El Baúl de Pili: la tienda que combate la soledad en un pueblo de León animando «a charlar»

Un sencillo cartel colocado en la puerta de El Baúl de Pili, una tienda local de ropa en Valderas, ha traspasado fronteras y se ha hecho viral en redes sociales. En él, su dueña, Pilar Pomarino, ofrece a los vecinos la posibilidad de entrar simplemente a charlar: «Podemos hablar de lo caro que está todo, del tiempo, de cómo están tus hijos o de qué vamos a hacer de comer», dice el mensaje.

La iniciativa nació tras inspirarse en La Tienda de la Vecina, un comercio de Cádiz que también lucha contra la soledad de las personas mayores. Pilar, que lleva más de una década al frente de su negocio, quiso replicar la idea en su propia tienda, buscando que su local no fuera solo un punto de venta, sino un espacio de «cercanía y conexión humana».

Aunque el cartel se colocó en junio del año pasado, su repercusión ha llegado recientemente gracias a una publicación en X (antes Twitter), que ha alcanzado más de 54.000 visitas y ha sido compartida cientos de veces. «Me han escrito incluso desde Canadá preguntando qué pasa en Valderas, que hay una tienda donde puedes entrar solo a hablar», cuenta Pilar, sorprendida por la respuesta.

Para ella, el gran problema del comercio actual es que «ni te miran a la cara», algo que en su negocio se niega a permitir. Desde que pegó el cartel en su puerta, cada vez más vecinos cruzan el umbral, algunos por curiosidad, otros buscando una conversación que alivie la soledad del día a día.

«Me gusta que la gente venga, aunque solo sea para decirme 'Hola, Pili, ¿qué tal?'», explica. No importa si compran o no, lo que realmente valora es poder compartir un rato con sus clientes y vecinos.

La viralidad del cartel ha puesto a Valderas en el mapa, reivindicando la vida en el mundo rural y la importancia de mantener vivo el comercio local. Pili, que sigue formándose en redes sociales para impulsar su negocio, confía en que esta ola de apoyo le ayude a seguir adelante en un entorno cada vez más complicado para las pequeñas tiendas.

Con su cartel, El Baúl de Pili ha demostrado que un pequeño gesto puede marcar la diferencia. Porque, en un mundo cada vez más impersonal, a veces lo único que se necesita es alguien con quien hablar. El miedo a perder lo «humano» de la venta genera que Pili asegure que «no me molesta la gente que entra y se va sin comprar nada, me molesta la gente que lleva 10 años pasando por delante y nunca ha cruzado la puerta de mi casa».

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