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Seguramente nunca tengamos que vernos en alguna de las situaciones que aquí se describen, pero eso mismo pensaban los que sí las vivieron alguna vez. El granadino Carlos Martínez, responsable de la Escuela Boreal Supervivencia, y Carlos Sanz, biólogo que trabajó con Félix Rodríguez de la Fuente y uno de los responsables del Centro del Lobo Ibérico de Castilla y León (Zamora), dan algunas pautas para salir del paso si tuviéramos la mala fortuna de protagonizar alguna de ellas.
Incendio en el monte
Si observa humo en el monte –aconseja Carlos Martínez 'Legendario Boreal'–, llame a emergencias indicando dónde lo ve y su posición más precisa (se puede enviar la ubicación real a través de Whatsapp). Hay que prestar atención a la dirección del fuego y el viento y procurar huir en dirección contraria, buscando zonas de escasa vegetación. El fuego tiende a subir más rápidamente ladera arriba y por los barrancos, por lo que evitaremos estas zonas. En caso de que el incendio se aproxime y no tenga forma de escapar, intente mojar su ropa y cave un hoyo en el suelo para meterse dentro y cubrirse con la mayor cantidad de tierra posible hasta que pase el fuego. Es bueno tapar nariz y boca con algún trapo mojado.
Fuego en casa
Si el incendio en casa se acaba de producir y es poco intenso –prosigue Carlos Martínez–, como que arda el aceite de la sartén, hay que intentar apagarlo con trapos o toallas secas, cubriendo el fuego para que no se alimente con oxígeno. Es interesante tener en casa pequeños extintores (necesitan mantenimiento anual). En caso de que el incendio sea más grande y no podamos controlarlo, hay que abandonar la vivienda cuanto antes siempre que sea posible, evitando el ascensor y bajando por las escaleras, y dar aviso a los equipos de emergencias del 112. Si no es viable salir, iremos cerrando todas las puertas tras nosotros, poniendo trapos o toallas empapadas en agua entre las puertas y el suelo para evitar que penetre el humo, y nos colocaremos cerca de ventanas o balcones para que los equipos de emergencia nos vean fácilmente y puedan rescatarnos.
Avalancha de nieve
Las avalanchas de nieve suelen producirse generalmente en zonas que la mayoría de estaciones de esquí o las autoridades conocen. Sabiendo esto, Carlos Martínez, de Escuela Boreal Superviviencia, recomienda, ante todo, consultar el estado de la nieve y de la zona que vamos a visitar con anterioridad, previendo el riesgo de aludes, que se producen más frecuentemente en laderas con cierta inclinación donde se han ido acumulando grandes cantidades de nieve. Si se ve sorprendido por la avalancha, hay que intentar salir por los laterales del alud, y si esto ya no es posible, realizaremos movimientos de brazos similares a las brazadas de natación. En caso de vernos cubiertos ya por la nieve, debemos ponernos en posición fetal, tapando con nuestras manos nariz y boca. Una vez que ha parado, intentaremos abrir un espacio entre nosotros y la nieve, para tener más aire respirable. Luego debemos averiguar nuestra posición, si estamos hacia arriba o hacia abajo, haciendo caer algo de nieve o bien nuestra propia saliva, e intentaremos excavar con nuestras manos hacia la superficie. Cuando se realizan travesías en nieve, es importante contar con equipo antiavalanchas, que suele estar formado por un dispositivo electrónico de localización, llamado DVA (detector de víctimas de aludes), una pequeña pala y una sonda (plegables ambos).
Caída al agua en lago helado
Si caminando por un lago o río helado se quiebra la superficie y cae en el agua, nade hasta el borde del hielo, en la zona por donde venía antes de caer, pues al menos sabrá que ahí la capa helada será capaz de sujetar su peso. Use los codos para levantarse parcialmente. El peso de la ropa mojada le dificultará salir del agua, pero mueva las piernas como si estuviera nadando y trate de ponerse lo más horizontal posible para intentar salir con la barriga sobre el hielo. Una vez fuera, ruede tumbado hasta una zona donde el hielo sea más seguro. Las personas que intentan rescatar también se ponen en peligro, así que es mejor guiar a la víctima desde lejos. Aproxime un palo, una cuerda, una bufanda... para que se agarre, y tire para sacarla manteniéndose agachado y alejado de la capa más fina del hielo. Llame al médico mientras calienta a la víctima.
Coche que se cae al agua
Si el coche cae desde cierta altura, Martínez aconseja agarrar el volante por los extremos laterales, con las manos en las 9 y las 3 del reloj, preparándonos así para la colisión. Una vez que nos encontremos en el agua, solo dispondremos de unos momentos, que serán de extrema importancia antes de que el coche comience a sumergirse: intentaremos desabrocharnos el cinturón para salir del vehículo por la puerta o la ventanilla. Si el coche comienza a sumergirse y no hemos podido salir ni abrir una ventanilla, tendremos que romper esta (no el parabrisas, pues es mucho más resistente). Para ello siempre es útil llevar en el lateral de la puerta o en la guantera una herramienta corta cinturones con martillo de rotura de cristales. Después, tomaremos suficiente cantidad de aire para salir nadando hacia la superficie, bien por la ventanilla rota o abriendo la puerta, algo que solo conseguirá una vez que la presión entre el interior y el exterior se haya igualado al entrar el agua en el coche.
Si nos arrastra la corriente
Las corrientes de resaca del mar se pueden intentar identificar observando si hay zonas donde el mar parece más tranquilo que el agua que tiene a su alrededor, explica el experto en supervivencia. Estas son franjas de agua perpendiculares a la orilla que a simple vista parecen más tranquilas, pero es muy probable que se trate de esas temidas corrientes. En el caso de vernos dentro de una de ellas y notar su arrastre, hay que mantener la calma, intentando nadar de forma suave y en paralelo a la orilla, nunca contra la corriente, pues nos agotaríamos. Cuando notemos que deja de arrastrarnos la corriente, será cuando comencemos a nadar hacia la costa, pero no de forma recta (perpendicular) sino en diagonal, en torno a los 45 grados.
Encontronazo con lobo, oso...
Carlos Sanz, del Centro del Lobo Ibérico de Castilla y León (Zamora), insiste en que es muy extraño el encuentro con uno de estos animales, pues ellos eluden a los humanos sistemáticamente en cuanto los huelen, los ven o los oyen. En caso de que suceda, recomienda mantener la calma y quedarse quieto. Es muy importante recordar que jamás se debe dar la espalda a un animal salvaje para echar a correr, ya que él lo podría interpretar como una invitación a perseguir a la presa, y la persona tiene las de perder. Lo mejor es mantenerse de frente, sin mirarle directamente a los ojos para no retarle, apartarse poco a poco protegiéndose tras una piedra, un árbol... y hacer aspavientos leves con voces no muy fuertes para ahuyentarlo. Es importante saber que a veces representa más peligro un perro cuidando un rebaño que un lobo. Por si acaso, es bueno llevar un palo.
Con un oso tampoco se debe correr. La Fundación Oso Pardo recomienda apartarse si no nos ha visto o realizar pequeños gestos con los brazos para hacernos notar si está cerca y provocar que se vaya. Sin hacer mucho ruido, pues lo pueden interpretar como una agresión y pasar al ataque. Se puede tirar la mochila o la ropa al suelo para que se distraiga con ellos y huir marcha atrás sin correr y sin perderle de vista. Si todo falla, tumbarse en el suelo haciéndose el muerto y proteger la cabeza. Los jabalíes, si están con las crías, pueden ser muy peligrosos, es mejor colocarse tras un árbol o una roca y alejarse.
Ataque de un tiburón
Son muy infrecuentes los ataques de tiburón, pero si se diera el caso Carlos Martínez recomienda no perderle de vista, aun cuando estemos intentando zafarnos de él. Como en cualquier encuentro con fauna salvaje, debemos mantener la calma y dirigirnos hacia el punto que consideremos más cercano, una barca, la costa... nadando sin mover excesivamente las extremidades. Mantenga el contacto visual con el escualo y si pasa al ataque, defiéndase. Con un remo, una piedra... o a patadas, golpéele en el hocico, en los ojos o en las branquias. Siga luchando hasta que el tiburón se retire.
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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