El sector del porcino se reivindica como motor económico y rechaza «mitos» sobre las granjas

Por otra parte, los promotores de la iniciativa entre los que se encuentra Interporc, la interprofesional del cerdo de capa blanca, quieren rechazar «mitos y estereotipos muy alejados de la realidad».

En primer lugar descartan el uso de la palabra macrogranja, «no existen en España, este término no se encuentra recogido en ningún tratado de zootecnia ni tampoco aparece en ninguna de las disposiciones vigentes del ordenamiento jurídico de España o de la Unión Europea». Asimismo, también está limitada por ley la distancia entre las granjas y entre éstas y cascos urbanos.

El sector porcino en España es responsable aproximadamente del 2% de las emisiones de gases de efecto invernadero, según estimaciones a partir del Inventario de Emisiones del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico. Entre 2005 y 2020, las emisiones de efecto invernadero por cada kilo de carne se redujeron un 41%.

En el caso de los purines, inciden en que «son un magnífico fertilizante orgánico para las tierras de cultivo». Una vez más, los niveles más estrictos de las normativas española y europea regulan dónde, cómo y cuándo aplicar los purines, no pudiendo sobrepasar los 170 kg de nitrógeno por hectárea y año en las zonas vulnerables y los 210 kg en el resto.

Las granjas están obligadas a disponer de balsas cercadas e impermeabilizadas para evitar el riesgo de filtración y contaminación de las aguas superficiales y subterráneas.

El agua total consumida al año por el sector porcino es 54 hm3, lo que representa solo el 0,05% del total de agua disponible en España. «Los ganaderos y las industrias del sector porcino están implicados en la optimización de su consumo. Así se ha logrado reducir un 30% el uso de agua por kilo de carne producido en los últimos años».

Por último, ganaderos y veterinarios han logrado reducir en un 58,8% el uso de antibióticos entre 2014 y 2019.

El sector porcino, a través de Interporc, es firmante de la Red Española del Pacto Mundial de las Naciones Unidas para la consecución de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible del Milenio, y trabaja en iniciativas para seguir reduciendo el uso de antibióticos, con iniciativas como el proyecto MAPRESPORC.