Secciones
Servicios
Destacamos
Casi tres meses después del inicio de la erupción del volcán Cumbre Vieja en La Palma la situación que se vive en la isla sigue siendo de tensión. Los vecinos de las zonas afectadas esperan durante horas poder entrar en las llamadas zonas de exclusión para retirar la cecina que se acumula en los tejados y comprobar el estado de sus viviendas, mientras se mantienen las promesas de ayudas que no acaban de llegar.
En medio de una situación de emergencia, que resulta nueva para la población, la ayuda de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, así como de organizaciones sin ánimo de lucro y voluntarios, es vital para que el día a día sea algo menos complicado.
El volcán de Cumbre Vieja ha arrasado más de 1.237 hectáreas y son casi 3.000 los edificios que han quedado sumidos bajo la lava. En medio de esta situación toda ayuda es poca y así lo pensó Guillermo, un guardia civil leonés destinado en el puesto de comandancia de Valencia de Don Juan.
Noticia Relacionada
A su llegada a la isla recuerda que le sorprendió mucho la gran cantidad de ceniza que hay en las calles. «Tapa las casas y en algunas zonas hay metros y metros de ceniza acumulada», recuerda el agente. Ahora es una imagen a la que ya está más acostumbrado, pero al llegar reconoce que «hay sitios que parecían escenarios de guerra».
Y esa visión no ha cambiado, ya que cuando entra en las zonas de exclusión (aquellas en las que la colada ha arrasado con todo y las zonas cercanas donde no se permite el paso) sigue viendo una «zona catastrófica».
El leonés asegura que «tenemos una zona de la isla donde la vida está totalmente marcada por el volcán», pero recuerda que La Palma es mucho más y hay otra parte «en la que ni se ve ni se escucha lo que está pasando».
Noticia Relacionada
Guillermo trabaja controlando los accesos a la zona de exclusión cuando la calidad del aire, la erupción y el viento lo permite. Pero siempre alerta. «Hay una tensión constante, el aire está bien y dejas entrar a la gente y de repente el volcán expulsa azufre o cambia el viento y tienes que entrar y evacuar», recuerda el agente.
Guardia Civil
Una situación en la que se ha visto envuelto en varias ocasiones y por la que «hay que estar con constantes mediciones y en alerta por si te avisan». Y en el momento de la llamada «de repente te pones las mascaras de gas y a correr para sacar a todo el mundo», asegura.
El cariño y el agradecimiento de los palmeros es otra de las cosas que Guillermo experimenta día a día. «A veces hacen colas de 3 horas o incluso 5 horas de espera para poder entrar a su casa y son comprensivos, entienden que la situación es complicada», relata el guardia civil, que recuerda que su cariño se siente día a día.
Cuando trabajan en los puestos de mando los palmeros les acercan café, agua o «cualquier cosa que vean que podamos necesitar» y siempre pendientes y agradecidos de quienes les están ayudando. Y es que aunque muchos han perdido sus casas y otros no saben ni en qué estado se encuentran siguen preocupados por quienes, como Guillermo, se han desplazado desde otros puntos de España para ayudar.
Guillermo
«Estando aquí no notas esa desesperación que se veía al principio por la televisión, creo que se han resignado y sólo quieren que esto acabe para poder volver a empezar», lamenta el agente.
«Salió una comisión de servicio y no me lo pensé. Aquí vienes por ayudar, porque tienes que buscarte tu el alojamiento y todo», explica Guillermo, quien a pesar de tener que pasar estas Navidades lejos de su familia no se lo pensó. «Estamos hasta el 27 de diciembre aquí y luego vendrán otros compañeros», asegura el Guardia Civil, quien reconoce con humor que «este año la cena de Nochebuena por videollamada».
El agente trabaja en Valencia de Don Juan y su día a día no tiene ni punto de comparación con sus labores en la isla. «Aquí ves que estas echando una mano en un sitio que realmente hace falta», asegura Guillermo insistiendo en que «ahora hay una emergencia y haces más falta aquí».
Publicidad
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.