Del '¡Pura vida!' costarricense a la siesta española

Si tiene la fortuna de ver el desove de las tortugas al anochecer le parecerá incluso pequeña la 'peripecia' de llegar a Tortuguero, unas de las joyas del patrimonio natural de Costa Rica. Este pueblito al que solo se accede por lancha y donde el tiempo parece haberse detenido, es un magnífico punto de partida para recorrer el pequeño país verde, que es solo un poco más grande que Aragón. Al margen de la biodiversidad, Costa Rica es una nación singular por muchas razones: no tiene ejército, alberga una nutrida población de 'ticos' centenarios y vive abrazada a la filosofía del '¡Pura vida!'. Aunque es el saludo habitual, significa más que 'hola' y 'adiós' y condensa ese espíritu alegre, relajado e inspirador de los costarricenses. Ese es también un valioso patrimonio. El «abrazo de la '¡Pura vida!'» es una de esas lecciones de «sabiduría para el bienestar» que recoge 'La Guía para vivir mejor' (Lonely Planet), una suerte de atlas del saber de las culturas del mundo.

Costumbres para importar, como «el arte de la siesta española» que, según los autores del libro «mejora el estado de ánimo, la productividad y la salud vascular». También destacan nuestro aceite de oliva, la peregrinación a Santiago de Compostela y «el duende que, espontáneo y esquivo, se esconde en el grito angustiado de un cantaor, en los acordes de un guitarrista o en el golpeteo frenético de un bailarín». Este recorrido por la sabiduría ancestral de los pueblos del mundo incluye desde los remedios de la abuela a los que recurren los colombianos («aloe vera para combatir la caspa, la conjuntivitis y la alopecia, aguapanela para el resfriado...»), el 'nunchi' de los coreanos, ese saber estar que choca con el carácter más impulsivo, ruidoso y expansivo de otros países, o el amor por la playa de los brasileños, hasta cuestiones más terrenales como el cruasán de los franceses, la sauna finlandesa, la pasión de los rumanos por las abejas, los puestos de comida callejera de Singapur o el whisky escocés y otros más espirituales, como la conexión de Perú con la Madre Tierra.

«El vínculo de los peruanos con la Pachamama, especialmente entre los quechuas, es muy fuerte. Incluso el foráneo lo percibe. Cuando pisas Machu Picchu, por ejemplo, algo se revuelve en tu interior. Si llegas al amanecer, tras completar el Camino Inca… ¡uf!, se me ponen los pelos de punta al recordarlo. Te das cuenta de que la Madre Naturaleza estaba allí mucho antes de que nacieras y seguirá mucho después de que desaparezcas. Entiendes lo ridícula que es la visión antropocéntrica del mundo, lo insignificante que resultas. Sientes un profundo respeto por la vida, la obligación de aprovecharla, cierta espiritualidad», evoca Iratxe López, periodista bilbaína de 49 años, que hizo un voluntariado de tres meses en Perú y volvió años después: «Yo he llorado de emoción allí. La última vez subí al Huayna Picchu, el monte que se ve al fondo en la típica foto. Desde su cima todo resultaba minúsculo, incluidos los problemas. Sentí una libertad inmensa, una felicidad absoluta, gratitud por existir».

Gratitud. Habla en estos mismos términos Adriana Martín (Madrid, 27 años) sobre el 'hongi' –nariz con nariz–, el saludo tradicional de Nueva Zelanda, que la guía de la Lonely Planet incluye en ese universo de sabiduría popular. «La primera vez que lo hice fue cuando fui a visitar un poblado maorí. Y fue muy especial porque en ese momento sientes que te integras en otra cultura, que te abren las puertas...». Adriana estuvo trabajando de 'au pair' en casa de una familia neozelandesa, cuidando de dos niños de 5 y 7 años: «De vez en cuando nos saludábamos así pero los críos no entendían la profundidad del saludo por mucho que en la escuela les enseñaran algo de cultura maorí. Para ellos era solo un juego».

Un saludo así sería inconcebible en una sociedad como la sueca, no solo hoy por la pandemia, sino siempre. Es aquella una cultura de mínimo contacto físico, aunque confraternicen igual. Los suecos tienen la 'fika', otro de los inventos a 'exportar', según los autores del libro. Viene a ser «nuestro descanso para el café y el pitillo en el trabajo», cuenta el ingeniero Daniel Palomo (Granada, 40 años), aunque con horarios y asistencia casi obligatoria –«resulta maleducado no participar». «Durante la pandemia no se ha hecho, pero en mi curro hay dos 'fikas'. Una, a las nueve y cuarto de la mañana para tomar café, aunque los lunes nos dan sándwiches también, y fruta el resto de la semana. Y otra, sobre las dos de la tarde, con tartas o pastas y café los viernes, a cargo de la empresa, claro».

Aquí, un tour mundial por esos saberes desconocidos.

«Desde mucho antes de la explosión del veganismo, los rastafaris alababan los beneficios de la dieta 'ital': fruta, verdura y legumbres frescas cocinadas sin sal y sin productos de origen animal».

«Ir de 'lime' es pasar el rato en compañía, relajarse, charlar, bailar.... Ya sea una fiesta en un pub o un encuentro espontáneo entre amigos. El anfitrión debe asegurarse de que haya suficiente ron».

«Le dicen 'oro negro'. La receta: hervir leche, añadir cacao y canela. Luego, una cucharada de harina de maíz. Batir claras de huevo y azúcar a punto de nieve y echar por encima al chocolate».

«En Islandia el calor no llega del cielo, sino de las abundantes aguas geotermales ricas en minerales. El sitio favorito de los islandeses es la 'piscina', el equivalente a nuestra plaza del pueblo».

«'Uitwaaien' es el acto de salir a caminar cuando hace viento, respirar aire fresco y ordenar los pensamientos. Aseguran que controla el estrés y las tensiones y levanta el ánimo en cinco minutos».

«Tienen más de 120 destilerías y esta industria emplea a 10.000 personas. Un traguito de whisky les ayuda a soportar el duro invierno. Pero no se trata de emborracharse, solo de socializar».

«Se toma todo el día y el ritual consiste en echar té verde en polvo en un cazo de plata, luego se añade menta fresca y agua hirviendo. Se vierte desde alto para que se forme espuma y se endulza».

«Lo llaman 'dugnad' y puede ser desde plantar un jardín comunitario a arreglar muebles de oficina. Es habitual que lo hagan las semanas previas al Día Nacional de Noruega, el 17 de mayo».

«El 'zajal' es una forma de poesía tradicional semiimprovisada reconocida por la Unesco que trata del amor, la tolerancia y el diálogo entre comunidades, además de la nostalgia y la política».

«Los finlandeses van a la sauna al menos una vez a la semana. Se vierte agua sobre piedras calientes para producir vapor y se usa a menudo un manojo de abedul para estimular la circulación».

«El ajedrez es una obsesión nacional: los húngaros sacan el tablero en los andenes de las estaciones de tren y los spas y hasta tienen versiones flotantes. El ajedrez forma parte del currículo escolar».

«Es el grito de guerra. Los alemanes brindan a menudo y, mientras se entrechocan los vasos, se dice 'Prost!'. Hay que mantener el contacto visual y no hacerlo supone siete años de mal sexo».

«Los dátiles son parte esencial de la dieta desde hace siglos y ninguna ocasión oficial tiene lugar sin una ración de 'nakhl' (dátiles) y un vaso de 'qahwa' (café con cardamomo)».

«La 'volta' es un paseo nocturno y cualquier noche cálida de verano parece que toda la ciudad ha salido a la calle. Ejemplifica el amor de los griegos por el aire libre y es una rutina sociable».

«El 'zwa' es contagioso. Aquí el tiempo pasa despacio, el ambiente es tranquilo y las sonrisas son de las más auténticas del Índico. Nada se toma demasiado en serio y nadie tiene prisa».

«Los tailandeses se toman la vida con 'sabai, sabai', que se traduce como 'relax, relax', pero significa más bien 'no te preocupes, sé feliz'. No hay que preocuparse por las cosas pequeñas».

«Se camina mirando hacia arriba, no hacia abajo. Se para bajo un árbol y se mira a través de las ramas hacia el cielo. Se respira profunda y plenamente. Repetirlo cuantas veces haga falta».

«'Pakikisama' es el concepto de que llevarse bien con los demás, ser amable y educado es importante. No hay que estar todos de acuerdo, pero sí tener empatía y ponerse en el lugar del otro».

«El aromático eucalipto se ha usado durantes miles de años para curar dolencias y el aceite de eucalipto se añade en la lavadora y en el agua de fregar para proporcionar un aroma a limpio».