Un monumento bajo tierra
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Conflictos y tragedias en la sima de la Piedra de San Martín, una de las más grandes del mundoLugares imposibles ·
Conflictos y tragedias en la sima de la Piedra de San Martín, una de las más grandes del mundoóscar Beltrán de Otálora
Sábado, 22 de agosto 2020, 00:07
En 1952, la arrasada Europa de posguerra estaba pendiente de una cueva situada en los Pirineos navarros, en la frontera entre España y Francia. Por primera vez en la historia, la exploración de una cavidad se convertía en un espectáculo mediático global. Incluso la revista ' ... Paris Match' abría su portada con noticias del paraje. La sima de la Piedra de San Martín es un lugar tan monumental que todo lo que sucedía allí se magnificaba. Era titánico.
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La galería se descubrió en 1950 y comenzó a explorarse al año siguiente. Una de las primeras dificultades a salvar era su acceso. Para llegar al fondo de la cueva había que bajar por un pozo de 300 metros (la misma altura que la torre Eiffel). En aquellos años, el descenso dependía de tornos eléctricos. En 1952 se produjo un accidente fatal. El espeleólogo Marcel Loubens falleció al caer mientras le ascendían a superficie.
En el interior de la sima se encontraba un personaje sin igual. Haroun Tazzieff. Este vulcanólogo y director de cine de origen polaco había sido llamado por los exploradores para inmortalizar su trabajo, pero lo que rodó fue el drama de Loubens. Tazzieff venía de colaborar con el comandante Jacques-Yves Cousteau. Ambos serían pioneros al llevar a las pantallas aventuras que hasta entonces estaban vedadas al público: el fondo de los mares y el centro de la Tierra. El cineasta –que llegó a compaginar sus actividades como investigador con el cargo de secretario de Estado en Francia– escribió un libro sobre la cueva que se convirtió en un best-seller europeo.
1952 El espeleólogo Marcel Loubens muere en el pozo de 300 metros que da acceso a la cueva.
La muerte de Loubens no puso fin a las exploraciones. En 1953 se encontró la joya de la corona: la sala de La Verna. Su superficie es equivalente a casi nueve campos de fútbol y en su interior se ha llegado a volar en globo. Entonces empezaron los problemas. La compañía eléctrica francesa EDF se propuso construir una central en la sima para aprovechar el cauce de un río que atraviesa La Verna. España reclamó el dominio sobre la gruta de acceso, puesto que estaba en territorio español. La disputa se dirimió en el Tribunal de La Haya, que dio la razón a Madrid. En 1954, Franco clausuró la vía de entrada a la cavidad. Tan solo se permitió rescatar el cadáver de Loubens, que seguía allí abajo.
Los franceses intentaron excavar un túnel hasta La Verna y sortear la prohibición. No tuvieron suerte y sus trabajos de minería les llevaron a otra sala, que bautizaron como Arphidia. En 1960, España permitió una nueva expedición. En esta ocasión, con espeleólogos y militares de ambos países. Así se pudo llegar a enlazar finalmente el túnel galo con La Verna.
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Sin embargo, el río no garantizaba la producción hidroeléctrica y se abandonó el proyecto. Las exploraciones continuaron y se llegó a los 1.410 metros de profundidad, récord mundial en su momento. Pero, para entonces, ya no generaba interés informativo. No hubo ni portadas ni películas. El túnel se convirtió en un acceso para turistas y el pozo se abre de vez en cuando para espeleólogos que recrean hazañas de otro siglo.
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