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O. SUÁREZ
Sábado, 14 de abril 2018, 11:05
La declaración ante la jueza de Instrucción número 4 de Antonio María da Silva, el marido de Mari Trini Suardíaz, ha permitido abrir nuevas vías de investigación a la Policía que intenta esclarecer la misteriosa desaparición en 1987 de la mujer y su ... hija de 18 meses.
El hombre fue detenido en Badajoz en el paso fronterizo de España y Portugal y trasladado al Palacio de Justicia en calidad de detenido como responsable del intrincado caso que desde hace tiempo investiga la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Comisaría de Gijón.
El hombre declaró ante la jueza instructora que desconoce el paradero de su esposa y su hija y aseguró que las había abandonado en el Algarve, al sur de Portugal, en 1987 y que no había vuelto a saber nada de ellas. Fue puesto en libertad al no haber cargos de peso contra él, sin embargo, su declaración ha permitido a los investigadores obtener nuevas pistas.
Está aún pendiente la autorización judicial solicitada por la Policía para revisar una balsa de espato flúor en la localidad de Berbes, Ribadesella, donde supuestamente Antonio María da Silva habría arrojado dos vehículos hace treinta años.
Los agentes quieren descartar que Mari Trini y su hija se encuentren allí, como ya hicieron con la inspección en dos casas en la localidad de Matadeón de los Oteros y Berbes.
La búsqueda en la localidad leonesa se centró en los terrenos que ocupaban la antigua vivienda en la que vivió Mari Trini Suardíaz, que tenía 23 años en el momento de su desaparición, con su hija Beatriz, de 13 meses, y con el padre de la niña, Antonio María da Silva, de nacionalidad portuguesa.
La denuncia por la desaparición la puso en 2002 el hermano de la mujer, usuario habitual de los centros asistenciales de Gijón. Hace unos dos años la UDEV reactivó la búsqueda y las pesquisas para intentar resolver la inquietante desaparición. Consiguieron la autorización de la jueza Ana López Pandiella, titular del juzgado de Instrucción número 4 de Gijón para proceder a la búsqueda en el solar de la localidad leonesa de Matadeón y también para que, a través de una comisión rogatoria, se buscase en Portugal al principal sospechoso. Las fuerzas de seguridad lusas no dieron con el paradero de Antonio María da Silva.
En 1986, cuando residía en Matadeón, la mujer había logrado tirar un papel por la ventana al patio de la vecina en el que pedía ayuda y alertaba de que se encontraba retenida contra su voluntad dentro de la casa, de apenas cincuenta metros cuadrados.
La vecina denunció los hechos ante la Guardia Civil, varios de cuyos agentes se presentaron en la vivienda y detuvieron al que entonces era la pareja de la mujer. No obstante, tras este incidente volvieron a vivir juntos en la misma casa y pocos meses después desaparecieron del pueblo sin que se volviera a tener noticia del paradero de la mujer.
Las investigaciones apuntaban a que la mujer, originaria de la localidad maliaya de Barzana, y la menor podrían haber sido asesinadas y escondidas en la bodega. Las esperanzas por esa vía se esfumaron cuando los policías, con la ayuda de la Unidad Militar de Emergencia (UME) levantaron el terreno hasta llegar a la construcción subterránea y comprobaron que no había ni rastro de lo que buscaban.
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