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Ha leído bien, gratuito, porque la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos ha liberado la descarga de las 11.710 fotos que John Margolies realizó durante 40 años –entre 1969 y 2008– por los 160.000 kilómetros que condujo a través de carreteras secundarias, las famosas rutas y vías estatales, autopistas y calles de todo el país. El conjunto recibe el nombre de 'Roadside America' y resulta absolutamente placentero, un reencuentro reconfortante con instantes que, si ha recorrido alguna vez el país en coche, le llevarán de nuevo hasta allí, y enormente atrayente si aún no lo ha hecho.
Un viaje en el que siempre es buen momento para parar, tanto para repostar gasolina en unos preciosos surtidores de los años 50, tomar café negro servido en jarra y dormir en un motel de carretera, como para disfrutar de un perrito caliente sentado en un Cadillac mientras contempla una película clásica en un autocine de un desértico paraje. Sí, todos los tópicos, cosas que uno piensa que hay que hacer en aquel país de tanto verlas en el cine y que, de hecho, hay que hacer, aunque solo sea para contemplar de cerca los lugares que Margolies retrató a lo largo de su vida y que aún sobreviven, conformando una visión coral de lo que aquel enorme territorio ha sido durante muchas décadas.
Aunque no son muchos los elementos inmortalizados por él que quedan en pie, y en breve serán bastantes menos por la crisis provocada por la pandemia; el 'Financial Times' ilustra precisamente con las fotos de Margolies un artículo reciente titulado: '¿Es este el fin de las tiendas familiares de EE UU?'. Solo un ejemplo de las ausencias más llamativas, aunque ejecutada antes de la pandemia, es la de la tienda de bañadores Stamie's en Daytona Beach (Florida) y su icónica estatua de nadadora con traje rojo, de 6 metros de largo, que tras más de medio siglo señalando el lugar fue retirada en 2018 por la jubilación del dueño, y nadie sabe bien dónde ha ido a parar.
En esas más de 11.000 fotografías que se pueden descargar con calidad suficiente para hacer un póster, hay preciosas gasolineras clásicas, restaurantes y cafeterías con sus estatuas adorablemente 'kitsch' que los hacen visibles desde la lejanía, autocines, moteles con sus carteles de neón, campos de golf... También una gran porción de edificios, tanto de grandes ciudades como de pueblos perdidos, y complejos turísticos de todo tipo. Más o menos la mitad corresponden a California, Florida, Michigan, Nueva Jersey, Nueva York, Carolina del Sur y Texas, pero todos los Estados del país cuentan con representación.
John Margolies (Connecticut, 1940-Nueva York, 2016) casi ni parpadeaba cuando viajaba con sus padres en el asiento de atrás del coche, embelesado en esa iconografía estadounidense que tan bien ha sabido exportar el país audiovisualmente. Con 16 años se sacó el carné de conducir y ahí empieza esta historia. En 1962, licenciado ya en Periodismo e Historia del Arte, empezó a trabajar en el ámbito de la arquitectura, llegando a dirigir el programa de la Liga de la Arquitectura de Nueva York y organizando exposiciones con las que provocaba a los modernistas con su apuesta por el diseño centrado en la idiosincrasia estadounidense, que él veía amenazado por los primeros y que ya había empezado a fotografiar.
Solía alquilar coches que equipaba con neveras para mantener sus películas a punto pese al calor. Y se lanzaba a la carretera. Con su cámara Canon y una lente básica, se plantaba delante de aquello que llamaba su atención, buscando las horas más tempranas, con el cielo azul, sin gente a la vista:«Me encanta la luz a esa hora del día; es como un almíbar dorado. Todo está fresco y no hay nadie para molestarte», decía él. Y apretaba el botón alejando la imagen de emociones propias, un retrato objetivo y fiel de los motivos que seleccionaba, la mayor parte de las veces vistos de frente, o de lado si eso ofrecía más información. Según Phil Patton, autor del libro 'John Margolies. Roadside America', la mayoría de las noches se alojaba en moteles: «Siempre llevaba pinzas para la ropa para asegurar las cortinas y una luz nocturna para iluminar baños desconocidos».
Así promociona y reconoce el trabajo de Margolies la propia biblioteca del Congreso de EE UU: «El archivo fotográfico de John Margolies 'Roadside America' es uno de los estudios documentales más completos de las estructuras comerciales vernáculas a lo largo de las principales calles, caminos y carreteras de los Estados Unidos durante el siglo XX. Narra un período de la historia del país definido por el automóvil y la facilidad de viaje que permitía. Emergiendo con la prosperidad de la era posterior a la Segunda Guerra Mundial, las estructuras comerciales y al borde de las carreteras se extendieron con el auge de la suburbanización y la expansión de las carreteras pavimentadas. Sin embargo, en muchos casos, el único registro que queda de estos edificios está en la película de Margolies, ya que la arquitectura turística está en peligro por la expansión del sistema interestatal y los cambios en los deseos de viajar».
Iker Morán, uno de los responsables de Photolari, medio digital especializado en fotografía, considera que los proyectos fotográficos «a largo plazo siempre tienen un algo especial. En estos tiempos en lo que todo es instantáneo y lo que hoy está de moda en Instagram mañana ya no tiene 'likes', pensar en que alguien ha estado cuarenta años desarrollando una idea a través de miles de fotos resulta fascinante».
Señala Morán que, además de la paciencia y perseverancia que demostró Margolies, la colección «tiene el encanto de la búsqueda de la rareza en lo cotidiano. Seguro que a todos nos ha pasado alguna vez yendo por carretera ver un cartel, un edificio, un paisaje o una nube que nos llama la atención. ¿Qué ocurre? Pues que rara vez paramos y mucho menos se nos ocurre convertir lo que puede ser una imagen suelta en parte de un gran proyecto como este».
A su juicio, el color y el contenido «sacado de contexto, pues en muchas imágenes sólo se ve el cartel, el motel raro de turno o una fachada, también le da un aire muy cinematográfico, con un estilo que, al menos a mí la primera vez que vi las fotos, me recordó mucho a William Eggleston». Dense una vuelta por los archivos de Margolies, ya que tardaremos un tiempo en poder viajar físicamente hasta los lugares que él retrató. Algunos señalizados con memorables carteles en los que lo de menos son las faltas de ortografía, como ese neón de la foto vertical de estas páginas, el del Motel Sun Valley en la calle de El Paso (Texas), que recibe al conductor de la Ruta 90 con un amistoso: «Mi casa es su casa. Bienbenidos».
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