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Luis Miguel Fernández Blanco en una de las salas del Museo de las Colecciones de la Universidad de León. Sandra Santos

Un bestiario que cobra vida en el corazón de León

Más de 7.000 personas visitan el Museo de las Colecciones de la Universidad de León el último año | Cerca de 60.000 animales y más de 5.000 objetos educativos se custodian en un museo que preserva la «historia de la ciencia»

Martes, 30 de enero 2024, 08:17

Atravesar la puerta del Museo de las Colecciones de la Universidad de León es como pasar la primera página de un bestiario. Animales reales y fantásticos ilustraban las hojas de aquellos libros de literatura medieval que hoy, en pleno siglo XXI, se materializan en tres dimensiones. Desde los grandes mamíferos hasta los más pequeños insectos, cerca de 60.000 animales se resguardan en el Mule. Junto a ellos más de 5.000 objetos de investigación y educación empleados a lo largo de los últimos 40 años dan testimonio del rico patrimonio que atesora la Universidad de León.

El Mule abría sus puertas a la sociedad leonesa el mes de enero de 2023. Desde entonces, más de 7.000 personas de todas las edades, clases, nacionalidades y con distintas motivaciones han descubierto el tesoro más bestia de León. «Estamos encantados», reconoce Luis Miguel Fernández Blanco, coordinador y conservador de las colecciones, que celebra la puesta en marcha de este espacio «integrador e intercultural» en el que tienen cabida todos. Escolares, personas mayores «que disfrutan como niños» en el museo, inmigrantes, estudiantes de español e incluso una familia de peregrinos venida de Australia que aprovechó su paso por León en su ruta hacia Santiago han decubierto el museo, que intenta personalizar cada visita para que la experiencia sea completa.

Para encontrar el origen del Museo de las Colecciones de la Universidad de León hay que viajar a 2008. «Nos dimos cuenta de que muchas colecciones científicas tendían a desaparecer, bien porque los profesores se jubilaban, porque cambiaban de universidad o porque el material utilizado quedaba olvidado», recuerda Fernández. Así nació el Servicio de Colecciones Zoológicas de la ULE, con el objetivo de «preparar una gestión científica de las colecciones para conservarlas y custodiarlas».

La Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales recogió aquellas primeras colecciones, que se empezaron a mostrar a grupos de escolares y personas externas a la universidad. «Tuvo tanto éxito que no nos quedó más remedio que empezar a hacer educación ambiental y difundir el conocimiento de la biodiversidad», explica el profesor, que finalmente tras años de trabajo y gracias a la apuesta del actual equipo de la Universidad vio cómo se aprovechaban las instalaciones de la institución ubicadas en la calle Jesús Rubio para dar vida al museo.

Cómo llegó un tigre de Cabárceno a León

«Todo lo que tenemos aquí es historia, historia de la ciencia, patrimonio histórico de la Universidad, de la ciudad de León e incluso de Europa, y es lo que queremos mostrar para que la gente pase un buen rato cuando viene aquí», cuenta emocionado el coordinador. Exposiciones permanentes, temporales e itinerantes dan vida a un museo que crece día a día. A las salas que guardan en su vitrinas objetos educativos de alto valor histórico, las colecciones de 7.000 ejemplares de antrópodos, 2.300 aves o 400 mamíferos se sumará en el futuro una muestra geológica y paleontológica gracias a las «cesiones inmensas de fósiles, minerales y rocas de un particular».

Porque el museo se nutre, además del propio patrimonio de la universidad, de las donaciones que llegan por parte de instituciones como el Museo de la Fauna de Valdehuesa, colaborador clave para el Mule, así como de particulares que encuentran en este espacio el lugar idóneo para conservar sus colecciones y darlas a conocer.

El patrimonio del Mule es tan inmenso que es imposible abarcarlo en unas líneas. De entre los 60.000 animales que custodia entre sus paredes, el principal atractivo «para niños y mayores» son los grandes felinos, como el tigre que llegó al Mule desde Cabárceno tras morir al ser atacado por otro animal de su misma especie, nos explica Fernández mientras representa con el cráneo de un tigre cómo fue ese ataque al cuello del animal.

Educación ambiental: los murciélagos tienen que ser un vecino más de las ciudades

«Intentamos también que los visitantes se aficionen a seres diminutos que son muy beneficiosos para nuestros ecosistemas y que muchas veces no sabemos que existen», cuenta Fernández, que también quiere que los visitantes se vayan del museo habiendo roto mitos.

«Hay animales que se consideran 'malos' pero no lo son, como las serpientes, los murciélagos o los lobos». El cine y la literatura así nos lo han hecho creen, pero los profesores rompen una lanza a favor de estas especies que «son imprescindibles dentro de los ecosistemas». También hay tiempo en las visitas para hablar de animales en peligro de extinción y fomentar hábitos que frenen el cambio climático.

Algunos de los objetos del Mule y Luis Miguel Fernández junto a ellos.
Imagen principal - Algunos de los objetos del Mule y Luis Miguel Fernández junto a ellos.
Imagen secundaria 1 - Algunos de los objetos del Mule y Luis Miguel Fernández junto a ellos.
Imagen secundaria 2 - Algunos de los objetos del Mule y Luis Miguel Fernández junto a ellos.

Proteger a los animales que viven en las ciudades es otro de los objetivos que persigue el museo. Muchas veces las edificaciones están «tan herméticamente cerradas» que no dejan ni pequeños huecos para que animales como los murciélagos que viven en las ciudades y que «nos proporcionan muchos beneficios» puedan seguir siendo un vecino más.

«Están desapareciendo igual que algunas aves insectívoras y hay que fomentar que sigan alojándose en las ciudades porque son fundamentales para eliminar multitud de plagas de insectos que con el cambio climático están subiendo a nuestras zonas», explica el profesor, que no quiere que las ciudades se conviertan en «un desierto de cemento» que «nos perjudicaría a todos».

También juega un papel fundamental dentro del museo la sala dedicada al patrimonio histórico, donde se preservan objetos, recursos educativos, en uso o descatalogados que durante años sirvieron para formar a las promociones de estudiantes que han ido pasando por las aulas de la universidad.

El museo de las colecciones se convierte así en un espacio vivo, que se alimenta de la ciencia que sale de las aulas para dar alas a la divulgación científica y que seguirá creciendo como un bestiario de tesoros únicos.

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