El testudo hermanni es una tortuga que habita en los bosques y pastizales del Mediterráneo. Un individuo joven puede valer entre 70 y 400 euros en internet, y está entre las especies más amenazadas del planeta. De hecho, un estudio divulgado ayer de University College ... London lo señala entre los que con casi toda probabilidad se extinga en pocos años. No será el único. Además de este reptil, encabeza la lista roja el murciélago herradura, otro espécimen exclusivo del área mediterráneo. Los ecosistemas de este mar europeo son los más sensibles a los cambios de estos años, tanto por el cambio climático como por el uso intensivo de la tierra, junto a los trópicos.
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«Tres biomas destacaron por tener grandes reducciones de biodiversidad: bosques tropicales, praderas tropicales y ambientes mediterráneos», señalan los autores del artículo 'La biodiversidad tropical y mediterránea es desproporcionadamente sensible al uso de la tierra y al cambio climático', publicado ayer en 'Nature Ecology & Evolution'. «Nuestros resultados demuestran que la sensibilidad de las especies al clima y al cambio de uso de la tierra varía geográficamente, y traspasar resultados de un área a otro puede ser engañoso».
En este estudio se ha analizado con especial interés el área del Mediterráneo. Con una muestra de más de 47.000 especies de fauna, flora y hongos de 91 países los investigadores han comparado la vulnerabilidad de cada territorio. Entre sus conclusiones está que la zona del Mediterráneo y el trópico tendrán un «30% de reducción en la riqueza de especies» en aquellas áreas que reúnan los dos factores que se alían para el exterminio de la fauna.
«La disminución de la biodiversidad mundial puede ser incluso peor de lo que predicen los principales expertos», mantuvo Tim Newbold, autor principal del trabajo e investigador del Centro de Investigación sobre Biodiversidad y Medio Ambiente de la UCL, que relacionó la expansión de la agricultura con los nuevos marcadores de temperatura que se experimentan en estas zonas. «Se necesitan acciones urgentes para prevenir la extinción de la biodiversidad, particularmente en las zonas tropicales y el área mediterránea, que tienen algunas de las comunidades ecológicas más diversas del planeta».
Uno de los factores de extinción es el cambio climático y la otra, la explotación humana del suelo. Ese uso intensivo modifica las tierras, y por tanto su ecosistema. Ejemplo de estas actividades en el Mediterráneo es el cultivo y la construcción, que pueden reducir hasta 40% la riqueza de las especies, el doble que en otras geografías. «El mediterráneo tiene una particular alta sensibilidad a ambas presiones, la climática y la del uso del suelo», establecen los autores. ¿Por qué? Porque la zona mediterránea es una de las más ricas en número de especies totales, incluyendo las endémicas, después de la región tropical. Por tanto, en proporción las pérdidas de la biodiversidad mediterránea también será mayor.
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En cuanto al clima su faz más conocida es el aumento de la temperatura. Por cada grado añadido se perderá entre 10% y 13% de las especies locales. Algo que no sucede en tierras secas y templadas, que pierden entre 5% y 2%, y las boreales, que incluso ganan 1%. El modelo científico, que proyectó un siglo después el cambio de la biodiversidad con respecto al clima de los años sesenta a los noventa, mostró que también será el Mediterráneo uno de los terrenos más dañados.
El estudio abarcó «miles de sitios» en ciudades, campos, costas y áreas agrícolas, y alertan: muchas especies ya vivían cerca del límite máximo de temperatura que pueden tolerar.
Pero la mala noticia puesta en negro sobre blanco por el equipo de investigadores de University College London es aún peor. La situación puede calificarse de irreversible. Con una reducción importante de emisiones, para 2060 los resultados de pérdida de especies será «cualitativamente similar», con una variación del 6% entre un escenario de bajas emisiones con respecto a uno de altas emisiones en el Mediterráneo.
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«Descubrimos que las áreas que enfrentan las mayores amenazas a la biodiversidad por el cambio climático y el uso de la tierra a menudo son las mismas, lo que es aún más preocupante, ya que estas dos presiones pueden interactuar para hacer que los entornos sean aún más inhóspitos», añadió Newbold, que también es colaborador de WWF en su reciente informe sobre la situación de la fauna mundial. «Los esfuerzos de conservación por sí solos no serán suficientes para salvar a los animales y las plantas vulnerables y en peligro de extinción».
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