Y en verano… Vacaciones solidarias

Con sólo una idea clara, la de irse, se puso en contacto con un organización española que se encarga de hacer este tipo de viajes. A pesar de que las opciones eran muchas y muy variadas decidió poner rumbo a Arusha, una pequeña ciudad situada en el norte de Tanzania.

Dentro del voluntariado existen varias opciones, él aprovechando sus estudios en medicina pasaría un mes en el hospital St. Elizabeth. «Yo iba al hospital de lunes a viernes, porque era el horario que nos marcaban desde el voluntariado», explica Pablo. En el hospital les daban la posibilidad de rotar o escoger una especialidad, en su caso el joven coyantino decidió quedarse la mayor parte del tiempo en pediatría.

«Estuve con una doctora de Rumanía, que tras 23 años continuaba trabajando gratis y era la titular del servicio», explica el leonés muy sorprendido con la solidaridad de algunas personas. Pablo cuenta que se encontró con muchos españoles en diferentes voluntariados, ya que no todos son de medicina.

El día a día

En el trabajo su día a día difiere mucho del que verá en cualquier hospital español. «He visto enfermedades que en España no veremos», explica el joven. Además los medios con los que cuentan en el hospital St. Elizabeth en muchos casos no sirven para hacer un diagnóstico.

«Apenas tenían casi termómetros, los glucómetros escaseaban un montón. Y muchas veces los tratamientos eran empíricos». Pablo cuenta que sin medios para diagnosticar en algunas ocasiones se ponía medicación a ver qué pasaba.

En un país en el que la sanidad y la educación son privadas sorprende que el estado sí pague los tratamientos para el VIH y la tuberculosis, así como las medicinas que precisen los menores de cinco años.

«Hay cosas que te sorprenden, en el hospital no usaban el ibuprofeno. Algo que aquí es tan de la calle», la pobreza y los atrasos en la medicina más básica son dos de las cosas que más sorprendieron a Pablo en este viaje solidario.

En un país en el que las chabolas en las que vive la mayoría de la población no disponen de agua corriente, ni de luz y la ventilación sólo proviene de la única puerta de entrada las enfermedades suelen proliferar. «Allí es invierno y aunque las temperaturas son templadas es su invierno y tienen frio, para calentar a los niños prenden hogueras en el centro de las chabolas y muchas veces venían al hospital con intoxicaciones por el humo», explica Pablo.

Contrastes

La privatización de la educación es otro de los contrastes que más le sorprendieron a este coyantino. «Algo que aquí no valoramos» y en Tanzania no pueden pagarse.

Tanzania es un país muy turístico, hay Parques Nacionales increíbles que reciben turistas constantemente y dejan mucho dinero, el problema reside en que no se distribuye entre toda la población. Pablo critica que «se inflan mucho los precios a los turistas, pero ese dinero sólo se reparte entre cuatro».

«Ves mansiones y hoteles increíbles y dos calles más abajo hay una barriada sin asfaltar en a que todo son chabolas». El leonés asegura que los primeros días todo impresiona mucho, ya que las casas no disponen de agua corriente ni luz y «cuando llegas a León hay de todo, la nevera llena y mucha ropa nos sobra de todo y lo peor es que no lo apreciamos»

Una experiencia única que cambia la forma de pensar de todo el que puede disfrutar de ella. Este joven de 21 años considera un viaje de este tipo «ayuda a entender la suerte que tenemos».