Agricultura lunar, un negocio con vistas al ecuador del siglo

La existencia de agua en la Luna la convierte en objetivo de interés. Este recurso es esencial y el cuerpo celeste más cercano a la Tierra lo acumula en unos 40.000 kilómetros cuadrados. Sin embargo, la curiosidad de unos jóvenes universitarios malagueños les llevó a hacerse una pregunta: ¿se puede cultivar allí? «En 2015 vimos una competición llamada 'Lab to Moon (Laboratorio a la Luna)', en la que se trataba de probar un experimento científico en su aterrizador lunar», cuenta Ortega-Hernández.

Aquel concurso prometía dar casi 25 millones de euros a la primera empresa privada que fuera capaz de aterrizar sobre la superficie lunar, recorrer 500 metros y enviar los datos recogidos de vuelta a la Tierra. Nadie se alzó con el premio, pero este ingeniero aeronáutico y mecánico malagueño de 28 años encontró su propio camino: 'Green Moon Project'. Esta aventura combina geología planetaria, biología vegetal e ingeniería aeroespacial.

«No había ninguna experimentación previa sobre cómo puede crecer una planta bajo condiciones de gravedad lunar», explica. En 2019, China consiguió por primera vez llevar al satélite terrestre semillas y plantarlas en su cara oculta. «Es importante entender cómo va a ser el comportamiento del cultivo en unas condiciones tan severas», señala.

Tras este hito, Ortega-Hernández y su equipo contactaron con el Centro de Exploración Espacial de la Universidad de Chongqing, que ha colaborado con la Agencia Espacial China en investigaciones sobre astrobiología y ecosistemas extraterrestres, además del diseño de sus rover de exploración espacial. Se aliaron en 2019 –«ellos tienen los recursos, pero el nivel de conocimiento científico y técnico lo tenemos en España», precisa este ingeniero español– y sus avances cada vez son más visibles. «Las plantas no están preparadas para cultivarse directamente en la Luna o Marte, por lo que debemos generar unas condiciones similares a las de la Tierra para que germinen», apostilla.

Para ello los expertos del proyecto construyen un tubo de ensayo o probeta en la que iría el regolito lunar –en este caso se ha simulado con una composición de la propia superficie del satélite terrestre–. La estructura consta de pequeñas vigas de aluminio aeroespacial, además de incluir varios sensores de CO2 y O2, térmicos y lumínicos.

Todo será monitorizado gracias a una placa Intel Edison y el código ha sido desarrollado con el sistema Arduino, que ofrece unas bases de 'hardware' abierto. Asimismo se han instalado varios LEDs de colores (azul, rojo y rojo lejano) para favorecer la fotosíntesis. También dispone de una trampilla que liberará la semilla sobre el sedimento húmedo una vez esté en la Luna.

Pruebas en Canarias

A la espera de viajar al espacio exterior, el equipo de 'Green Moon' Project ha hecho sus primeras pruebas en las islas Canarias. Lanzarote dispone de tubos formados por la lava similares a los de la Luna, «que supondrían uno de los mejores espacios para los huertos espaciales al protegerlos de la radiación cósmica», señala Ortega-Hernández. Según sus cálculos, a mediados de siglo se podrían ver los primeros invernaderos en dicho satélite.

«Los primeros pálpitos son positivos», aunque prefiere ser comedido en las expectativas: «no vamos a ver grandes latifundios y menos a corto plazo». El nuevo horizonte de la NASA para volver a la Luna es 2025. Pero en 2023 se prevé mandar un robot rover capaz de buscar hielo. Aterrizaría en una región del polo sur de la Luna llamada cráter Nobile y se espera que confirme la presencia de agua helada justo debajo de la superficie, un paso decisivo no solo hacia la agricultura lunar sino también para la fabricación de posibles combustibles que permitan viajar hasta Marte u otros destinos espaciales.