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Las amistades superficiales también importan

Las amistades superficiales también importan

Una red amplia de conocidos con los que mantener relaciones poco estrechas mejora la vida en más de un aspecto. Sepa cómo y por qué cultivarla

Miércoles, 8 de julio 2020, 00:04

Si desconoce el nombre del camarero que le pone el café todos los días o prefiere leer en el banco del parque del colegio en vez de comentar la actualidad con el resto de padres quizá deba reconsiderar su actitud. Es cómoda, cierto. Pero resulta poco práctica para la vida. Al menos, eso sostienen los eruditos de la moderna Ciencia del Comportamiento, que han enumerado los beneficios de establecer lazos no muy estrechos con todas esas caras que le suenan de verlas cada día. En contra del dicho, creen que no basta con contar a los amigos con los dedos de una mano.

Piense en su vecino. Sabe su nombre y conoce su tono de voz porque han hablado del tiempo en el ascensor, pero, ¿tiene idea de sus intereses?, ¿sabe él a qué se dedica usted? Es probable que no. La sociedad avanza hacia un modelo individualista nada saludable que aísla al ciudadano. Afortunadamente, hay fórmulas para contrarrestar esta tendencia.

Una de ellas es el cultivo de los 'lazos débiles', un término acuñado por el investigador de la Universidad de Stanford, Mark Granovetter. Este sociólogo ha dedicado gran parte de su carrera a divulgar por qué son tan importantes para una vida próspera y en qué consiste su fortaleza.

Para empezar hace falta tomar conciencia del esfuerzo que requiere. Aunque, como sostiene David Blanco, psicólogo experto en relaciones de amistad, miembro de Cenit Psicólogos, «tendemos a tener cierta facilidad para entablar este tipo de relaciones débiles», estas requieren de tiempo compartido e implicación. No son meros conocidos. Hay que tener también «un cierto grado de inteligencia emocional para mantenerlas en el tiempo, sabiendo expresar lo que queremos de ellas y estar atento también a las necesidades del otro». Hay que planteárselo como «una relación que te va a acompañar en un espacio de tu vida, pero no necesariamente en cada contexto de tu vida», define Blanco.

Tiempo y dedicación

¿Cuántos miembros puede tener nuestro clan? La hipótesis del 'cerebro social' del antropólogo Robin Dunbar predice que hay un límite para el número de individuos con los que una persona puede mantener una «relación cara a cara coherente». Se sitúa en aproximadamente 150. ¡Nada mal! «El volumen de la neocorteza cerebral limita la capacidad cognitiva de reconocer a otra persona como un individuo único, recordar información e interacciones previas con él y comprender su asociación con otros dentro de una red social», sostiene la citada teoría. Esto es, hacer y mantener amigos.

En cuanto al tiempo necesario, otra investigación del doctor en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de California, Jeffrey A. Hall, lo fija en «tres o cuatro meses» de contactos frecuentes tras el primer acercamiento. Está claro, dice Hall en su trabajo, que «hay que tener tiempo libre» para granjearse esta red. Para Blanco, este factor es clave. «Lo más importante es regar esa amistad. Invertir un determinado tiempo (en experiencias, en charlas, en intercambio de información…) para que la relación pueda crecer», aconseja. Cuando el vínculo está hecho, «no tenemos que vernos tanto». Pero al principio el contacto debe ser frecuente.

El reto requiere esfuerzo, sí, pero da tal «bienestar psicológico» y beneficios sociales que «lo merece». La sensación de felicidad, por ejemplo. «Estas amistades reportan un beneficio emocional de desahogo, puesto que compartimos experiencias (no necesariamente profundas, sino cotidianas) que abren una válvula de escape emocional a las pequeñas ansiedades del día a día», cita Blanco Castañeda.

Integración contra la soledad

Nos procuran, además, «un enriquecimiento de nuestro ocio y tiempo libre, puesto que con ellas tenemos experiencias para pasar el rato y divertirnos». Esto es importante: «No buscamos necesariamente compartir lo íntimo siempre, sino pasarlo bien y realizar planes lúdicos que nos ayuden a sentirnos mejor». De hecho, una de las claves para mantenerlas es no dejar de «tener planes» a medio plazo.

Hay sociólogos que han medido este fenómeno. Fue el caso de los canadienses Gillian M. Sandstrom y Elizabeth W. Dunn, que analizaron un grupo de universitarios. «Los 'lazos débiles' están relacionados con el bienestar emocional –concluyeron– en tanto los estudiantes experimentaron más felicidad y mayor sentimiento de pertenencia en los días en que interactuaron con más compañeros de lo habitual».

El mundo virtual no basta

Aquí se cita otro beneficio: la integración en la comunidad. El mejor antídoto contra la soledad. Julieta Wakefield, en un artículo de la Revista de Estudios de la Felicidad lo resume así: «Los defensores de este tipo de 'lazos débiles' argumentan que la integración social proporciona a las personas un sentido de significado, propósito y seguridad, así como un apoyo en momentos de estrés o crisis». Así, esta red de 'lazos débiles' puede serlo de salvación algún día.

¿No cubriría esta necesidad un 'mejor amigo' o la pareja? Es diferente. La explicación tiene su lógica. Las relaciones muy estrechas no aportan nada del exterior; son algo cerrado que no va más allá. Sin embargo, a través de los amigos superficiales, de aquí y de allá, nuestro mundo se amplía. «Alcanzamos ideas, influencias e informaciones nuevas, distantes de mi propio mundo y, por lo tanto, factibles de abrirnos más oportunidades», cree Granovetter.

En el mundo laboral se ve claro: a mayor red de contactos casuales, más posibilidades de salir del paro. Esto también mueve las redes sociales en internet, perfectos caldos de cultivos de este tipo de vínculos. Eso sí, recuerda Blanco Castañeda, no es suficiente con darle al 'like'. Se impone ir más allá con «un encuentro cara a cara, aunque sea por videoconferencia» para afianzar nuestra red superficial, pero de carne y hueso.

«Se trata de tener una cierta reputación en tu entorno»

José Miguel Fernández-Dols. UAM

Existe un factor cultural importante a la hora de entender las relaciones de vínculos débiles. «En la cultura tradicional china esa red de relaciones amistosas es fundamental porque se traduce en 'guanxi', una especie de cuenta corriente de crédito social que depende de relaciones informales de intercambio basadas en identidades o intereses compartidos. En España tenemos una institución parecida: los conocidos», apunta el catedrático de Psicología Social de la Universidad autónoma de Madrid, José Miguel Fernández-Dols. «La cultura española distingue claramente, sin esfuerzo aparente, entre los amigos y los conocidos. Solemos navegar con elegancia y sin dificultad aparente entre los dos mundos, lo que es todo un arte», añade. Ser experto en el arte de tener conocidos es que no es primordial su carácter utilitario, cree. «El conocido o conocida es alguien a quien podríamos recurrir en caso de apuro pero, a diferencia de la cultura china, no buscamos 'hacer conocidos para' sino que 'tenemos conocidos y resulta que'. Hay personas que por su trabajo, su carácter o las características de la comunidad en que viven tienen más conocidos, pero no suele verse con simpatía el que busca hacer conocidos con un propósito utilitario. Eso en España es otra categoría más parecida al 'networking' anglosajón». Lo más relevante es lo que se haga por elección propia. «No todo el mundo es feliz con el mismo volumen de relaciones sociales informales. La clave es la elección. Una soledad elegida no es necesariamente mala, una popularidad no elegida puede ser peor. No se trata de sumar «likes' artificialmente. Se trata de tener una cierta reputación en tu entorno, una reputación que has elegido, y luego vivir sus consecuencias», concluye.

CONSEJOS PARA PONER EN PRÁCTICA

  • Párese a hablar. El tiempo dedicado a hablar con alguien es inversión de futuro. Un ejercicio recomendable es intentar entablar conversación con una persona nueva cada semana cuya cara resulte conocida porque forme parte de los entornos cotidianos.

  • Si no sabe, observe. Para empezar a tejer la red, es bueno ponerse en la piel de un científico experto en observar el comportamiento humano. Hay gente con talento innato para las relaciones. Fíjese en cómo hablan, de qué temas... ¡Tome notas!

  • Cambie su percepción. Los investigadores concluyen que hablar con desconocidos, aunque le dé pereza, es satisfactorio. Si cambia sus expectativas con respecto a la experiencia, es más probable que esta dé lugar a un nuevo contacto en su vida.

  • Dé sentido. Cargue de sentido sus encuentros con estas personas: no basta con comentar el tiempo. Ofrezca una conversación de calidad y tenga en cuenta los intereses del otro para que sienta correspondido.

  • Dedíquese. Tener tiempo para compartir es fundamental. No tiene que ser necesariamente para quedar, sino cuidar espacios y momentos concretos de las semanas para hablar o intercambiar información. Puedes ser más personal, o relacionada con gustos.

  • Sea atento. Que sea superficial, o poco íntima, no quiere decir que no deba estar antento a las cosas que son importantes para esa otra persona. Momentos, días, acontecimiento, etc.

  • Resuelva los conflictos. Es mejor hablar siempre que se tenga un conflicto aunque creamos que se hayan creado malentendidos.

  • Planifique a medio plazo. Tener siempre planes a medio plazo con las personas porque serán más sencillo que surjan experiencias nuevas, también que no se caiga en la rutina y que se propongan planes nuevos o que por lo menos tengan algún tipo de variedad (para favorecer el interés)

  • Corresponda. Es muy importante una cierta reciprocidad para que la otra persona se sienta querida y valorada en la relación y quiera seguir manteniéndola.

  • No exija. Las experiencias que comparta se quedarán en su memoria y formarán parte de la historia personal. Eso es el verdadero tesoro de la amistad. Por eso es importante disfrutarlas por lo que nos producen en el día a día y no pensar en su trascendencia en nuestras vidas, y así evitar presiones y exigencias. Si no se puede quedar un día, se quedará otro.

  • Disfrute. Lo más importante es disfrutar de este tipo de amistades cuando estemos con ellas, recuerda a modo de conclusión el psicólogo David Blanco Castañeda.

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