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El año 2020 planteó importantes desafíos para la universidad española. Marcada por las elecciones a rector durante los primeros tres meses y por la pandemia los nueve restantes, la Universidad de León no ha sido la excepción. Apenas dos días después de haber sido ... reelegido en el cargo, el equipo de Juan Francisco García Marín se vio ante el reto de adaptar la ULE a las circunstancias, con el objetivo de intentar seguir «siempre con la actividad pese a lo que ocurriera», tal y como recuerda con Leonoticias.
La digitalización urgente que ha provocado el Sars-Cov-2 no será algo temporal en la Universidad de León. «Esto llega para quedarse, lo dije en la toma de posesión», recuerda García Marín, pero matiza sus palabras. «Hay que tener en cuenta que la enseñanza principal es la presencial, y que estaremos encantados de volver a ello de forma completa cuando esto acabe. Pero tendremos estas herramientas para complementarla y hacerla más ágil».
Y es que desde la ULE estudia la opción de cambiar algunos estudios a un modelo híbrido. «Es lo que antes se llamaba semipresencial. Una parte que sea prácticas determinadas de forma presencial y el resto online. Lo que conocí en su día en Estados Unidos, hace años, era esta situación y probablemente algunos grados hagan esta transformación», apunta el dirigente de la entidad educativa, que sin embargo refuerza su apuesta por la presencialidad: «No apostamos por lo online de forma exclusiva, no lo hemos contemplado».
El rector recuerda numerosas entre sus homólogos de otras universidades públicas en Castilla y León para seguir ofertando los mismos servicios en la medida de lo posible: «A nivel de docencia, que era lo principal, creo que bastante bien. No lo creo, estoy seguro que bastante bien. Nos adaptamos más rápido de lo que creímos», señala. «Al día siguiente de comenzar el Estado de Alarma hubo una reunión con los decanos para poner en marcha protocolos de seguridad, que han cambiado con las circunstancias, pero la seguridad ha sido lo primordial en la Universidad de León».
Aunque García Marín hace autocrítica, se asombra del trabajo que realizó la institución educativa durante las primeras semanas de confinamiento: «Las cosas siempre se pueden hacer mejor. Siempre después te puedes dar cuenta que había otras formas mejores de hacer las cosas», indica el dirigente de la ULE, que enumera las labores que se tuvieron que realizar y que ha salido exclusivamente del bolsillo de la entidad leonesa.
«Había que adaptar sistemas informáticos y aplicaciones, pues no es lo mismo una red para un uso determinado que multiplicar por 20 ese uso. Había que adaptar esa capacidad. Se necesitaban ordenadores para los estudiantes, que muchos se pusieron nerviosos la primera semana, pero los tuvieron, pinchos de Internet. Hubo que adaptar el tipo de exámenes», pormenoriza el rector.
La ULE aún espera los fondos estatales, que aunque figuran en los presupuestos de la Junta, aún no han entrado en sus arcas: «Hemos tenido que hacer una fuerte inversión. En los presupuestos de la Junta figuran los presupuestos que el Ministerio de Universidades nos envió, sabemos que va a llegar, pero de momento hemos sido nosotros los que hemos tenido que poner el dinero».
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