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El pollo siempre ha sido una de las carnes imprescindibles en la cesta de la compra de los españoles. No en vano siempre ha sido un producto barato y de calidad con muchas variantes culinarias. No obstante, la crisis de la inflación está alterando todos ... los parámetros que hasta hace tan solo un año considerábamos seguros. De acuerdo con el índice de precios al consumo (IPC), el precio del pollo ha aumentado de media un 18% respecto al año pasado. Todavía más han subido los huevos, los cuales son un 23% más caros que en 2021.
Alimentos básicos que suponen un incremento notable en el gasto alimentario de las familias leonesas, pero que eso no está redundando positivamente en el sector agroalimentario avícola de la provincia; no al menos en lo que respecta al pequeño productor. El precio del pollo sube en el súper, pero no la granja.
De acuerdo con los datos que manejan las asociaciones agrarias, en la provincia leonesa hay un total de 92 explotaciones con capacidad para producir 7,1 millones de pollos al año. La mayoría de estas explotaciones son integradas. ¿Qué significa esto? El ganadero pone las instalaciones y se encarga del cuidado de los animales, mientras que las grandes empresas del sector ponen los pollos y el pienso con el que se les alimenta.
Un sistema que, según José Antonio Turrado, presidente de Asaja Castilla y León, deja «con la soga al cuello al productor». «Las integradoras no están compensando en su justa medida la subida en los costes de la electricidad y gas natural que asume el ganadero», abunda el responsable de la agrupación agraria.
La situación es especialmente crítica par aquellos pequeños productores, eminentemente jóvenes- que han entrado a este modelo de engorde hace poco y han solicitado un préstamo para construir las instalaciones. «Una granja de 35.000 pollos, que podríamos decir que es pequeña, implica una inversión no inferior al medio millón de euros y a duras penas da para vivir una familia», asegura Turrado.
Las explotaciones avícolas requieren un respaldo energético superior al de otros negocios ganaderos. No en vano la presencia de luz es constante, las naves deben refrigerarse en verano y calentarse en invierno. La cantidad de electricidad y gas natural que demandan, teniendo en cuenta al precio que se encuentran ambas energías, están lastrando los beneficios de los productores leoneses, los cuales se encuentran al albur del «precio que pongan las distribuidoras y la industria». Turrado señala directamente al Grupo Oblanca, un gigante del sector con matadero en Onzonilla que marca el devenir del negocio avícola en el territorio leonés.
«Con esta nueva área industrial, Oblanca ha pasado de procesar 6.000 pollos por hora, a 9.000 pollos actualmente. Esta mayor capacidad productiva nos ayuda a satisfacer mejor la demanda de todos nuestros clientes en tiempo y forma», anunciaba la empresa en la inauguración del centro de procesamiento el pasado mes de mayo.
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