Peligrosos 'selfies' en blanco y negro
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'Sunset Boulevard' y el narcisismoAmores de cine ·
'Sunset Boulevard' y el narcisismoÓscar Beltrán de Otálora
Viernes, 14 de agosto 2020, 00:08
Pocas películas con más de medio siglo de historia pueden acercarse tan bien a alguno de los problemas que padece nuestra sociedad. 'Sunset Boulevard' explora «el mismo narcisismo enfermizo que hoy vemos en la locura de los 'selfies', la obsesión por los 'like' y la ... dependencia de las redes sociales», afirma el psicólogo y autor del libro 'Filmoterapia', Jaime Burque. El largometraje, titulado en España 'El crepúsculo de los dioses', es la descripción más certera de un Hollywood convertido en una máquina trituradora de almas, de una gran secta en la que los egos pasan a ser mercancías que cotizan en bolsa: un día pueden llegar a la cumbre y al siguente, sumergirse en las cloacas.
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Su director, Billy Wilder, de la mano del guionista Charles Brackett, concibió ese mundo envuelto en una atmósfera de terror malsano, enfermizo, como si fuera agua estancada en una balsa de residuos tóxicos. Esta obra maestra en blanco y negro desnuda el daño que pueden hacer los narcisismos patológicos. Los monstruos, después de todo, no se esconden en criptas, sino en nuestra psique.
'Sunset Boulevard' se estrenó en 1950 y ganó tres Oscar. Wilder construyó la historia de Norma Desmond, una antigua gloria del celuloide sumida en su decadencia que conoce a un joven guionista, Joe Gillis, al que seduce con dinero para que escriba una obra que relance su carrera artística. Incapaz ya de diferenciar la realidad de sus ensoñaciones, le acaba asesinando al conocer que va a ser abandonada. Esta breve sinopsis deja fuera detalles grandiosos del filme, matices que han dado origen a decenas de ensayos.
El papel protagonista lo encarnó Gloria Swanson, una actriz del cine mudo a quien la industria había dejado atrás. William Holden le dio réplica con un personaje (Joe Gillis) que asentó su carrera cinematográfica. Un reparto bien elegido para escenificar la lucha entre el viejo y el nuevo Holly¬wood. Quizás esta pugna, y la demencia egoísta que retrata la cinta, están contenidas en el siguiente diálogo:
– «Usted es Norma Desmond. Salía en las películas mudas. Era usted grande», dice él.
– «Soy grande. Son las películas las que se han hecho pequeñas», responde ella.
Uno de los papeles determinantes lo lleva a la pantalla el cineasta Erich von Stroheim, convertido en Max von Mayerling, el mayordomo de la vieja estrella. Descubriremos que no solo es su ayuda de cámara, casi su esclavo; también fue su marido y ahora alimenta el ego de Norma Desmond enviándole decenas de cartas de falsos admiradores. Porque todo lo que rodea a esta ignorada diva es mentira, delirios de grandeza sobre los que levantar monumentos a su enfermo ego.
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«La actitud de la veterana actriz revela a la perfección algo tan común hoy en día como la dependencia narcisista. En las redes sociales hay muchas personas que tienen que mentir e inventarse una personalidad para parecer atractivos y ganar adeptos –asegura Jaime Burque–. Han decidido que su autoestima depende de la adoración de desconocidos y la necesitan como si fuera una droga».
El narcisista, en cierta forma, es adicto a los adictos. En la película, el mayordomo es cómplice del delirio desde la adoración. «La gente con esa dependencia solo deja entrar en su círculo íntimo a individuos tan trastornados como ellos –argumenta el psicólogo–. Son seres que, para afianzarse, se alimentan de la fama de un ídolo a quien reverencian. Quieren que una parte de ese mundo que no poseen vaya hacia ellos por la idolatría. Son como yonquis que buscan la dosis en una jeringuilla ya utilizada por otros».
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Uno de los problemas que acechan a los narcisistas es precisamente su incapacidad de reconocer que tienen un problema. «Ellos consideran que están en la cumbre, que son geniales en todos los sentidos; si sucede algo malo, tiene que ser culpa de los demás –describe el psicólogo y terapeuta Jaime Burque–. Su tendencia a no dejar entrar en su entorno a personas que no compartan esa forma de ver la vida implica que no van a recibir buenos consejos».
La inteligencia emocional _como salida a esta adicción. La única forma de superar el narcisismo consiste, según el experto, en «aprender a gestionar la inteligencia emocional para poder definir bien qué es la autoestima y cómo debemos enfocarla. Alguien que decide emprender ese viaje para mejorar su vida podría aprender mucho y superar las dependencias de los aplausos ajenos».
La aceptación _de los hechos naturales. A lo largo de la película, Norma Desmond se muestra incapaz de asimilar que ya no es tan bella como lo fue de joven. «Es un problema habitual entre quienes necesitan ser adorados –señala Burque–. Van a ser incapaces, por ejemplo, de aceptar un hecho tan natural como el paso del tiempo y la vejez».
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