
En León no llueve. Sobre las zonas agrícolas de la región han caído poco más de dos litros y medio desde el pasado 11 de marzo, según datos recopilados por el sindicato agrario Asaja. Una cifra imperceptible para los cultivos de secano que se encuentran en una situación límite. Toda la cosecha de cereal y forraje está en riesgo, hasta el punto de que muchos agricultores ya dan por perdida la campaña.
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Tras 37 días consecutivos sin precipitaciones y sin previsiones de que llueva en las próximas dos semanas, la agricultura de secano en León vive una de sus campañas más duras de los últimos años. José Antonio Turrado, presidente de Asaja Castilla y León, precisa que si el agua no llega pronto «las pérdidas serán totales».
La extensión de tierra dedicada a la agricultura de secano en el territorio leonés asciende a 120.000 hectáreas. Los cultivos mayoritarios están centrado en la producción de cereales como trigo y avena, pero también se destina una buena parte de estas tierras para el forraje, siendo la provincia uno de los principales nodos de producción de alimento ganadero tanto para Castilla y León como para Galicia y Asturias.
Es decir, que el mal año en el cultivo de secano repercutirá directamente en los precios del forraje, los cuales ya alcanzaron el año pasado cifras récord. «La sequía del pasado ejercicio provocó que el heno fuese escaso y caro», explica Turrado. Lo cierto es que el precio del forraje llegó a duplicarse: de los 80 o 100 euros que se venían pagando por tonelada en 2021, pasó a los 150 euros durante el 2022. «En las últimas semanas, se llegaron a pagar 200 euros por tonelada», explica el responsable de Asaja.
De acuerdo con las cifras facilitadas por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), la estación meteorológica de La Virgen del Camino (León) registro tan solo 3,8 mm de agua entre el 11 de marzo y el 17 de abril, cuando el valor normal para en el periodo de referencia (1981-2010) es de 43,5mm. Por su parte, en Ponferrada se registraron 19 mm, cuando el valor promedio es de 49,5 mm. En ambos casos Aemet califica estos datos bajo la clasificación climática de «muy seco».
Este verano parece que viviremos una situación similar, puesto que las existencia se agotaron al final de la pasada cosecha y las perspectivas, si continúa la sequía, es que el precio alcance cifras nunca antes vistas: «Y es que, a diferencia de los cereales que llegan por el puerto de Gijón, el forraje no se transporta, no habrá más que el que cosechemos», destalla Turrado.
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Tras un balance muy negativo en los últimos años, cada vez son más los agricultores que están decidiendo apostar por el regadío y abandonar el secano, pero el problema «es que no todos los productores tienen la posibilidad de acceder a una infraestructura pública como la de Payuelos y sembrar en sus tierras cultivos que necesitan riego», explica Turrado.
En cualquier caso, en los últimos 15 años León ha reconvertido al regadío más del 10% de su extensión de tierras de secano (15.000 hectáreas). Mas desde Asaja precisan que entre las tierras de León «ya no hay mucho más margen» y por eso «pedimos que desde la Administración se de un impulso a los nuevos cultivos de Payuelos». «Todo el que puede se cambia a regadío, eso está claro», abunda Turrado.
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El peso del cambio climático en la evolución del campo leonés es cuanto menos «evidente» para José Antonio Turrado. «Ya no es que llueva más o menos, sino que el clima es mucho más caprichoso e impredecible que nunca, yo no recuerdo que no haya llovido en 40 días en plena primavera».
Un cambio climático que ahoga a los cultivos de secano pero que favorece otros tipo de plantaciones como las de maíz. «Puede sonar poco popular, pero el cambio climático, por otro lado, está beneficiando al principal motor económico de la agricultura en León: el maíz». La provincia suma 80.000 hectáreas dedicadas a la producción de maíz, cuya fase de crecimiento se extiende ha bien entrado el mes de octubre, algo que hace años sería imposible. «En los años 70 sería inviable las toneladas de maíz que se están dando estos últimos años, ya que en la mayoría de los pueblos las heladas comenzaban en septiembre». Ahora, el ciclo de cultivo ha ganado un mes y los resultados son cada vez más provechosos.
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