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Inevitablemente mucha gente estará pensando estos días que tenía que estar en otro sitio. De camino a las playas del Levante, con permiso del tiempo –o sin él–; mirando al cielo también, pero esta vez para ver si puede salir la procesión; buscando una habitación ... de hotel aunque sea a 80 kilómetros de Sevilla para hacer noche y asistir a la final vasca de la Copa del Rey... Estos planes y cualquier otro se han ido al garete porque las primeras vacaciones del año, la Semana Santa, nos va a pillar encerrados.
Cualquier año, tal día como hoy, millones de españoles estarían haciendo ya la maleta, con el horizonte del jueves festivo en mente. Y de ahí en adelante cuatro o cinco días de asueto, que en algunas comunidades autónomas el lunes también es fiesta. Pero en este calendario que manejamos ahora los días rojos ya no son los de fiesta. Será solo uno, el día que podamos salir de nuevo a la calle. Y ese está aún por marcar.
Así que en estos tiempos raros, ¿cómo nos va a afectar perdernos las primeras vacaciones del año? Algo de mella hará, coinciden los tres especialistas consultados para este reportaje, pero de ahí a hacer un drama... «¿Qué significan en una vida cuatro o cinco días de vacaciones?». Iratxe Martínez, psicóloga sanitaria de Castro Clinic (Cantabria) lo resume en esta pregunta, que se responde sola. «Si pensamos que nos están obligando a quedarnos en casa, que nos prohiben estar de vacaciones... nos vamos a sentir reprimidos. Pero si pensamos que estamos renunciando a las vacaciones y a salir por un bien común, que estamos haciendo un ejercicio de responsabilidad, el sentimiento es otro. Así que relativicemos».
Aunque a algunos les cueste pensar así, hay que cambiar el chip. «El factor religioso va a marcar cómo nos sintamos. Las personas que pertenecen a cofradías y celebran con fervor la Semana Santa van a vivir estos días con frustración. Porque para esta gente son momentos de compartir, de eventos multitudinarios y es normal que pasen por una especie de duelo porque van a sufrir una pérdida. Igual que si a los navarros les dicen que se suspenden los 'sanfermines'. Les generaría enfado, un lógico descoloque. O al que había planificado un viaje lejos... se frustrará porque le han puesto un freno. Y eso le va a pasar a mucha gente esta semana», vaticina Guillermo Fouce, presidente de Psicología sin Fronteras.
«Este año la procesión va por dentro. Y pensemos que aunque el confinamiento hubiera terminado tras los primeros quince días y pudiésemos salir, el miedo al contagio iba a estar ahí. Y eso es demoledor, genera mucha tensión», advierte Martínez.
Ese temor estará esperándonos el primer día que volvamos a pisar la calle, pero de momento seguimos en casa. Y esta semana con la circunstancia excepcional de vacaciones mano sobre mano. ¿O no? «El ocio, igual que el trabajo, hay que planificarlo», advierte Fouce. Y aconseja hacer planes adaptados al encierro. «Si uno el fin de semana tiene costumbre de ir al cine, ahora podemos hacer palomitas en casa y poner una película. O tomar el vermú con los amigos el sábado vía skype. Si en Semana Santa ibas a ir a visitar un museo o al estreno de una obra de teatro puedes hacerlo virtualmente». Más ideas: «Ver 'La vida es bella' o leer la biografía de Nelson Mandela, que muestran vivencias duras y envían un mensaje positivo».
– Habrá quien aproveche para adelantar trabajo...
– No es buena idea. La Semana Santa son días festivos y no conviene mezclar tiempos. Una cosa es el trabajo y otra el ocio, que bastante tenemos los que trabajamos en casa a diario, que no te quitas esa sensación de que estás todo el día conectado. Es sano desconectar.
Y cambiar rutinas, pero solo un poco. «Los niños no tienen deberes ni los adultos trabajo, así que nos podemos levantar un poco más tarde, pero no a la hora de comer. Las rutinas y la disciplina en los horarios nos ayuda a estabilizarnos y no hay que perder ese ritmo aunque sean vacaciones», advierte Iratxe Martínez.
– ¿Conviene 'recuperar' estas vacaciones cuando termine el encierro?
– No necesariamente. Habrá personas que no las perdonen, pero habrá que ver también en qué situación acabamos el encierro, porque hay gente que ha perdido el trabajo, que tendrá que recuperar horas.... Está bien que las vacaciones sean sagradas, pero la realidad se impone.
A propósito de esto, y en la línea de «relativizar» que decía... «Es verdad que estamos confinados y que es duro, pero estamos en casa, con comida, con wifi... encerrados dentro de unos parámetros de confort». Si no distorsionamos esta realidad, cree la especialista, «este encierro debería valernos para reflexionar sobre lo que realmente importa». Y ahora más que las vacaciones debe importar «salir de esta emergencia que está causando dolor», hace hincapié Guillermo Fouce. «Si le damos sentido a lo que estanos haciendo, si entendemos el sentido de este sacrificio, la factura que nos pase el confinamiento será mucho menor».
Y este nuevo orden de prioridades que probablemente vayamos a establecer puede que nos cambie el concepto de esa pérdida de cinco días de vacaciones. «Igual algunas personas se dan cuenta de que para ser felices no tienen que irse a la Luna, que hay muchos años para hacer ese viaje que habíamos planificado y se nos ha chafado», señala Anabel González, psiquiatra en el Hospital de A Coruña.
Y confía en los recursos de la gente para celebrar «aunque sea de forma simbólica» estas jornadas: «No saldrá la procesión física pero seguro que los sevillanos cantarán en los balcones». De manera que, no hagamos dramas innecesarios, viene a decir. «Sería una pena amargarnos los días de Semana Santa pensando: 'Yo querría estar aquí o allá'. Hay que estar donde toca estar. Pensemos en los sanitarios... Ellos no van a tener vacaciones. Ni siquiera un descanso».
– ¿Y cuando salgamos?
– Saldremos con hambre atrasada, pero un mes después irá bajando la cosa... No es malo hacer planes, pero sin desesperar por no poder hacerlos ahora.
Hay un estudio en marcha en el que participan 4.000 personas a las que se les ha preguntado qué es lo mejor y lo peor de esta situación de reclusión. ¿Lo mejor? Sí, lo mejor. Lo han preguntado y han obtenido respuesta: «Muchos nos cuentan que el confinamiento les ha dado la oportunidad de vivir sin prisa», explica la psiquiatra Anabel González. Y esto de la prisa tiene también relación con esas vacaciones que nos vamos a perder. «No paramos ni cuando estamos de turismo. Siempre vamos a toda velocidad porque hay que visitar esto y aquello». Por cierto que entre las miles de respuestas que han recabado «nadie ha hecho mención al hecho de quedarse sin Semana Santa». Sí que les han dicho algunos que entre lo mejor de estos días, está «saborear los abrazos que darán a los suyos al salir, la libertad que sentirán». Así que confía la experta en que de esto saquemos al menos dos enseñanzas: «Aprender a vivir a un ritmo más pausado y dar valor a lo cotidiano. Nos hará mejores como sociedad».
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