La proa de los buques
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Tenemos la idea de que la proa afilada es la mejor para navegar. No es asíTenemos la imagen de que la proa afilada de los buques, formando un ángulo agudo con la superficie del mar, es la más adecuada para la navegación. Sin embargo, hoy la mayoría de los buques tienen en su proa un bulbo de otras formas y ... tamaños. Es una protuberancia, normalmente sumergida, que mejora el comportamiento hidrodinámico del buque. Fue R.E. Froude quien observó en 1903 que la resistencia al movimiento en un torpedero, al que se le instaló un tubo lanzatorpedos en la parte baja de la roda, cuando navegaba con el tubo tapado disminuía respecto al barco sin el tubo. Poco después, D.W. Taylor, en 1907, proyectó el primer bulbo de proa con la intención de incrementar la velocidad del acorazado Delaware. En los 30 se publicaron varios estudios teóricos sobre la resistencia al movimiento por la formación de olas en la proa de los buques. Los resultados teóricos demostraban que el bulbo genera un sistema de olas que por superposición con las olas de proa del buque es capaz de atenuarlas y, por tanto, incrementar la velocidad. La atenuación se debe a que en esta superposición la cresta de las olas producidas en el bulbo coinciden con los valles o senos del sistema de olas de la proa del buque. Esta superposición reduce el tamaño de la ola y, como consecuencia, reduce también la resistencia al movimiento del buque. Se dice que esas olas están desfasadas. Si el bulbo no está bien diseñado, las olas del bulbo y las de proa pueden estar en fase: coincidir las crestas. En este caso, al superponerse se suman y la resistencia al movimiento es mayor que la del barco sin bulbo.
Las primeras aplicaciones del bulbo de proa se hicieron para barcos con velocidades altas. Así, cuando llegaron los grandes petroleros, con velocidades bajas, parecía absurdo colocarles el bulbo de proa. Sin embargo, trabajos teóricos demostraron que si bien cuando estaban en plena carga el efecto del bulbo era pequeño, en la condición de lastre alcanzaban entre el 15% y el 20% de ahorro de potencia. Estos trabajos demostraron que el efecto del bulbo descrito anteriormente para buques rápidos es diferente que en los buques lentos. En estos, solo en la situación de lastre disminuye la resistencia por olas rompientes, las cuales representan un 20% de la resistencia total al movimiento. Inicialmente las formas de los bulbos eran muy sencillas, pero a medida que los estudios experimentales-teóricos avanzaron se empezaron a utilizar formas complejas. Además se comprobó que el bulbo puede beneficiar sensiblemente las condiciones marineras del buque. En cualquier caso se puede decir que la experimentación avanzó más deprisa que la teoría. Hoy la teoría permite calcular, aproximadamente, el volumen óptimo del bulbo, así como su posición más adecuada.
En el movimiento del buque, además de la resistencia al movimiento producida por las olas, existe la resistencia por fricción por la viscosidad del agua. La influencia del bulbo sobre la resistencia viscosa es, prácticamente, despreciable.
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