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Aquel chico tenía un miedo patológico a las cuestas cuando estaba al volante. A las empinadas y a las que tenían solo una leve inclinación. Un 2% exactamente en el caso de esa calle en Barcelona. «Me costó cincuenta minutos convencerle de que arrancara el coche. Pero hoy conduce de manera habitual, lo ha superado», se felicita Javier Díaz, profesor de formación vial y psicólogo clínico especializado en amaxofobia, fobia a conducir, que afecta en torno al 10% de la población (más de dos millones de personas en España). También circula aquel otro que en la primera sesión de terapia con Javier solo fue capaz de recorrer «veinte metros». «Se paró. Dijo: 'No sigo'. Y tardamos media hora más en avanzar otros veinte metros». Ellos dos y muchos otros integran este colectivo de personas a las que ya solo aquel anuncio del '¿Te gusta conducir?' pondría los pelos de punta. «La estadística habla de un 33% de gente con miedo al volante pero no hay que confundir los nervios habituales o el miedo que sientes al principio, cuando nunca has cogido el coche, con el pánico, que de eso hablamos».o la
– ¿Tiene 'cura'?
– Sí, pero no se 'pasa' con cuatro clases. El pánico no es una emoción fácil de controlar. Y se necesita de una motivación muy fuerte para superar este miedo, además de voluntad y paciencia.
También tiempo y dinero, porque aunque un conductor novato recibe una media de 25 o 30 clases antes de presentarse al examen práctico, «los hay que necesitan cuarenta o que necesitan cien», explica Enrique Lorca, presidente de la Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE). Él «detecta» enseguida cuándo un nuevo alumno tiene miedo. «Se nota. Hay gente que se monta en el coche y le están sudando las manos antes de arrancar. Pero esas personas, antes o después, acaban sacándose el carné. A la primera incluso», tranquiliza Lorca. Quien cifra en aproximadamente la mitad el porcentaje de alumnos que aprueba carretera en la primera convocatoria. Claro que la amaxofobia no tiene tanto que ver con sacar el permiso de conducir antes o después como con ser capaz de darle uso después.
«Entre la gente con fobia hay mucha casuística. Hay quien viene con el miedo de casa. Sus padres le han dicho siempre: 'Cuidado con el coche que es muy peligroso, hay que andarse con mil ojos...' y en cuanto cometen un mínimo fallo le dan mucha importancia. Otras personas con un buen desarrollo intelectual se creen torpes en las habilidades físicas, que nada tiene que ver una cosa con la otra, por cierto. Y también influye la autoestima, gente con autoestima baja tiende a una autoexigencia alta y creen que no van a ser capaces de conducir».
Al margen de estos, otro grupo de amaxofóbicos, que son los que tras años conduciendo sin miedo, ahora lo sienten. «Hay quien atraviesa por situaciones de estrés familiar, laboral... que les generan mucha ansiedad. Entonces se pegan un susto conduciendo y ese estrés les desencadena un ataque de pánico. Eso es muy gordo, es angustioso, porque experimentas pérdida de la realidad. Y si eso te ocurre en la ciudad a 40 por hora, todavía, pero como suceda en carretera... Y sucede. Puedes vivir con estrés muchísimo tiempo y desmoronarte en un instante», advierte Javier Díaz. En estos casos, continua el especialista, a la fobia se une otro problema: les pesa más no conducir que al que tiene miedo de inicio y apenas ha cogido el coche. Quien ha conducido diez años sin problema siente ahora que ha perdido algo que tenía. Claro que por ahí puede venir también esa «motivación» de la que habla el experto como condición indispensable para superar la fobia. Cuando llega alguien así a su consulta, en la segunda sesión Javier ya le monta en el coche. «La amaxofobia no se cura en un despacho. De hecho, pocas fobias se curan así . Alguien que tiene miedo a los perros por mucho que le digas que son muy buenos y no hacen nada hasta que no le pones uno al lado no lo supera».
– ¿Terapia de choque?
– No, eso nunca. Llevaría al fracaso más absoluto porque el que se da un susto grande al volante no vuelve a ponerse. Aquí se va poco a poco. Dar dos vueltas a la manzana de su casa, cuando esté tranquilo, conducir tres manzanas más allá. Y enfrentarle a la realidad. Hay quien tiene miedo de atropellar a un peatón. Entonces le llevo por una calle con pasos de cebra por donde cruza gente. '¿A que le has visto y te ha dado tiempo a frenar? Y creías que no...'. O una incorporación en autopista: 'Mira a ver si viene alguien, ¿crees que te da tiempo? ¿Sí? Pues entra'.
Aunque muchos amaxofóbicos no entrarán nunca en una autopista, «porque el miedo en carretera es siempre mayor por la velocidad». «El objetivo que me planteo con los pacientes-alumnos es que sean capaces de conducir por sus trayectos habituales, por su ciudad, por las rutas que hagan a menudo. Ese logro es suficiente».
«Nunca se me olvidará el caso de aquellos dos hermanos... Uno sabía conducir ya y el otro no. Ambos se apuntaron a la vez a la autoescuela y el que no había cogido nunca un coche aprobó, mientras que su hermano, ya experimentado, suspendió y le salió más caro el carné». Cuenta la anécdota Enrique Lorca, presidente de la Confederación Nacional de Autoescuelas para advertir de lo mal consejera que es en estos casos «la prisa». «Hay alumnos que pecan de querer correr mucho y dicen: 'Como tengo dos oportunidades, voy a probar suerte. Pero nadie aprueba por suerte», advierte el experto. Y alerta de otra cuestión: «Esos que iban confiados y suspenden van tensos a los siguientes exámenes y algunos se meten en un pozo del que es difícil sacarles porque hay que trabajar la seguridad en sí mismos».
Una fobia menospreciada: «Es curioso. Mucha gente dice tener miedo a volar y todo el mundo más o menos lo entiende.Pero si dices: 'Tengo miedo a conducir' tienes que escuchar a veces: 'Menuda bobada'. Cuando el riesgo es mucho mayor en carretera que en avión», explica Javier Díaz.
¿El que tiene miedo a conducir tiene miedo a viajar?: «No. Quien tiene fobia a conducir no confía en él mismo al volante pero sí se fía normalmente de los demás».
A conducir se 'aprende' relativamente rápido: «El proceso de aprendizaje de la conducción es muy rápido al principio pero luego llega una fase de estancamiento en la que todo es más lento; aquí algunas personas se vienen un poco abajo y hay que animarles a seguir», explica Enrique Lorca.
800 euros cuesta sacarse el carné de conducir a la primera. Sobre la duración, «mes o mes y medio si se es constante», dicen en la CNAE.
30 euros de media cuesta cada clase práctica en las autoescuelas españolas.
27 millones es el censo de conductores en España. 15 millones y medio son hombres y 11 y medio son mujeres, según datos de 2019 de la Dirección General de Tráfico (DGT).
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