Y la B atacó a Fernán Gómez
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Un viaje al abecedario descubre historias para no olvidarFernando Fernán Gómez aprendió a leer gracias a su abuela, que le enseñó cuando iban de la mano por la calle mirando los letreros de las tiendas. El actor fue el encargado de escribir en el libro 'Al pie de la letra. Geografía fantástica del ... alfabeto español' el capítulo dedicado a la B mayúscula, como ocupante del sillón correspondiente en la Real Academia Española (RAE) entre 1998 y 2007, año de su muerte. En su texto, recordaba las greguerías que Ramón Gómez de la Serna dedicó a la primera consonante del abecedario: «La P es una B que ha parido», con lo que el actor concluía, con permiso del ilustre literato y tertuliano, que «la B es una P embarazada». Ignoraba al parecer que su letra ya tenía una greguería propia: «Es el ama de cría del alfabeto». Se obcecó Fernán Gómez, alma rebelde que era, en que como le obligaban a escribir de la mayúscula, su simpatía derivaba hacia las minúsculas, aseverando que sus «orgullosas» hermanas mayores «no tienen sitio más que al comienzo de las frases o en los nombres propios». «Son más esclavas, o más sometidas al protocolo que las minúsculas», a las que consideraba infantería, mientras que a la mayúscula le otorgaba el dudoso honor de ser aristócrata en democracia.
«Una de las palabras más bellas que empiezan con b es beso –proseguía–, pero si escribo puedo besar muy poco con B mayúscula, mucho más podría besar con unas 'bes' minúsculas». Y se lanzó a citar palabras como belleza, Baco, Beatriz, bondad, baile y bautismo... pero también bodrio, bacilo, bacteria, bruto, bestia, bandido, barro, birria... «Muchas más veces encontramos estas palabras con minúscula que con la soberbia B mayúscula». Y hasta ahí llegó, porque tanta afrenta contra la letra que él representaba no podía quedar impune: «¿Qué ocurre? Algo inusitado, terrible. La habitación en la que escribo sufre de repente una invasión de letras mayúsculas. Han salido del ordenador, de la impresora, del cesto de los papeles. Me cercan amenazantes. Su capitana es la B mayúscula (...) La terrible B se encara conmigo y me recuerda que es triste ser la segunda, pero no es motivo para la calumnia ni la defensa enloquecida que –según ella– he emprendido con las minúsculas. Me ordena mirar hacia una pared. Alí tengo enmarcado un cartel que anuncia una película: 'ELABUEL0', así, en solemnes mayúsculas. Y la feroz capitana B me hace percatarme de que la cuarta letra del rótulo es ella».
La cosa se iba calentando tanto que al final la integridad de Fernán Gómez parecía peligrar: «La B, cada vez más agresiva, más agobiante, me mete la cara. Diré, no puedo evitarlo, que gotas de sudor perlan mi frente. Sus colegas, las otras mayúsculas, zumban como avispas a mi alrededor»... Dejémosle por un momento ahí, acobardado. Recuerden que hablamos del hombre que se enfadó con un fan porque le pidió un autógrafo a destiempo: «Si usted cree que tengo mal caracter está en lo cierto. Lo tengo y muchísimo. Haga el favor de dejarme en paz. Déjeme en paz. ¡A la mierda!». Con la B, sin embargo, claudicó: «estoy acojonado. Sobre todo porque comprendo que B tiene razón. Me olvidé de las portadas de los libros, los titulares de los periódicos, los rótulos de las tiendas. Nada de lo que he escrito sirve. ¿Qué hacer ahora? Bueno;al fin y al cabo, se escriben tantas cosas que no sirven...».
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