Calendarios: cómo se mide el tiempo
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El día es la unidad habitual de medidaLa ciencia y la sociología asociada al calendario hace muy difícil explicar todo lo que hay detrás. Fijamos la atención en la medida del tiempo (cronología). Históricamente, la unidad básica para los cálculos ha sido el día. Los demás períodos temporales no son más que ... agrupaciones de días. Los dos más comunes, meses y años, junto con los días, están basados en periodos astronómicos que, al ser inconmensurables entre sí, introducen complejidad en la elaboración del calendario. El resto, como la semana, son artificiales. Pero la cronología no asegura que la unidad básica del tiempo es constante. No dice si en una sucesión de días, la duración del primer día es la misma que la del último. Para comprobarlo se necesita la medida científica del tiempo (la cronometría) que, hasta épocas recientes, dependía de los astrónomos. En cualquier caso, la constancia del tiempo a partir de una medida astronómica sigue sin resolverse. Por ello es imposible comparar unidades del pasado, por ejemplo segundos con segundos posteriores.
Hasta el primer tercio del siglo XX, la medida del tiempo fue el día: el período de rotación de la Tierra sobre su eje. Era medido por los astrónomos tomando como referencia el sol, día solar o, en otros casos, algunas estrellas fijas, día sideral. Los segundos se definían como la fracción 1/86400 del día. Esto permitió establecer relaciones entre el tiempo sideral, el solar aparente (irregular) y el solar medio. Los relojes del siglo XVIII, más precisos y controlados, permitieron interpolar el tiempo entre las observaciones astronómicas. Así, utilizando el día como unidad básica en la cronología y en la cronometría, se consiguió establecer una buena relación, aunque compleja, entre las medidas astronómicas y el calendario. En la mitad del siglo XIX se refinaron las teorías dinámicas del sistema solar teniendo en cuenta la luna y los planetas. Esto produjo un avance importante en la medida del tiempo. Pero, debido a la variabilidad del movimiento de rotación de la Tierra, seguía siendo imprecisa. En 1950 se introdujo el año tropical o estacional y, el tiempo, basado en las efemérides más importantes del sol, la luna y los planetas, pasó a ser la variable independiente de las ecuaciones dinámicas del movimiento planetario. Se redefinió el segundo como la fracción 1/31556925,9747 del año tropical.
A partir de 1929 los relojes de cuarzo (oscilador) sustituyeron a la observación astronómica. Esta nueva medida se mejoró en la década de los 40 con los relojes atómicos y con los relojes atómicos controlados por osciladores de cesio. El 1 de enero de 1972 se estableció el tiempo atómico internacional redefiniendo el segundo a partir de una propiedad, constante y fija, de estos relojes. Se comprobó que cada uno de los días no comprende exactamente 86.400 segundos atómicos. Por ello son necesarias correcciones. Por ejemplo, introducir ocasionalmente un segundo para asegurar que el mediodía se alcanza a las 12 en punto.
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