El encierro en la ULE dura diez horas y los estudiantes se plantean una acampada

Banderas, carteles de reivindicación, comida, bebida y el apoyo de la comunidad educativa que no puso impedimento en que este acto se realizase. La llegada al lugar, por parte de los estudiantes que se manifestaban y sumaban a las movilizaciones estudiantiles extendidas en varias sedes universitarias de todo el mundo.

Un acto «necesario» para muchos de los estudiantes que se encontraban la mañana de este miércoles 15 de mayo en las instalaciones ocupadas por los estudiante pero que ven poco «reivindicativo» por el horario que ocupan.

La noche del miércoles al jueves volverán a repetir el encierro tras la asamblea celebrada en la facultad de Filosofía y Letras. No descartan la acampada, aunque por el momento se mantendrán con estos encierros nocturnos en la biblioteca.

Los universitarios comenzaron a llegar a la Biblioteca de la Universidad de León a las 22:30 horas, según la seguridad de las instalaciones, de forma ordenada y sin causar alteraciones más allá de lo permitido por el rectorado. «Se quedaron a dormir en la parte trasera del mostrador, no hubo ningún incidente y a primera hora de la mañana entramos y estaban descansando en la cafetería ya únicamente un grupo mínimo», explica Pilar López, oficial de biblioteca en el Servicio de Información. Según la trabajadora de la universidad se trató de una acto «respetuoso» en el que los estudiantes llegaron a las instalaciones y se fueron siguiendo las órdenes.

Claudia Melero se encontraba en una de las zonas de estudio cuando llegaron las primeras reivindicaciones por parte de los manifestantes. Banderas cruzaron las puertas y un manifiesto en busca de la libertad de Palestina se leyó delante de todos los presentes. Tras ello, procedieron a alojarse en el hall de la Biblioteca y pasar una noche tranquila y sin incidentes.

«Desde que llegaron estuvimos más pendientes del tema que de estudiar, pero no nos molestaron, cada uno que haga lo que quiera, no creo que sea gran molestia», indica la estudiante. Algo que no todos comparten, como es el caso de Lucía González, estudiante de Educación Infantil. La joven apoya la causa pero no ve justo que las instalaciones se abran para una «acampada» y no para dar servicio a los universitarios que necesitan más horas de estudio en campañas de exámenes.

«Si la biblioteca cierra y no deja estudiar, no sé por qué deja que gente entre ya que esta reivindicación no va a llegar a nada», denuncia González. Opiniones diversas entre los estudiantes que, aunque no molestos por la situación vivida, si explican que «no tiene la suficiente visibilidad».

Celia Ferreras y Celia Méndez, amigas y jóvenes universitarias, comparten el pensamiento de la «necesidad» que tiene la sociedad de conocer lo que pasa fuera de las fronteras que cada uno conoce. «Falta conocimiento y sensibilidad. Nosotros paramos nuestra vida diaria para manifestarnos sobre una situación injusta y pues eso es vulnerable», añade Ferreras. Una manifestación «necesaria» pero, según indica, en otros ámbitos y realizada de otra forma, ya que como se ha planteado en la Universidad «no ha aportado gran cosa a los estudiantes».

Un pensamiento que comparte Méndez la cual asegura que «hay que molestar» debido a que ese es el sentido de manifestarse y, realizadas de esa forma, «no van a conseguir nada».

En la asamblea celebrada a las 17.00 horas en la facultad de Filosofía y Letras han decidido continuar con los encierros una noche más en la biblitoeca central, sin descartar en los próximos días comenzar una acampada.