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Álvaro Ybarra Zavala
Domingo, 15 de mayo 2022, 00:27
Las Naciones Unidas ya han advertido que los 53 millones de toneladas de residuos electrónicos que se generan en la actualidad cada año se duplicarán ... con creces en 2050, siendo el desperdicio que más rápido crece en el mundo. Solamente el 20% de esos residuos son reciclados y, si nada cambia, la ONU estima que podría haber hasta 120 millones de toneladas de chatarra electrónica en 2050.
Se calcula que esos desechos tecnológicos del mundo contienen más de 62.500 millones de dólares en materiales preciosos como oro, cobre y hierro, según datos del Global E-waste Monitor.
El reciclaje de los elementos de valor presentes en la basura electrónica, como el cobre o el oro, se ha convertido en una fuente de ingresos, sobre todo en países en vías de desarrollo. Como consecuencia de ello numerosos vertederos de países como la India, Senegal, Nigeria o Ghana se han convertido en nuevos ecosistemas económicos de los que viven miles de personas que sobreviven del reciclaje ilegal de los metales preciosos de la basura económica.
Uno de estos ecosistemas ilegales de basura electrónica es del vertedero de Agbogbloshie localizado en la capital de Ghana, Accra. En Agbogbloshie hasta 10.000 trabajadores se abren paso entre toneladas de productos electrónicos desechados como parte de un enorme proceso de reciclaje ilegal, en lo que se ha convertido en uno de los mayores vertederos ilegales de basura electrónica del mundo para productos electrónicos provenientes en su mayoría de Europa.
En Ghana, los residuos llegan a través del puerto de Tema, a 32 kilómetros al este del vertedero de Agbogbloshie. Se estima que cerca de unos 80.000 hombres, mujeres y niños subsisten de forma directa o indirecta del vertedero. Una comunidad altamente expuesta a los riesgos sanitarios que conlleva la manipulación de estos residuos y que ponen en peligro su vida cada día en el que trabajan en el vertedero. Una situación que se repite a nivel internacional en todos estos vertederos ilegales de basura electrónica como denuncia la OMS en su informe ' Los niños y los vertederos digitales'.
«Con los crecientes volúmenes de producción y eliminación, el mundo se enfrenta a un creciente tsunami de desechos electrónicos, que pone en riesgo la vida y la salud», dijo el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS. «Del mismo modo que el mundo se ha unido para proteger los mares y sus ecosistemas de la contaminación por plásticos y microplásticos, tenemos que unirnos para proteger nuestro recurso más valioso -la salud de nuestros hijos- de la creciente amenaza de los desechos electrónicos».
Los niños expuestos a los residuos electrónicos son especialmente vulnerables a las sustancias químicas tóxicas que contienen debido a su menor tamaño, sus órganos menos desarrollados y su rápido ritmo de crecimiento y desarrollo. Absorben más contaminantes en relación con su tamaño y son menos capaces de metabolizar o erradicar las sustancias tóxicas de su cuerpo.
La Convención de Basilea de Naciones Unidas, que regula el tránsito de residuos peligrosos entre países, prohíbe que los Estados desarrollados envíen basura electrónica a países en vías de desarrollo, porque no cuentan con las infraestructuras necesarias para una correcta gestión de reciclaje. Sin embargo esta Convención no es efectiva y los residuos tecnológicos siguen inundando países como Ghana, Nigeria o India.
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