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Hemos llegado a un punto en el que, si comemos algo sin una finalidad, no nos sentimos del todo a gusto. Es decir, buscamos 'superalimentos', algo que llevarnos a la boca y que nos mejore la salud, nos ayude a mantener la línea y hasta ... nos haga vivir más años. Pues bien, ahí va una aclaración aguafiestas: no hay nada específico que podamos comer que haga milagros..., pero sí que hay alimentos que ayudan, y mucho, si sabemos sacarles provecho y los combinamos adecuadamente con otros (y con hábitos saludables, claro). Es el caso del kéfir, ¿es tan bueno como lo pintan? Depende. Aunque se conoce en nuestro entorno desde hace décadas –y muchos hemos probado a hacerlo en casa– ahora ya hay muchas marcas que lo comercializan y se puede encontrar en cualquier 'súper', no hace falta ir a buscarlo a tiendas especializadas como antaño. Es decir, se ha popularizado –y abaratado– increíblemente en los últimos años. ¿Es por sus efectos extraordinarios? Javier Aranceta, presidente del comité científico de la Sociedad Española de Nutrición, nos explica sus beneficios..., pero con algunos matices.
Yogur, chucrut, kombucha (elaborada fermentando té azucarado artificialmente), hasta encurtidos de toda la vida como los pepinillos. «En general, todos los fermentados tienen un valor contrastado científicamente: son buenos para la microbiota intestinal, cuyo empobrecimiento está relacionado con muchísimas alteraciones de la salud y hasta con el estado de ánimo, ya que hay un eje intestino-cerebro», apunta Aranceta, quien recalca que «todo lo que favorezca esa microbiota es positivo». Y el kéfir, sí, es bueno para la flora intestinal, pero no mejor que otros alimentos probióticos. Además, lo bueno es tomar distintos probióticos para que en nuestro intestino se creen colonias diferentes de 'bichitos'. A más variedad, mejor.Así que, si nos gusta el kéfir, perfecto, genera un pH ácido muy propicio, pero para sacarle el máximo provecho mejor alternarlo con otros probióticos en lugar de tomarnos solo litros de este fermentado.
Si tenemos una microbiota de exposición, pero comemos mal..., no sirve de nada. Las familias de la flora intestinal 'comen' lo que nosotros comemos, claro. Así que, para que hagan su función, debemos ingerir «sobre todo, la parte carnosa de las frutas y verduras y algunos tipos de cereales y panes de masa madre», apunta Aranceta. Si tomamos mucho kéfir pero luego nos alimentamos de ultraprocesados, no notaremos ningún beneficio.
Siempre que se habla de las bondades del kéfir, se alude a la longevidad de algunos pueblos del Cáucaso que toman grandes cantidades de este alimento. Y como todos queremos llegar a centenarios... ¡a tomar kéfir! «Se sabe que, cuando envejece la flora intestinal, se empobrece la cantidad y la diversidad de microorganismos –indica Aranceta–. Y el kéfir la enriquece. Una microbiota sana influye en muchos aspectos de la salud, así que sí, puede tener relación con la longevidad. Eso sí, esas tribus caucásicas seguro que acompañan la ingesta de kéfir con condiciones de vida saludables, quizá poco estrés, otros alimentos buenos para la salud... Es un todo», matiza. Vamos, que no es solo por el kéfir que todos lleguen a ancianitos en buen estado. «Para que los efectos del kéfir sean los deseados, tiene que 'aterrizar' en un entorno positivo», recalca.
Un efecto muy beneficioso del kéfir es que mantiene a raya algunos efectos nocivos de la ingesta de carne roja, como los componentes derivados de la carnitina que se liberan en el organismo al comerla. «Por eso los alemanes acompañan la carne de fermentados como el chucrut», explica el especialista de la Sociedad Española de Nutrición, quien aconseja hacer caso de algunas de estas combinaciones ensalzadas por la sabiduría popular, «como tomar el chuletón con una ensalada o poner arroz en los garbanzos para hacerlos más nutritivos».
Cuando el kéfir se prepara en casa (mucha gente tiene los gránulos que hay que poner en leche o agua), puede causar problemas, ya que corremos el riesgo de no realizar el proceso correctamente y, además, el kéfir casero suele ser más concentrado que el comprado y puede resultar muy fuerte para personas con el estómago muy sensible. Asimismo, conviene consultar al médico si estamos inmunodeprimidos, tomamos medicación inmunosupresora (démonos cuenta de que el kéfir lleva muchos organismos vivos) o somos sensibles a las levaduras.
¡Tiene alcohol! Sí, es cierto, en torno a un 1%, una cantidad inocua. Así que lo pueden tomar todos, incluso los niños. Los zumos de bote tienen lo mismo o hasta un poco más.
Sin leche Hay kéfir hecho con agua, si no nos gustan los lácteos o no podemos tomarlos.El proceso es el mismo, se deja que el hongo fermente el líquido.
Para cuidar la línea Tiene las mismas calorías que un yogur (unas 64 por 100 gramos), así que calóricamente no es nada especial.Eso sí, resulta muy saciante. Y eso ayuda, ¡pero sin edulcorar, claro!
Más digerible Para la gente a la que la leche no le sienta muy bien pero que no quiere prescindir de los lácteos, el kéfir es una buena opción, ya que está predigerido por los microorganismos.
Muy nutritivo Este lácteo fermentado por la acción de levaduras y bacterias tiene 4 gramos de proteína por cada 100 gramos, 5 de carbohidratos, 3,5 de grasas, además de potasio, calcio, magnesio y fósforo.
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