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El desorden tiene su lado bueno

El desorden tiene su lado bueno

Más denostadas que nunca tras la irrupción de Marie Kondo y su método para tenerlo todo impecable, las personas que tienden al caos cuentan con un consuelo: suelen ser más creativas. ¡Y funciona al revés, el desbarajuste fomenta la originalidad!

Jueves, 15 de julio 2021, 02:21

Hay una palabra preciosa relacionada con el desorden y el barullo, el desbarajuste y el follón generalizados que aún no ha sido aceptada por la RAE, aunque sí recogida por la Fundeu como sinónimo de lo anterior: 'sindiós', pronunciada por José Sazatornil en 'Amanece que no es poco' (José Luis Cuerda, 1989): «'Yo no aguanto este sindiós', decía antes de liarse a tiros. Y, de hecho, en los últimos tiempos, especialmente desde la irrupción en escena del personaje de Marie Kondo y 'La magia del orden', su método para conseguir hogares impecables, los discípulos del caos, nunca bien vistos, son ahora mirados con mayor desdén. Si hasta están empezando a perder la (poca) seguridad que tenían en sí mismos y en su desorganizada 'organización'; avergonzados, incluso se disculpan con sus invitados. Incapaces de comprender cómo las portadas de las revistas de decoración parecen todas la misma. Políticamente muy incorrectos«.

Pero aquí viene la ciencia y sus estudios para arrojar luz sobre tanta tiniebla y darles una palmadita en la espalda. Las definiciones que la RAE otorga a la palabra caos son bastante simpáticas; mientras que la segunda acepción es neutra y habla de «confusión, desorden», la tercera se refiere al «comportamiento aparentemente errático e impredecible de algunos sistemas dinámicos deterministas con gran sensibilidad a las condiciones iniciales». Pero es la primera la que da pie a una tesis avalada por estudios científicos: «Estado amorfo e indefinido que se supone anterior a la ordenación del cosmos». Es decir, que el orden de las cosas tal y como lo conocemos se creó a partir del desorden. Es aquí donde varias investigaciones aportan consuelo para los caóticos más incorregibles: el desorden fomenta la creatividad. Y al revés, las personas caóticas suelen ser más creativas.

Tim Harford es un economista y columnista británico que en 2016 escribió el libro 'El poder del desorden'. Exponía en él los beneficios que este aporta a nuestra vida basándose en descubrimientos en el terreno de la neurociencia, la psicología y las ciencias sociales, y aseveraba que el desorden puede aumentar la creatividad y que todo el mundo debería aceptar un pequeño caos. «Ambos sistemas –y se refiere al orden y a su contrario– pueden funcionar, así que deberíamos ser prudentes antes de juzgar a alguien basándonos en el desorden de su escritorio». Como el de Albert Einstein; la famosa foto de su despacho en la Universidad de Princeton tomada horas después de su muerte, en 1955, muestra una mesa abarrotada de papeles y cuadernos, amontonados unos sobre otros, sin dejar ver apenas un trozo de madera. Alrededor, varias estanterías con libros apilados sin orden ni concierto. A él le atribuyen esta frase: «Si un escritorio desordenado es signo de una mente desordenada, entonces ¿qué debemos pensar de un escritorio vacío?». Los despachos del arquitecto Le Corbusier, del empresario de la informática Steve Jobs, de los escritores Mark Twain y Hemingway y el estudio de Picasso noquearían a la propia Marie Kondo.

Harford señala que las personas creativas o ingeniosas suelen reconocer que el desorden les ayuda en muchas ocasiones, «pero si hablamos de un perfil más dedicado a los negocios convencionales, es menos probable que eso ocurra», explicaba en una entrevista. «Hay muchos libros que tratan de sistemas, automatización y maneras de organizarse. Pero aquí se pone el foco en lo opuesto, en la improvisación, en cosas que no pueden ser fácilmente cuantificadas o convertidas en un sistema, en distracciones e interrupciones. Este tipo de caos y desorden es importante en nuestras vidas y nos convierte en humanos. Además, puede que incluso nos dé beneficios. Por ejemplo, improvisar estimula la creatividad y nos permite ser receptivos con las personas que nos rodean: clientes, compañeros o amigos».

En su libro, entrevistó al compositor y productor Brian Eno, que utiliza la arbitrariedad en su trabajo creativo. Para ello creó una baraja de cartas ('estrategias oblicuas' se llaman) que son una especie de oráculo con instrucciones sorpresivas para cuando uno se atasca en un problema o necesita un poco de aire fresco: 'Aléjate de lo más importante', 'haga primero lo último', 'honre al error como a una intención oculta', 'haga una lista exhaustiva de todo lo que podría hacer y empiece por lo último', 'la cosa más importante es la que más fácil se olvida', 'haga algo aburrido' e incluso el enigmático 'use gente incompetente'.

El psicólogo y físico Emilio José Núñez, del gabinete Conectia Psicología, explica que entre las cualidades de las personas creativas se encuentra «el desorden, que incrementa el pensamiento creativo, el pensar lejos de lo convencional». Destaca que desde niños se nos inculca «que el orden lo es todo, la clave del éxito y que todo debe estar cuidadosamente en su lugar y categorizado. Mientras, el desorden suele ir asociado a fracaso». Pero trae a colación un estudio realizado por la psicóloga Kathleen Vohs, de la Universidad de Minnesota, que analizó el comportamiento de varias personas en habitaciones desordenadas y en otras ordenadas. «Las conclusiones fueron que los ambientes ordenados alientan la convención y el comportamiento según las reglas, además de limitar la habilidad para innovar y encontrar soluciones más creativas. Por otro lado, los ambientes desordenados aparentemente inspiran ruptura con la tradición y producen nuevos enfoques, ayudando a ser más productivos, imaginativos y creativos».

Núñez considera que la relación entre desorden y creatividad no es casual, y que tampoco es tan fácil como que una persona muy ordenada opte de repente por el caos: «Los más creativos son más desordenados por naturaleza. Tal vez sí se podría experimentar no siendo tan estricto con el orden para tener un punto de vista distinto y estimular el lado creativo».

Archivadores y apiladores

Hay una frase que siempre empieza de la misma manera y luego ya uno añade lo que le conviene: 'El mundo se divide en dos'... Y aquí el profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) Thomas Malone, teórico organizacional, la completó con esta clasificación: por un lado están los trabajadores que archivan, y por el otro, los que apilan. Archivadores, utilizando sistemas de organización como carpetas, y apiladores, que acumulan sus papeles en el escritorio aparentemente al azar. Pues una investigación conjunta de la Universidad de Columbia y de la de California en Santa Cruz concluyó que los segundos eran más efectivos y rápidos en encontrar determinados documentos; solían tener encima los más importantes y pese al barullo sabían dónde estaba cada cosa. Volviendo a Harford, el autor de 'El poder del desorden': «Un escritorio desordenado no es en absoluto tan caótico como parece a primera vista. Hay una tendencia natural hacia un sistema de organización», observa en su libro. Lo mismo dicen los más caóticos, que saben dónde está cada cosa dentro de su 'totum revolutum'.

Otro punto de vista aporta el granadino Omar Linares, doctor en Filosofía y asesor filosófico en el gabinete Thelos. A su juicio, hay que matizar bastante todas estas tesis: «Parece haberse convertido en un cliché la imagen del artista trabajando en un taller 'necesariamente' patas arriba. En mi opinión, una persona no va a ser más creativa por el hecho de no ser capaz, o no tener ganas, de mantener su mesa de trabajo, dormitorio o casa bajo un orden determinado. No hay una relación causal directa entre el desorden en sí mismo y la creatividad, pero creo que sí la hay entre la creatividad y el acto de desordenar, muy diferente del no ser capaz de mantener un orden».

El botón de ordenar

Considera el filósofo que el acto de desordenar conlleva la ruptura con el orden previo, «con las relaciones que conectaban los elementos de un sistema, para crear otras nuevas. Cuando desordeno, renuncio al orden previo; al lugar, utilidad y función que cada objeto tenía, para abrirme a una experiencia diferente. De esta forma, mientras que no ser capaz de ordenar mi habitación tan solo revela mi incapacidad para ello, desordenar de forma voluntaria, quizá sacar todos los muebles al pasillo e introducirlos uno a uno de forma diferente, permite la expresión de una creatividad que no hubiera tenido lugar sin el desorden». Linares añade que para crear algo nuevo es necesario ser consciente «de los límites del marco conceptual en el que se encuentra lo ya creado, y romperlo. Toda creación necesita de un mínimo de desorden, de originalidad».

Álvaro Gurrea ha sido profesor de Creatividad en la Universidad del País Vasco, además de creativo publicitario, escritor y saxofonista. Recuerda la cantidad de obras de la literatura o la música que han sido creadas bajo los efectos de las drogas, con la carga de desorden mental que ello conlleva, aunque siempre recordando que hablamos de genios con una disciplina y un oficio impresionantes. «Tampoco puedes hacer una cosa muy creativa si no te dejas llevar un poco, a veces estás tan concentrado que no te acuerdas ni de comer, entonces ese desorden es una secuela», dice. Aunque él reconoce que cada vez aprecia más el orden por la «serenidad» que le aporta; «un cuarto desordenado no es bueno para nada, aunque hay gente que se obsesiona demasiado con el orden y el equilibrio». Así, reconoce que si dando a un botón se le ordenara toda la casa... «Lo apretaría sin dudarlo».

¿Soy desordenado?

  • 1. Acumulas cosas nuevas que no necesitas, por si un día las puedes utilizar.

  • 2. Guardas cosas viejas en la seguridad de que podrás utilizarlas 'algún día'. Pasan años y llenan un armario.

  • 3. Almacenas cosas rotas porque las tienes cariño o porque las podrías reutilizar.

  • 4. Lees el periódico y lo dejas donde te pille. Pasan días y ni se te ocurre tirarlo.

  • 5. Te llenas los bolsillos o el bolso con papeles, tíques o cosas que piensas tirar más tarde o guardar en un lugar para ello (que nunca encuentras).

  • 6. Compras organizadores para tu escritorio o tu armario (cajas, archivos, etc) y los vas llenando de cosas y vuelves a crear caos.

  • 7. Dejas la ropa que te quitas en el suelo o en alguna silla, incluso si el armario se encuentra a pocos pasos.

  • 8. Tomas café mientras trabajas en el ordenador y dejas en la mesa la taza sucia todo el día, habiendo pasado por la cocina muchas veces.

  • 9. Intentas colocar algo en su lugar pero como lo tienes todo lleno de otras cosas, colapsado, lo dejas sobre la mesa.

  • 10. Quieres ordenar el desorden y terminas guardando todo en una bolsa o escondiéndolo en un armario, con el fin de luego organizarlo de verdad.

  • 11. Olvidas con frecuencia fechas o tareas pendientes.

  • 12. Tienes mucha prisa casi siempre para todo.

  • 13. Sueles posponer las cosas 'para mañana' y acumulas muchas tareas porque te centras en otras de menor importancia. Te cuesta empezar a hacerlas y abandonas una para comenzar otra y otra...

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