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Tenemos la necesidad de poner nombre a todo. La etiqueta. Es un rasgo muy humano eso de crear colectivos y bautizarlos. Y ocurre en dos de las áreas que más nos apasionan como especie: el sexo (heterosexuales, homosexuales, bisexuales, pansexuales, asexuales... y así casi hasta ... el infinito) y la comida, donde vegetarianos, veganos y flexitarianos ya son una proporción importantísima de la población. Así lo confirma al último informe 'The Green Revolution 2021' de Lantern, que constata que cada vez hay más personas 'afiliadas' a uno de estos tres perfiles dietéticos. Ahora mismo,en España más de cinco millones de ciudadanos –el 13% del total– se encuadran en estos grupos, lo que supone un crecimiento del 34% con respecto la época precovid. ¿Cuántos de ellos son flexitarianos? La mayoría, un 10,8%... ¡y luego están los que lo son y no lo saben!
¿Eso es posible? Totalmente. De hecho, repasemos nuestros hábitos alimenticios, porque es probable que pertenezcamos a ese 'club'. ¿Somos de los que hemos ido reduciendo el consumo de carne roja poco a poco? ¿Ya casi no consumimos embutidos (por el colesterol, para controlar el peso...)? ¿Preferimos las verduras y vamos mucho a la frutería? Los que hayan respondido afirmativamente pueden definirse como flexitarianos con poco margen de error.
Carmen Aragón, miembro del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) nos explica en qué consiste lo de ser flexitariano (y no, no es comer mientras hacemos flexiones ni ser el más flexible de la clase de yoga): «La dieta flexitariana se se basa en alimentos de origen vegetal con consumo ocasional y variable de productos de origen animal». La clave está en dos palabras: ocasional y variable. De este modo, hay algunos flexitarianos que rozan el vegetariamismo (solo comen productos de origen animal en ocasiones muy excepcionales: el cordero de navidad en casa de su madre, un solomillo en una cena, algo de jamón ibérico en alguna ocasión especial...) y ni siquiera compran productos cárnicos, aunque, si la vida social les lleva a tomar carne, no tienen problema. Y luego están quienes toman productos de origen animal una vez a la semana –o cuando les entra un antojo irrefrenable– porque se ajusta más a sus gustos e intereses.
El consumo de carne fue incrementándose poco a poco –en los años 70 eran unos 46 kilos por persona al año– y a principios de la década de los 2000 llegó a 119, casi tres veces más, según un pormenorizado estudio de la Fundación Alicia, centro de investigación y ciencia alimentaria y culinaria de referencia en Europa. ¿Qué ha pasado desde entonces? Que esta burbuja cárnica ha ido a menos y en menos de dos décadas ha bajado a 93 kilos por persona y año. Ahora mismo, el 75% de los españoles no rebasaría las raciones máximas recomendadas.
¿Qué opinan los expertos en nutrición de este patrón dietético? «Este tipo de dietas, con respecto a las veganas estrictas, aportan la ventaja de proporcionar micronutrientes, proteínas de alto valor biológico y ácidos grasos omega-3, cuya presencia o biodisponibilidad son escasas en alimentos de origen vegetal», detalla Aragón. Según añade la experta, otra de las ventajas del flexitarianismo es que, en patrones dietéticos con bajo consumo de carnes rojas, «se ha descrito menor incidencia de algunos tipos de tumores y enfermedades cardiovasculares», algo que ha calado entre la población.
Y las cifras avalan este cambio de mentalidad. «El volumen de ventas de los alimentos vegetales en la Unión Europea ha crecido un 49% en total desde 2019 a 2021 (en España, un 48%)», indica Natalia Berenguer, presidenta de la Asociación Española de Productores y Alimentos Vegetales. Tal y como destaca, el 22% de los ciudadanos cree que la sostenibilidad es la razón prioritaria para un cambio de hábitos hacia una dieta que contenga productos de base vegetal, ya que el consumo de alimentos es la principal fuente de impacto ambiental generado por los habitantes de la UE.
¿Los flexitarianos de hoy serán los veganos o vegetarianos de mañana? ¿Es una conversión en proceso? «No tiene por qué», dicen desde la SEEN. La flexibilidad es cómoda, saludable y permite caprichos. De hecho, las recomendaciones de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición sugieren que cuatro raciones semanales de carne (dos si es roja) constituyen un límite saludable, aunque los flexitarianos suelen recortar más este margen.
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