«Lo primero que haré será...»
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Crisis del coronavirus ·
Ilusionarse con planes para el fin del confinamiento alivia el malestar y reordena las prioridades«Y cuando todo esto acabe, que todo acabará, ¿qué es lo primero que deseas hacer?» El escritor Albert Espinosa lanzaba en sus redes sociales el pasado 18 de marzo esta pregunta. Sencilla, pero solo en la forma. Con ella invitaba a mirarse dentro, ordenar sentimientos y dejar salir el mayor anhelo personal arrebatado ahora por el confinamiento. Las respuestas a aquel llamamiento bajo el hastag #loprimeroqueharé se contaron por decenas en apenas un día. Y solo habían pasado tres desde el primer decreto de alarma. «No me esperaba tanta repercusión», reconoce el autor de 'Pulseras rojas', la obra inicial con la que se dio a conocer.
En realidad, el día a día, con su cariz trágico y caótico, deja poco margen a la ilusión, que era lo que en sí pedía la pregunta de Espinosa. Pero la multitudinaria respuesta que tuvo demuestra que, en el fondo, todos necesitamos parar, ensoñar y, por qué no, planificar a pesar de la adversidad.
El escritor catalán pasó 10 años enfermo de cáncer con pocas esperanzas de sobrevivir. «Yo que he pasado por una enfermedad larga sé que hay que tener un pie en el presente pero otro en el futuro. Creo que saber qué harás cuando salgas es muy importante para que mentalmente te ancles a este instante. Cuando estábamos en el hospital nos preguntaban muchas veces 'qué haras cuando estés curado' y siempre lo pensábamos. De ahí surgió la idea de lanzar esa pregunta», cuenta también desde su domicilio. A pesar de los años de aislamiento –llegó a pasar 10 meses en una burbuja para que ningún virus arruinase su frágil salud–, él siempre cuenta que fue feliz e imaginar fue un bálsamo a veces.
Albert espinosa | escritor
Con los días, el hastag ha trascendido las respuestas a la cuenta de Espinosa, se ha multiplicado en otras redes sociales e incluso la idea ha tomado forma comercial en alguna marca que intenta vender 'esperanza'. Un recorrido por las confesiones de la gente no deja indiferente. Y no porque sean sorprendentes por raras. Sino porque son muy sencillas y muy parecidas. La familia, la expresión del amor en abrazos y besos, la libertad de movimiento, respirar aire libre o, sencillamente, departir con amigos en el bar de siempre. Se cumple el dicho: estamos todos cortados por el mismo patrón.
natalia ortega | psicologa
Natalia Ortega, terapeuta y directora de Activa Psicología, explica este fenómeno. «Somos seres sociales y tenemos patrones de conducta muy parecidos. Para nosotros es vital el contacto y relacionarnos. Es lógico desear primero todo lo relacionado con la normalidad que nos ha sido arrebatada. Cosas básicas en las que antes no reparábamos y que ahora vemos lo necesarias que son» reflexiona Ortega, quien recuerda que todo se resume en lo más esencial: recuperar la libertad. «Difícilmente encontrarás a alguien que te diga 'lo primero que haré será dar la vuelta al mundo' porque necesitamos volver a nuestra normalidad», añade esta especialista, que aboga por la ensoñación de un plan de futuro porque atrae pensamientos positivos, pero sin perder de vista la realidad. Desea, pero ten claro que no está bajo tu control poder cumplirlo para evitar caer en la frustación y la ansiedad.
Dice esta psicóloga que ella y muchos colegas coinciden en que el sentimiento que más ven ahora, pasado mes y medio del confinamiento, es precisamente la nostalgia. Nostalgia de lo más sencillo: un beso, un paseo, compartir y respirar. De todo, menos caprichos.
Los abuelos
Felicidad tiene claro lo primero que hará: «Ir a ver a mi madre a la residencia en la que está desde hace unos meses». Los abuelos son una constante en los deseos expresados por decenas de personas en las redes sociales estos días. Besarlos, abrazarlos, pasear con ellos al sol... En definitivia, recuperarlos. Tanto los que están solos en casa, pero también especialmente los que permanencen en las residencias. Es el caso de esta enfermera madrileña, que anhela poder verla más allá de las videconferencias. Mi querida madre solita en su habitación por esta pesadilla que estamos viviendo. No sabe exactamente lo que ocurre, pero a ella todo le parece bien, jamás se queja, ni aunque hayan tenido que aislarla por haber dado positivo en Covid-19 (sin síntomas). Ella, dice, se siente fatal, aunque su madre siga sonriendo «como siempre lo ha hecho». Destaca su entereza ante las adversidades de la vida para salir siempre adelante. Ahora más que nunca necesita verla. Tiene ganas de abrazarla. «Quiero agradecerle todo lo que ha hecho por mí y para decirle que la quiero; siento que se lo he dicho poco. Solo espero que no se vaya antes de que podamos volver a vernos», desea.
Libertad
La libertad, sobre todo la de movimiento, es lo que se refleja en multitud de mensajes volcados en las redes sociales por quienes contestaban a la pregunta de qué sería lo primero que harían. Como el de Inma, experta en comunicación política. «Lo primero que haré será ir a la peluquería, al fisioterapeuta, a la librería o a una terraza al sol», enumera... Pero sobe todo, dice, «lo hará a pie». Como ella, muchos necesitan devolver el movimiento a su vida y ver a a la ciudad de igual modo activa de nuevo.
Ocio y diversión
«Lo primero que haré será poner el codo en una mesa alta de la parte de afuera del Vizcaíno y que me tengan que quitar el día que pinten la fachada», dice Ismael Rojas, profesor de Filosofía. El regreso a los bares está en su mentel al igual que en la de muchos. Este docente sevillano, cree que es así porque es un elemento muy importante de nuestra cultura. «Es la red social desde el tiempo de los romanos, desde las tabernas, es el lugar de encuentro, dinámico, barato... Puedes ir solo, mirar, leer o ir acompañado o encontrar allí la compañía, pasar un rato pequeño o que tengas que irte cuando cierra». Muchos citan sus cafeterías favoritas, para tomar un desayunos, bailar o beber. «Es el vértice que une el primer café con la copa larga a otras horas en las que buscar refugio lejos del hogar», comenta. Simboliza la diversión y la celebración de la amistad.
Contacto físico
El virus impone distancia y nadie deja de pensar en besar y abrazar a aquellos a quienes quieren y, en muchos casos, tienen lejos. David Ferrero, un joven especialista en Comunicación, lo expresa así: «Duele el habernos visto obligados a cambiar los abrazos por palabras y los besos por miradas a través del teléfono. Ya está hablado en casa: cuando se pueda cogeremos el coche e iremos casa por casa para vernos». Tendrá que hacer «una larga ruta» para abrazar a familia y amigos. Y lo está desenado. «No veo el momento», confiesa. Para él, el teletrabajo y las muchas responsabilidades y tareas que tiene son llevaderas t cree que lo peor no es poder salir a la calle. «Toca ser responsables», asegura una y otra vez. «Lo más duro es no poder ver a la familia, a los amigos, a gente cercana que sabes que lo están pasando mal. Hay personas que han perdido a familiares cercanos y apenas se han podido despedir. Para ellas guardo unos especiales abrazos. Pero también tengo muchos amigos sanitarios que me cuentan cómo nunca se habían enfrentado a algo así».
Naturaleza
La vida entre cuatro paredes ha devuelto la mirada general a la máxima expresión de los espacios amplios, el ambiente puro y libre de gérmenes: la Naturaleza. En bicicleta (muchos aficionados la echan de menos), a pie, en solitario o en familia, el regreso a los bosques y las playas es otra de las prioridades de la población. Lolita, socióloga, dice que cuando todo acabe se ha propuesto «salir más al aire libre» o ir de acampada. «Así que, acabando esto, vámonos al bosque», dice. Patricia, maestra, quiere «abrazar bien fuerte a la gente que siempre esta ahí, pasear por un caminito en medio del bosque y sentarme allí a respirar». A otros, como a Beita, no se le ocurre mejor plan que «ir con mi chico de 2 años y mi compañero de viaje de vida al río a tirar piedras».
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