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Isaac Asenjo
Madrid
Lunes, 6 de junio 2022, 19:01
Los niños, a cierta edad, son más que conscientes de las situaciones que se desarrollan alrededor de su vida. De lo bueno y de lo malo, por lo que debemos tener a mano herramientas que hagan más liviana la tarea de darles malas noticias cuando ... suceden. No solo se trata de saber cómo trasladarles la muerte de un familiar cercano, la pérdida de un trabajo o el desarrollo de una enfermedad, sino también de ser capaces de hablarles de tragedias de la que quizás de forma casual –o no– han sido testigos a través de los medios de comunicación o las redes sociales: ya sea el tiroteo en una escuela de Estados Unidos, la guerra de Ucrania o las noticias sobre crímenes de violencia de género. A muchas familias les entra la duda: cómo abordar estos temas con los pequeños progiéndoles y, a la vez, sin infundirles miedo. Aquí, unas claves.
Evidentemente, los mensajes deben estar adaptados a la edad del menor. «De los 2 a los 5 años los niños interpretan el lenguaje de forma literal, por lo que hay que tener cuidado con la forma de transmitirla. Usaremos un lenguaje sencillo, claro, trasladado de forma natural aunque haya tristeza, ya que deben entender que esto está dentro de las emociones que desarrollarán a lo largo de su vida. Usaremos el juego simbólico para resolver los conflictos que se les plantean, ya que aún no disponen de recursos cognitivos desarrollados para entender y manejar los acontecimientos como nosotros», señala Alicia López Losantos, psicóloga, socióloga y experta en asuntos de familia. La especialista pone como ejemplo el realismo mágico de la cinematográfica 'La vida es bella', cuando el protagonista maquilla la trágica vida en el campo de concentración y la convierte en uns suerte de juego cuyo premio final es un tanque.
Por otro lado, el psicólogo Jean Piaget (1896-1980) investigó el comportamiento de los niños en la etapa de entre los 2 y los 7 años. En esta fase los menores aprenden a interactuar con su ambiente a través de palabras y de imágenes mentales y está marcada por la creencia de que todas las personas ven el mundo de la misma manera. También creen que los objetos inanimados tienen las mismas percepciones que ellos, y pueden ver, sentir, escuchar, etc. El reconocido experto, famoso por sus aportes al estudio de la infancia y autor del clásico 'Psicología del niño', sostiene que a esta edad, debemos evitar desahogarnos con el niño. Y cree que de ninguna manera hay que hablarle como si fuera un adulto ni explicarle todos los detalles de lo ocurrido porque podrían confundirle y generarle más angustia, de manera que el resultado fuese contraproducente.
«Mediante el juego se adquieren diversas destrezas cognitivas. Es probable que una vez que los menores hayan comprendido los acontecimientos de contenido traumático, canalicen mediante recreaciones la información. El uso de marionetas o ser partícipes de lo que estén proyectando en la acción puede ser útil para reconducir las posibles dudas. También como modo de acompañarles a transitar el miedo», expone Marta Romero Sánchez, psicóloga clínica y fundadora del gabinete de psicología Psicocreagc.
La experta en terapia infanto-juvenil advierte de que en el caso de las noticias del exterior y a las que los menores pueden acceder a través de los medios, «el que exista miedo es adaptativo y se debe validar y transitar cualquier emoción que surja en base a lo acontenido. Sería interesante aprovechar la tragedia de la que se habla para abordar la violencia y los valores de la sociedad en general. Compartir a nivel grupal en el aula escolar la situación puede ayudar a integrar los hechos, ya que transitar emocionalmente con el grupo de iguales suele ser muy reparador y un eje clave para trabajar la prevención».
«Entre los 6 o 7 años y hasta los 9 o 10 empiezan a preguntar las causas de todo, ya que pueden entender y razonar sobre las cosas que han visto y experimentado, por lo que podemos explicarles las cosas que ocurren con más argumentos. Sin mentir, pero suavizando los hechos y tratando de que sientan las cosas sin miedo», recomienda Losantos, que añade que debemos dar la noticia en un «ambiente tranquilo y cercano a ellos», con un «lenguaje no verbal receptivo» y en un «tono de voz cariñoso».
También hay que estar pendiente en todo momento de las dudas que les puedan surgir a los menores para aclararlas sin brusquedad. «Es importante tener en cuenta –en caso de que surga algún temor– la temporalidad de esta emoción desagradable y acudir a un especialista si persistiera e interfiriera en el bienestar bio-psico-social del menor», apunta Romero. La experta recuerda que a partir de esta etapa se deja atrás el egocentrismo, por lo que cuando son más mayores adquieren la capacidad de empatizar con la realidad del igual.
El tema de la muerte es algo desconocido para ellos, no encuentran el significado, «sin embargo deberíamos enseñarles que es algo natural, que forma parte del ciclo de la vida», orienta Losantos. «No debemos decir que 'nos ha dejado' o 'se ha ido a otro sitio mejor' porque la imaginación de los niños puede crearles angustia al pensar cómo vivirán ahora o el porqué del abandono».
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