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Jesús Carrión, en el Museo Aperos a. MINGUEZA
«Esto es cultura, ¡hay que conservarla!»

«Esto es cultura, ¡hay que conservarla!»

Jesús Carrión es el presidente de la Asociación Aperos de Ayer, que promueve un centro de interpretación de la vida rural

Silvia G. Rojo

Salamanca

Sábado, 15 de mayo 2021

Más de 8.000 piezas, entre aperos de labranza y útiles que complementan la historia de la vida rural, dan forma a la exposición Aperos de Ayer, un centro de interpretación del medio rural ubicado en las instalaciones anexas al Monasterio de la Santa Espina, ... en Valladolid.

«Allá por el año 1971 se funda la Asociación Aperos de Ayer. Nueve personas de origen agrícola iban viendo por los pueblos las cosas abandonadas, sobre todo por las eras, y empezaron a interesarse por recogerlo», explica, Jesús Carrión, presidente de la asociación que gestiona el espacio en colaboración con la Junta de Castilla y León.

El siguiente paso fue buscar un lugar para todo ese material, momento en el que fueron a ver al hermano Albino, «que era el director de la Escuela de Capataces Agrícolas de España, que es La Santa Espina, y él abrió sus puertas de par en par».

A partir de ahí, con más o menos apoyos institucionales en función del momento, «se rescataron las antiguas cochiqueras, las cuadras que se habían dejado de usar y se estaban tirando. Se llegó a tiempo y de esa forma se han conservado las actuales instalaciones».

Todas las piezas han sido restauradas y catalogadas. «No se ha comprado nada, solo se ha hecho con la idea de que se conserve esta tradición y las costumbres», dice Carrión. «El proyecto se ha desarrollo con la intención de conservar y ver lo que había detrás de cada pieza, el origen de nuestra agricultura desde que era manual, las primeras mecanizaciones hasta las actuales».

Ver la exposición completa supone varias horas pero, de manera resumida, el recorrido incluye apartados en los se muestra cómo eran los mercados antes; a través de los aperos se representan las diferentes faenas agrícolas y rurales; se incluyen aspectos relacionados con la ganadería, la carpintería, o cómo trabajaban el guarnicionero o el panadero. Y está igualmente recreada en detalle la casa del agricultor o la escuela rural, en la que no faltan pesas medidas o la biblioteca.

«Me entusiasma la biblioteca, los documentos son muy difíciles de leer porque están hechos a plumilla, pero llaman mucho la atención», comenta Carrión.

Parte de la economía

Aprecia, igualmente, que estos útiles, herramientas o aperos «pertenecen a una parte importante de la economía. La agricultura tiene una antigüedad de doce milenios y aún en algunas partes del planeta se usan como necesarios e, incluso, más rudimentarios». Manifiesta Carrión que «durante siglos en Castilla se ha usado el arado romano, el que trajeron a Iberia en el siglo primero de nuestra era; nuestros abuelos con sus manos, y con la fuerza animal, alimentaban a las familias y el sobrante iba las ciudades. Si conservamos una foto de los abuelos, mucho más tenemos que conservar los elementos con los que levantaron la economía de Castilla».

Jesús Carrión identifica el momento en el que se comenzó a perder el contacto con el mundo agrícola. «Esto tuvo lugar cuando empezaron a llevar a los niños a las concentraciones escolares, les apartaron del campo y dejaron de subirse a los árboles, como antes lo hacíamos nosotros. La concentración escolar les borró palabras, conceptos, mensajes y refranes, una cultura que hoy está en unos pocos libros de personajes, como los de don Miguel Delibes». En opinión de Carrión, «la cultura agraria hoy solo está en las residencias de los jubilados, sentencias, refranes y conocimientos meteorológicos o medicinales. Pronto acabará en los cementerios».

Jóvenes agricultores

Pone otro ejemplo a través de los jóvenes agricultores que hoy puedan rondar los 30 años. «Apenas les queda algún rescoldo de la vida de sus abuelos y lo tienen colgado en el garaje del tractor. Nada digamos de conocimientos de sus padres sobre el cielo, es decir, las nubes, los vientos, los refranes, en resumen, el lenguaje. Hoy son expertos en plagas, herbicidas, pesticidas, abonos, nitratos y mejora de las tierras con nuevos elementos técnicos, tractores, sembradores, pero no han recibido la cultura de los padres y abuelos porque se ha roto la comunicación».

Por último, valora que «hay grupos de personas que han entendido que eso es cultura y que hay que conservarla». En este caso concreto han limpiado, restaurado y puesto a la vista de cuantos visitan estos museos todos esos elementos que «ellos conservan como si de un tarro de cristal se tratara, lo que han buscado y recogido en pueblos y viviendas para enseñarlo y explicar la importancia que para la economía rural tenían estos elementos: aperos agrícolas con los que removía la tierra para sembrar o recogían la cosecha para después tener pan».

Aperos de Ayer «así lo entendió hace ya treinta años y sigue en sus trece, procurando exponer su filosofía con la misma intención con la que nuestros padres y abuelos tenían cuando trabajaban la tierra y así se lo quiere hacer saber en la presentación de su museo de agricultura, amén de su biblioteca y su videoteca».

Para poder ver estas instalaciones, la asociación sin ánimo de lucro, mantiene un acuerdo con el Ayuntamiento de La Santa Espina para que se puedan concertar visitas con una guía de turismo entre los meses de mayo a octubre.

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