Secciones
Servicios
Destacamos
Quién les iba a decir a las gallinas, animales de granja por excelencia, que iban a pasar a vivir en 'mansiones'. Estas aves, las más numerosas del planeta, se han convertido en la nueva mascota de los multimillonarios, que ya presumen de corral antes que de vestidor.
Jennifer Aniston, Nicole Kidman, Hilary Duff, Julia Roberts o Gisele Bündchen son algunas de las 'celebrities' que recogen huevos frescos cada mañana. E incluso el príncipe Harry y Meghan Markle, que están tan orgullosos de su gallinero que eso fue lo único que mostraron de su mansión de Montecito (California) en la polémica entrevista que concedieron hace unos meses a Oprah Winfrey. En efecto, la cría de gallinas fuera del campo es tendencia, y no solo entre la clase social alta.
Es otra de esas consecuencias que ha traído la pandemia. Desde marzo de 2020, se ha notado un aumento en la demanda de avicultura de ocio española de hasta el 60%. Así lo afirma Ramón Barbado, gerente de Finca Casarejo, proveedor nacional de aves y productos para la avicultura, cuyo contacto con otras empresas europeas del sector le permite asegurar que «el incremento se ha notado a nivel global». «Nosotros prácticamente hemos cuadruplicado la venta», afirma.
En su opinión, los motivos que lo han desencadenado son dos: que la gente ha tenido más tiempo para dedicarse a este tipo de labores y que hay un deseo de autoabastecimiento, ante el miedo de que vuelva a producirse una situación similar a la que vivimos al comienzo del estado de alarma, con el acopio de alimentos y de papel higiénico.
Además de lo negativo, la motivación en positivo: comer fresco y huir de la producción industrial. Encaja en este perfil Andrés Prieto, un joven madrileño de 27 años que compró cuatro gallinas en mayo de 2020. «Es un animal que siempre me ha interesado. El hecho de que sean capaces de convertir el alimento en un huevo perfecto siempre me ha impresionado. Llevaba unos años pensado en tenerlas y el confinamiento fue la excusa ideal para convencer a mi familia», reconoce.
Así fue como acogieron a Peli, Katie, Lehendakari y Fernando Simón, que son los nombres de sus gallinas. «Peli es pelirroja, como uno de mis mejores amigos, Katie es el nombre de una amiga de mi novia a la que le encantan los huevos, Lehendakari hace honor a la novia de mi hermano, que es vasca, y Fernando Simón era la persona que más salía en la tele cuando las compramos», explica. Las nuevas inquilinas supusieron tal novedad que hasta se hicieron camisetas en su honor, como se aprecia en la imagen.
Las gallinas de Prieto son ponedoras, llamadas así por haber sido seleccionadas genéticamente para poner un mayor volumen de huevos al año (alrededor de 300). También se les llama industriales, si se emplean en la avicultura intensiva y viven en jaulas; o camperas, cuando su fin es el mismo pero viven un espacio abierto. Las ventajas de estas aves es que son más baratas (8-10 euros cada una) y tienen una puesta mayor los dos primeros años. Su desventaja es que al tercer año ya casi no ponen huevos, aunque la esperanza de vida de una gallina es de entre 8 y 10 años.
Otro tipo son las gallinas de raza, que pueden ser autóctonas (originarias de una determinada región) o sintéticas (creadas por los humanos a partir del cruce de razas existentes). En España existen 27 razas autóctonas, entre las que se encuentran la Castellana, la Pinta asturiana, la Extremeña, la Catalana del Prat o la Euskal Oiloa. Fuera de nuestras fronteras encontramos la calzada holandesa, la sedosa del Japón o la araucana chilena. La ventaja de estas gallinas es que tienen una puesta aceptable hasta el quinto año. Sus desventajas, un precio superior (alrededor de 30) y una puesta anual menor.
25.000millones de gallinas hay en el mundo. Son las aves más numerosas del planeta (triplican el número de humanos). Su población se habría duplicado en tres décadas.
Decantarse por unas u otras depende de los gustos, aunque muchos lo hacen por el color de la cáscara de los huevos. Los blancos y los morenos estamos acostumbrados a verlos, pero también los hay azules, como los de la gallina Araucana; marrón rojizo, como los de la Marans; o verde oliva, que resulta del cruce de las dos razas anteriores. «El color de la cáscara es distintivo de la propia raza. Un truco para saber de qué color saldrán los huevos es mirarle la orejilla a la gallina (tejido ubicado bajo la oreja). Si es blanca, los huevos serán blancos; si es roja, serán morenos», señala Barbado.
Por su parte, el color de la yema lo determina su alimentación. «El huevo sabe a lo que la gallina come. Un pienso con estimulantes generalmente produce yemas paliduchas que, a nivel industrial, suelen corregirse con colorantes químicos artificiales. En cambio, los alimentos naturales ricos en caroteno (trigo, maíz, zanahoria, tomate…) producen yemas naranjas o de un amarillo intenso».
Eso es algo que sorprendió mucho a Prieto. «El día que las soltamos en el jardín por primera vez comieron mucho césped, así que las yemas salieron verdosas; y después de Navidad, que les dimos restos de gamba roja, ¡salieron escarlata! Eso sí, lo que más les gusta son las uvas», cuenta el madrileño. Los restos de marisco picados, especialmente de moluscos bivalvos (ostras, almejas, mejillones...) son muy nutritivos para las gallinas porque les aportan calcio, un elemento muy necesario para la puesta y para el raquis (tallo de las plumas). «Darles las cáscaras de sus propios huevos picadas es otra opción, pero siempre con cuidado de que no los identifiquen», dice Barbado.
ramón barbado
El gerente de Finca Casarejo advierte, sin embargo, que «a las gallinas no hay que verlas como a una máquinas de poner huevos, sino como animales», así que cuanto mejor las alimentemos y cuidemos, mejores huevos pondrán y durante más tiempo. Sobre su manutención, destaca la necesidad de tener un gallinero, ya sea de confección propia -Prieto construyó uno con una caseta de perro antigua- o industrial. «En él debe haber un lugar donde las gallinas puedan mantener una higiene (con viruta y que siempre esté seco), unas perchas (palos a cierta distancia del suelo) porque a estas aves les gusta dormir en altura; comedero, bebedero y un ponedero (con cierta oscuridad para que tengan intimidad en la puesta)». Además, cuanto mayor sea el espacio que tengan para moverse mejor para su bienestar. Así, es preferible un jardín que una terraza.
En cuanto a los permisos, la tenencia de este tipo de aves está protegida por la legislación española, pero solo a partir de 350 ejemplares. Para una casa son demasiadas, así que en ese caso los únicos reglamentos que se recomienda consultar antes de adquirir gallinas son los estatutos de la asociación de vecinos y la normativa municipal del ayuntamiento. Si ninguno de ellos prohíbe tener animales de granja, no habrá problema.
Lo que aconseja Barbado, en cualquier caso, es «solicitar un número de registro ganadero (REGA) para nuestra explotación (un corral doméstico para autoconsumo) en la oficina veterinaria comarcal más cercana. Es gratis y, así, si algún día tenemos algún un problema, podremos saber la trazabilidad de nuestros animales».
Las gallinas son animales dóciles, familiares y estupendas para transmitir valores pedagógicos. «Con ellas, los menores aprenden a tener una responsabilidad diaria (alimentarlas, limpiarlas…), a querer a los animales y tener empatía con ellos, asisten en primera persona al ciclo de la vida (desde que la gallina pone el huevo hasta que a los 21 días sale un pollito), ven de dónde vienen los alimentos, comprueban que cada gallina tiene su personalidad, comparten y transmiten los valores que adquieren entre sus amigos, y entienden que hay otras formas de pasar el tiempo más allá de los videojuegos», dice Barbado.
Publicidad
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.