hoy en día, si cambia el mercado y tú no, el mercado te echa fuera». Suena muy duro, pero es así: una selva. Pero también piden a gritos cambios en el propio ámbito laboral para sentirse a gusto y tenidos en cuenta. Por ejemplo, según un estudio realizado por IWG, la generación millennial y la Z destacan la importancia de expresarse en el trabajo a través de su vestuario. Y la mitad de los empleados de entre 25 a 34 años incluso afirma que su atuendo de oficina está relacionado con su creatividad.
Pros: impulso y flexibilidad «Aportan mucha energía, están muy preparados y se han movido por el mundo porque han tenido más oportunidades que generaciones anteriores. Por eso su capacidad de adaptación es increíble. ¡Y son incansables!», describe María José Alaminos.
Contras: falta de profundidad «A veces no entienden bien que, si vas con un problema, tienes que ofrecer ya una solución o una alternativa», dice Alaminos. «Y en ocasiones no son conscientes de que trabajan para una empresa con sus necesidades», añade Olazabal.
Proporción ideal Según Alaminos, las 'start-ups' necesitan más jóvenes: «Gente que sea amante del riesgo, con disponibilidad para moverse de un sitio a otro y curiosidad. Con menos cargas familiares y que no se centren tanto en el futuro». No obstante, lo ideal es que haya un reducido grupo de efectivos algo veteranos para 'controlar' esa fuerza. En empresas consolidadas, sin embargo, la plantilla debe estar al 50%: séniors valiosos y jóvenes que aporten.
A partir de los 40 años ya se suele considerar sénior a un empleado, desde un punto de vista meramente laboral. Eso, puntualizan los expertos, si ha tenido la 'suerte' de llevar trabajando más o menos desde que terminó los estudios. Así que los 'baby boomers' –en España, los nacidos hasta mediados de los 70– son ya veteranos. Quizá a muchos les parezca increíble, pero a los veinteañeros que llegan nuevos a la empresa, no tanto. Luego están los seniors 'premium', claro, que tienen más de 50... y suelen ser vistos por 'millennials' (y por algunos empresarios) como auténticos dinosaurios.
«Para los séniors el trabajo conlleva fidelidad a la empresa y esfuerzo. A su edad ya se tiene la capacidad de análisis bien desarrollada, experiencia y compromiso», apunta Ibon Olazabal. Son, pues, un activo muy importante. Y los directivos lo saben, se ha visto ahora con la pandemia.
Según el informe de la Fundación Adecco, los mayores de 45 «han sido el segundo grupo de edad más afectado por el incremento del paro debido, entre otras cosas, a sus dificultades para reengancharse al mercado laboral manteniendo las condiciones que tenían anteriormente y a que, tradicionalmente, están expuestos en mayor medida a los EREs». Sin embargo, también han sido el único grupo de edad para el que, en términos netos, se ha generado empleo en el último año: se han creado 134.300 puestos de trabajo para los séniors', frente a la destrucción de 608.600 empleos entre los menores de 45.
¿Por qué? Por un lado, es una cuestión puramente estadística: los profesionales mayores de 45 años son la fuerza laboral más numerosa del país (representan casi cuatro de cada diez desempleados). «Y también porque han demostrado que la experiencia es un grado y que atributos como la madurez son muy necesarios para superar esta crisis», recoge el informe.
«Saben la diferencia entre lo que es importante y lo que no. Y no suelen ser 'dramas'. ¿Su problema? Que a veces no son conscientes de que tienen que seguir formándose, porque, si te duermes en los laureles, la 'silla' se mueve», les advierte Alaminos.
Otra vez el inmovilismo como enemigo número uno de cualquier candidato a trabajar. Y muchos lo saben. Según el informe de la Fundación Adecco, el 39% de los séniors creen que los seleccionadores los descartan por «considerar que sus competencias están desfasadas». Pero no es el único motivo de que recelen de ellos en las compañías: el 30% considera que los ignoran porque «están sobrecualificados o van a exigir salarios más altos», mientras que un 29% opina que la discriminación es incluso estética: simplemente porque los jóvenes proyectan mejor imagen y 'quedan mejor' al presentar un proyecto.
Pros: análisis y perspectiva «Tienen una gran capacidad de encontrar soluciones debido a sus años de experiencia. Dan seguridad. De hecho, para que algunas 'start-ups' crezcan adecuadamente, a veces hay que introducir unos séniors en la plantilla», dice María José Alaminos.
Contras: resistencia al cambio «Hay mucha gente de 45 años para arriba que tiene mucho que aportar e iniciativa, pero deben demostrar que no se han quedado estancados y que no son enemigos del cambio», indica María José Alaminos. «Tienen que estar más abiertos y dejarse de frases como: 'Pero estos críos, ¿qué sabrán?'. Estar encorsetado no es bueno. No creo que la edad sea problema, pero sí la actitud», defiende Olazabal, quien cree que, si la empresa usa las herramientas adecuadas, sus veteranos y los nuevos pueden formar grandes esquipos.
Diversidad «Hay que atraer el talento joven a las empresas, pero también al sénior», sostiene Ibon Olazabal. Sean trabajadores de mayor rango jerárquico o no.
Publicidad
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.