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r. parrado
Cómo detectar y gestionar el acoso escolar en casa

Cómo detectar y gestionar el acoso escolar en casa

«Las alteraciones del sueño, los dolores de tripa y la falta de apetito son típicos de los niños que sufren 'bullying'»

Lunes, 4 de octubre 2021, 00:24

Belén no daba crédito el día que le llamaron del colegio para decirle que su hijo Javier estaba sufriendo 'bullying'. «Al pasar a tercero de Primaria le habíamos notado un poco más irascible, pero como estudiar nunca le ha gustado, pensamos que estaba enfadado por ... tener que aplicarse más que en cursos anteriores», relata esta madre. Al indagar un poco, descubrieron que tres alumnos mayores que Javier le insultaban y pegaban todas las mañanas, pero «él creía que eran cosas que ocurrían en el patio, así que nunca dijo nada ni pidió dejar de ir a clase por ello», prosigue Belén.

Gracias al protocolo de actuación contra el acoso escolar con el que contaba la escuela, la situación se atajó y solucionó rápidamente, pero los tres meses que Javier fue víctima del acoso hicieron mella en él. «Ha tenido que ir al psicólogo y ahora es más inseguro», lamenta Belén.

Situaciones así se dan a menudo en los colegios pero, a veces, las familias no saben cómo detectarlas y manejarlas. Tres psicólogas ofrecen algunos consejos prácticos al respecto.

  1. Observación

Los menores no siempre explican lo que les ocurre. Muchas veces porque, dado que el acoso escolar es una situación en la que se ataca la autoestima, algunos piensan que es lo normal o que se merecen ser tratados así. Otras, porque los agresores les han amenazado con represalias mayores y les da miedo lo que pueda pasar pero, aunque no lo verbalicen, podemos percibir signos de alerta en su comportamiento. «La desmotivación, el aislamiento, la apatía, el no querer ir a clase o que no sonrían, son algunos de ellos», dice Núria Casanovas, psicóloga infantil y familiar, y presidenta del Consejo Social del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña.

«Cuando la situación se mantiene en el tiempo, aparecen también alteraciones del sueño (les cuesta dormir, tienen más pesadillas, quieren compañía hasta que se quedan dormidos, se despiertan pronto…), problemas en la piel o estomacales, así como dolor de cabeza o abdominal», añade Amaia Amalur, psicóloga sanitaria de la clínica Psicólogos Aldama, en Bilbao.

  1. Comunicación

La comunicación dentro de la familia es fundamental, pero es algo que descuidamos a menudo. «Lo ideal es crear espacios de comunicación afectiva y asertiva en el día a día desde que nuestros hijos son pequeños. Por ejemplo, durante las comidas, para que puedan relatar todo tipo de anécdotas y situaciones que vivan a diario. Así, el día que necesiten contarnos algo grave, sentirán que el entorno es seguro y que les vamos a poder ayudar», propone Mercedes Bermejo, psicóloga sanitaria y miembro de la junta de gobierno del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.

Y una advertencia, nunca quitemos importancia a lo que nos cuentan. «Un problema puntual en la escuela no es acoso, pues los niños pueden tener conflictos al igual que los adultos, pero hay que tener en cuenta que el acoso escolar puede surgir de actos repetitivos leves de molestar a alguien (quitarle el lápiz, esconderle la mochila...) aunque no sean violentos», advierte Casanovas. Si fuese el caso, ella recomienda hacer preguntas como: '¿Es la primera vez que te pasa esto?', '¿con qué frecuencia ocurre?'. «Y utilizar una escala de evaluación de emociones para conocer su nivel de malestar. Por ejemplo, '¿cuándo te hacen esto, de cero a diez, cómo te sientes de triste?'. A partir de siete, aunque el acto en sí no parezca agresivo, al menor le estará suponiendo una dificultad».

«Debemos transmitirles palabras de consuelo como: 'Entiendo lo mal que te has podido sentir', 'estas cosas no tienen por qué pasarte'«

mercedes bermejo

Psicóloga

También podemos preguntarles directamente: '¿Qué tal estás en clase?', '¿con quién te llevas mejor?, ¿y peor?', '¿qué amigos tienes?'. «Son cuestiones que nos pueden ayudar a saber cómo se sienten nuestros hijos en la escuela», sugiere Amalur.

Al hablar con los menores, la especialista Bermejo recomienda agacharse o colocarse a su altura y dejar el entorno libre de distracciones, como los aparatos tecnológicos. Además, aconseja hacer un seguimiento y dar alternativas: «Podemos preguntar: '¿Hoy te ha molestado también este compañero?'. Y sugerirle herramientas sobre cómo actuar o cómo pedir ayuda a los profesores cuando ocurra».

  1. Apoyo y seguridad

Para los niños, los adultos deben ser figuras que les den seguridad y protección. «Debemos transmitirles palabras de consuelo como: 'Entiendo lo mal que te has podido sentir', 'estas cosas no tienen por qué pasarte', 'vamos a intentar solucionarlo juntos', y nunca alarmarnos, enfadarnos o escandalizarnos con lo que nos cuenten», sostiene Bermejo.

Si solo son sospechas y el menor no dice nada, una forma de intervenir es decirles: «Tengo la sensación de que te pasa algo malo en la escuela, puedes contar conmigo para lo que quieras, yo te voy a ayudar», sugiere Casanovas. «Cuando les mostramos que vamos a proteger su confidencialidad, que somos un equipo y que vamos a buscar una solución juntos tienen una sensación de alivio y se abren más fácilmente».

  1. Actuación

Al comunicar la situación a la comunidad educativa, «es importante expresar nuestras sospechas y la información que tenemos, así como preguntar a los maestros qué han observado, pero sin juzgar. Esto provoca una relación de colaboración positiva con la escuela», asegura Casanovas.

Por su parte, es muy interesante que los padres cuyos hijos ejercen de acosadores también colaboren con la escuela. «El que agrede no es un niño malo, es un niño que está expresando que tiene un malestar psicológico, como un problema de autoestima. A veces, estas situaciones pueden solucionarse con pocas sesiones de psicólogo y reconducir su actuación en el grupo. Castigar no sirve de nada, pues estos niños tienen un malestar profundo y lo que necesitan es orientación, no represalias. Así lo único que conseguiremos será empeorar su actitud».

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