El algoritmo leonés con inteligencia artificial que podría revolucionar tu festival de música favorito

Pues este problema de organización, que podría parecer tan nimio, supone un gigantesco quebradero de cabeza para las empresas encargadas de la organización de eventos y grandes festivales. Esos encuentros musicales que tanta fama han ganado en la última década, tienen verdaderos problemas de ubicación de espacios que les hacen perder ingentes cantidades de dinero cada año. Hay empresas especializadas encargadas de crear una organización eficiente que favorezca una experiencia cómoda para el consumidor y, a la par, no obligue a los promotores a salirse del presupuesto.

Una problemática que ha encontrado una solución a través de un algoritmo de raíces leonesas. El proyecto ha sido desarrollado por el grupo de investigación de Sistemas Inteligentes para la Fabricación (Sinfab) de la Universidad de León (ULE). La idea surgió de la necesidad de optimizar espacios en tiempos de covid para ayudar a los comedores escolares y los establecimientos hosteleros a ordenar meses y sillas de forma que entrase el mayor número de personas, pero respectando el distanciamiento social.

Si bien es cierto que recurrir a la inteligencia artificial -la encargada de trabajar con el algoritmo- para colocar unas mesas puede sonar un tanto grandilocuente y, hasta, poco accesible. No obstante, a través del método creado por el Sinfab esta optimización podría trasladarse al mundo de la empresa -grandes eventos relacionados con el mundo de la hostelería, los festivales, los conciertos, los encuentros de esports...-, redundando en un incremento sustancial de los beneficios. La idea es tan buena que ha sido premiada en la tercera edición del think thank 'We The Humans', un proyecto que busca galardonar los proyectos de inteligencia artificial con mayor impacto en la sociedad.

Rubén Ferrero, director del proyecto y profesor de Ingeniería Mecánica en la ULE, explica que el proyecto nace como una rama paralela al proyecto principal en el que trabajan: «Nosotros estamos desarrollando una optimización del balizado para colocar sensores de forma óptima. Por ejemplo, para mejorar la precisión de los GPS en interiores necesitamos colocar sensores para que el GPS sepa ubicarte con el menor margen de erro, pero esto no es como colocar sensores de luz, no podemos permitirnos que haya puntos muertos o que la precisión no sea prácticamente perfecta».

A partir de dicha base los investigadores del Sinfab desarrollan un algoritmo genético: «Realmente colocar mesas en un espacio determinado parece una tarea algo vaga o mundana, pero cuando te pones a ello y quieres colocar 10 meses en un escenario vacío las posibilidades se disparan». En época de covid, el Gobierno apostó por patrones de grupos de mesas en hexágonos o triángulos, pero a la hora de la verdad esta metodología era inaplicable por las diferentes formas de los comedores y aulas.

«Es entonces cuando nos dimos cuenta que los algoritmos que aplicábamos para distribuir sensores podrían valer para colocar estas mesas», explica Javier Díez, doctor en ingeniería aeronáutica y mimbro del grupo de investigación. En consecuencia, el Sinfab se puso manos a la obra y obtuvieron un modelo matemático -un algoritmo- mediante el cual «tú nos das un plano de una estancia y las mesas u objetos que quieres distribuir, y nosotros te devolvemos la ubicación más efectiva y perfecta que la inteligencia artificial nos puede proporcionar».

El método se puso en práctica en el colegio de los Maristas de San José de León: «Cuando ubicamos las mesas los profesores quedaron sorprendido, diciéndonos incluso que la clase parecía mucho más grande de lo que podría parecer en apariencia», explica Díez. Y esto es aplicable a todo tipo de espacios y eventos: «Muchos restaurantes nos hablando de los problemas de espacio, y cuando hemos aplicado nuestro algoritmo hemos comprobado que el espacio estaba del todo desaprovechado, por lo que muchos negocios podrían asumir una mayor asistencia sin necesidad de recurrir a una sala de dimensiones superior a la que ya disponen».

Una de los aspectos más curiosos del algoritmo creado por este grupo de investigadores leoneses es cómo trabaja hasta llegar a la solución definitiva. «El tiempo que tarda en darnos una solución depende de la complejidad del espacio que queramos optimizar. ¿Por qué? Porque dentro de la inteligencia artificial nosotros trabajamos con los algoritmos genéticos, los cuales a su vez se fundamentan en la evolución de Darwin»

¿De Darwin?

«Sí, cuando lo explicamos a nuestros familiares también se sorprende. ¿Qué tiene que ver la evolución de las especies con los análisis matemáticos en un superordenador? Pues mucho, ya que cuando le proponemos un problema a la inteligencia artificial esta va ofreciendo muchas soluciones -en una cantidad difícilmente imaginable-, y las soluciones van evolucionando hasta obtener la solución definitiva, la más perfecta, la más evolucionada que puede conseguir el algoritmo», explica Paula Verde, profesora en el área de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de León.

La complejidad del algoritmo es tal, que para implementarlo primero es necesario pasar por el Sinfab. No es posible, con la tecnología de la que disponemos, hacer una aplicación de móvil que ejecutase los procesos matemáticos y computacionales que requiere. «De hecho, si quisiéramos hacer los cálculos de forma particular, excederíamos nuestro límite vital y no acabaríamos», ejemplifica Paula Verde.

En consecuencia, las herramientas utilizadas por el grupo de investigación de Sistemas Inteligentes para la Fabricación de la ULE podría suponer un antes y un después en la organización de eventos. No solo se podría comerciar de cara a pequeños establecimientos hosteleros, si no que los grandes festivales, encuentros o exposiciones, entre otros. Es decir, la spróximas ediciones del Mobile World Center o el próximo festival de Coachella podría recurrir a la ULE y el Sinfab para obtener la mejor organización de espacios que, actualmente, puede ofrecer la tecnología. Preguntados por esta posibilidad, los investigadores sonríen de forma nerviosa solo de pensarlo: «Lo cierto es que sí, que nos llamen, que nosotros se lo organizamos en un momento», comenta Javier Díez de forma socarrona.